Pintores

Zuloaga Boneta, Daniel Dionisio

Ceramista, pintor y acuarelista vasco. Nacido en Madrid el 8 de abril de 1852. Muere en Segovia el 27 de diciembre de 1921.

Tío de Ignacio Zuloaga Zabaleta.

Comienza su formación artística en el taller de damasquinado de su padre Eusebio Zuloaga González, donde se inicia en el dibujo. En 1867 marcha a París con sus hermanos. En la capital francesa estudia química con Regnault y Peire, técnica cerámica con Millet y pintura con Avis y Renard, asistiendo a clases en la Manufactura de Sévres. Con la guerra de 1871 regresa a la Península y se dedica a la pintura decorativa en tapicería, óleo y fresco. En esta disciplina alcanza notoriedad europea, siendo nombrado jurado de la Exposición Internacional de Viena de 1878. Presenta obra en las Exposiciones de la Sociedad de Acuarelistas de 1880 y 1882.

El año 1877, angular en su trayectoria, marca la definitiva dedicación de Daniel a la cerámica. Crea, con sus hermanos, y en terrenos cedidos por el Estado en La Moncloa, una escuela de artes cerámicas y fábrica de loza fina. En la Escuela da rienda suelta a la expresión artística personal, experimentando con técnicas novedosas: esmalte sobre piedra, alicatado, aplicación de reflejos metálicos obtenidos al humo y vidrio esmaltado. Tras una década de continuas dificultades financieras, la empresa de Moncloa acabará fracasando. En esta época Daniel se había trasladado con su familia a San Sebastián, donde trabaja decorando tapices pintados para la Diputación guipuzcoana.

Se instala posteriormente en Madrid, impartiendo cerámica en la Escuela de Artes y Oficios. La colaboración con el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco, marca el comienzo de una larga serie de decoraciones arquitectónicas y al mismo tiempo dos de sus mejores realizaciones en este campo: el pabellón de Velázquez en el Retiro (1884) y la decoración de la fachada del Ministerio de Fomento, de 1893. Otra obra señalada, en colaboración con Velázquez, será la del revestimiento interior de la Escuela de Minas (1909). Para entonces había trabajado, entre otros muchos lugares, en Bilbao (Estación del ferrocarril a Santander, 1901; Nuevo Teatro, Sociedad Bilbaína, cementerio de Vista Alegre, Banco de Vizcaya, 1902), Portugalete (Convento de Agustinos, 1902; Sporting Club, 1905), San Sebastián (Plaza de toros, Hotel du Palais, 1903; iglesia de Jesuitas, puente de María Cristina, 1904; Escuela de Artes y Oficios, actual edificio de Correos, 1908). A este éxito de encargos públicos se unirá el obtenido entre comitentes privados de la Iglesia, burguesía bilbaína y aristocracia española, principalmente a partir de 1907. También trabajó en Galicia, en diversas empresas privadas madrileñas, en la pamplonesa parroquia de San Lorenzo (1907) y en la de Orduña (1908).

Para la obra del Ministerio de Fomento, Daniel contrató con una fábrica de Segovia la utilización de sus hornos. Comienza así una intensa relación profesional y estética con la ciudad castellana, en la que acabaría instalándose en los últimos años del siglo, adquiriendo para taller y estudio la iglesia románica -desafectada- de San Juan de los Caballeros, hoy convertida en Museo Zuloaga. En San Juan experimentará continuamente y estará ubicado su epicentro artístico. Su residencia segoviana -donde comienza la decoración de la capilla del Sagrario en la catedral en 1907, retomando un proyecto de 1898- alternará con estancias en lugares dispersos (durante el año 1907 trabaja y reside en Pasaia, que abandona al año escaso), tal fue la diversidad y volumen de sus trabajos decorativos. Así, y refiriéndonos a encargos privados antes reseñados, llevan la firma de Daniel revestimientos tanto exteriores como interiores de edificios de Barcelona, Salamanca, Huesca, Santander, Huelva, Córdoba, Vigo, Madrid o Pamplona. El Hotel María Cristina de Donostia (1910), el palacio episcopal de Astorga, en colaboración con Gaudí (1913); Santiago Etxea de Zumaia (1914), la decoración de la finca toledana de los marqueses de Urquijo (1919-1920) y la fachada del templo del Sagrado Corazón de Barcelona (1921) son algunos de los trabajos más destacados de las últimas etapas de su vida. La obra de Daniel Zuloaga, pese a haberse circunscrito a España y poderse definir -más aún que la de su sobrino Ignacio- por su "castellaneidad", había conseguido tempranamente reconocimiento internacional. Obtuvo, entre otros, grandes premios en las Exposiciones de París, Monza, Milán y Filadelfia. En 1911 alcanza el máximo reconocimiento en la Exposición Nacional de Artes Decorativas.