Villava ha perdido, al compás de su crecimiento como núcleo submetropolitano de Pamplona, su configuración medieval, estando destruida en su práctica totalidad la trama urbanística antigua. La calle Mayor, no obstante, conserva una serie de casas de los s. XVI al XVIII, algunas de ellas blasonadas, testigos de la prosperidad económica villavesa en estas épocas. Así, la casa Motza, edificio en sillería cuyo ingreso, de hacia 1558, constituye uno de los escasos ejemplos de portada renacentista de influencia burgalesa de la arquitectura civil navarra. Compuesta de arco de medio punto con dovelas en punta de diamante, flanqueado por columnas sobre pedestales de fuste liso y capitel. El Ayuntamiento es una construcción del s. XVII, cúbica, de sillería en zócalo, esquinales y vanos, y ladrillo en el resto. Conserva dos escudos de la villa, uno fechado en 1545 y otro de 1779. La Escuela de Peritos Agrícolas, magnífico ejemplo de arquitectura "cromática", fue construida para Granja escuela de agricultura en 1912 por José Yarnoz Larrosa, contándose entre las primeras obras de este arquitecto. En el lugar donde se levantó en el s. XIII la iglesia de San Andrés, rehecha a su vez en el s. XVII, se edificó en 1966 una construcción de nueva planta bajo la misma advocación. Perdidos los retablos que poseyó, así como el órgano -obra firmada por Ramón de Tarazona en 1777- se conserva no obstante la imagen del titular, renacentista del segundo tercio del s. XVII. También subsisten un Crucificado romanista del s. XVI y una Virgen del Rosario, tardorromanista de la centuria posterior. La sacristía guarda varias piezas de orfebrería con los punzones de los plateros Vicente Sasa y Joaquín Bicondo, fechadas entre 1816 y 1818.