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VILLANUEVA DE LA OCA

Entre su caserío destaca la iglesia, una caja rectangular con contrafuertes exteriores, construcción propia del siglo XVI. En los siglos posteriores se le añaden diferentes complementos arquitectónicos. Así en el muro sur se levanta una espadaña barroca, en la que una línea de imposta separa el cuerpo de campanas, con dos arcos de medio punto, en la parte inferior y uno en el remate. Se decora en la parte superior con pirámides y bolas. En este muro se reutilizan elementos de edificaciones anteriores, como son los canecillos románicos, situados bajo la imposta que separa el cuerpo de campanas, que evidencian la antigüedad del templo primitivo. En este mismo muro, hacia el oeste, protege la portada, un pórtico del siglo XIX.

El ingreso al templo se hace con una portada románica de arco de medio punto, rematada con arquivoltas ornadas con motivos geométricos, que apoyan en las jambas y en tres columnas a cada lado de aquellas, con sus basas también decoradas. En las arquivoltas encontramos motivos decorativos de bolas, baquetones y zig-zag. En los capiteles rostros y figuras humanas, motivos vegetales y animales. Aún se conserva en los elementos labrados restos de policromía que nos sirven para imaginar como fueron estas portadas dotadas de color, elemento primordial en toda construcción religiosa, tanto en el interior como en la escultura monumental externa.

Al interior la iglesia consta de una nave, cubierta con bóvedas de lunetos, separados por arcos fajones y coro alto a los pies, de carácter popular. En el sotocoro se encuentra la pila bautismal de época medieval. Apoya su copa sobre un cuerpo cuadrangular decorado con elementos del Gótico Flamígero que conserva parte de su policromía orginal, y que posiblemente formara parte originalmente de un ciborio gótico.

Los retablos mayor y laterales constituyen el elemento de ajuar más importante del templo. El principal, situado en la cabecera del templo es un conjunto mixto del Barroco avanzado, concretamente de los preámbulos del periodo rococó. Se organiza con un solo cuerpo sobre banco y rematado con ático. Cuatro grandes columnas de fuste estriado y decorado con palmetas y con el tercio inferior diferenciado con flores y lazos tallados y rematadas con capiteles corintios, y situadas sobre mensulas organizan el cuerpo principal. En la calle central y en un nicho avenerado se halla la talla de san Pedro en cátedra, con los atributos correspondientes a un sumo pontífice, tales como la tiara, la cruz patriarcal y las llaves. Algo menos frecuente es la cabeza situada a sus pies. En las calles laterales, dos lienzos que representan a san Esteban y a un santo obispo con el capelo cardenalicio a sus pies. El cuerpo superior se organiza con estípite a ambos lados de un lienzo, que representa a un santo obispo de medio cuerpo, y aletones en los extremos. Sobre el banco se sitúa un sagrario barroco. La policromía del conjunto es Rococó, del segundo tercio del siglo XVIII, como muestran los galones dorados en los ropajes de las tallas y los motivos decorativos vegetales incisos y dorados combinando el acabado dorado y bruñido. Posteriormente se completó el conjunto con una mesa de altar neoclásica.

Los retablos laterales están dedicados a la Virgen del Rosario y al santo Cristo y se ubican ambos en capillas laterales. El primero es un retablo hornacina con dos columnas con capitel corintio y gran profusión en la decoración vegetal. Alberga a la talla de la Virgen del Rosario y en el ático, un lienzo que representa a san José. Todo el conjunto va guarnecido con un pabellón barroco pintado sobre los muros, que hace suponer que hubo pinturas anteriores en sus muros, afortunadamente todavía encalados. A los lados encontramos una bella talla barroca de san José y una talla moderna de Olot de san Isidro. La policromía del conjunto imita jaspes y mármoles en la arquitectura y dorados en la talla vegetal, como era típico en el periodo neoclásico. El retablo del santo Cristo de la misma tipología que el anterior, alberga en su hornacina una talla del Crucificado y en el fondo pintura de la Virgen y san Juan, componiendo un Calvario. A ambos lados, se sitúa dos tallas de la Virgen Dolorosa y un busto del Ecce Homo, ambos barrocos. En el remate, un lienzo de san Antonio de Padua con el Niño.

Otras tallas se conservan en la iglesia y son testigos de elementos de ajuar anteriores a los actuales, así una Andra Mari medieval, hoy repintada, una talla de san Pedro, que posiblemente fuera el titular del primitivo retablo renacentista o un Crucificado del siglo XIX. Otros elementos de ajuar litúrgico de orfebrería y libros litúrgicos se conservan en la sacristía.

Amaia GALLEGO SÁNCHEZ (2008)