Concepto

Vascos en la Segunda Guerra Mundial

En 1943, toda la población de Iparralde apenas suma 177.000 habitantes. La industrialización es muy reducida. Como toda sociedad rural, cerrada sobre sí misma, escasamente desarrollada y poco poblada, el País Vasco continental presenta un carácter conservador y tradicionalista, dominado por la omnipresencia del cura y de los notables rurales que hacen y deshacen a su gusto.

La figura que encarna este sistema es, sin duda, la de Jean Ybarnégaray, nacido en 1883 en Uharte-Cize, población cercana a Saint-Jean-Pied-de-Port. Abogado de profesión, es elegido diputado por primera vez por Mauléon, en 1914, y continuará siendo reelegido sin interrupción hasta el comienzo de la guerra. Ex-pelotari y fundador de la "Federación Francesa de Pelota Vasca", se convierte en uno de los líderes del movimiento fascista francés, formando parte primero de las "Croix du Feu" y, posteriormente, del Partido Social Francés (PSF) dirigido por el coronel aristócrata De la Rocque. Al estallar la guerra civil se pone inmediatamente, y de manera total, al servicio de Franco, condenando la postura de Aguirre y los nacionalistas. Después del armisticio participa en el Gobierno colaboracionista de Pétain donde, durante algunos meses -hasta septiembre de 1940 ocupa el Ministerio de la Familia y la Juventud, participando en la persecución a los refugiados vascos, como ya hemos visto. Lleva con él a otro vasco, amigo y correligionario suyo, Jean Borotra (nacido en Biarritz en 1898), gran deportista y ganador de la Copa Davis antes de la guerra. Borotra desempeñará la función de Comisario General de Educación Física y Deportes dentro del Ministerio de la Familia y la Juventud del Gobierno de Pétain. Ambos amigos cambiarán de "chaqueta" a última hora siendo perseguidos por los nazis, lo que hará que, en el momento de la Liberación, salgan absueltos de la acusación de colaboracionismo.

Aunque pueden considerarse como un grupo muy minoritario y de escasa influencia real, los jóvenes agrupados en torno a la revista "Aintzina" del Padre Lafitte, son uno de los puntos de referencia obligados al referirnos a la situación de Euskadi Norte durante la ocupación nazi. En una primera etapa, el padre Lafitte, influido por el auge del nacionalismo de sus compatriotas del Sur, pensó en impulsar un movimiento tradicionalista y cristiano, con aires vasquistas, fundando para ello, junto con Dubosq, Aranart, hermanos Jaureguiberry, Haztoi, etc., la publicación mensual "Aintzina" que aparecerá con las siglas JEL en la portada. La revista languideció de 1934 a 1937 en que dejó de publicarse. Su ideología ultraconservadora y ultra-católica le hizo alinearse con la derecha francesa, llamando a votar a Ybarnégaray y a luchar contra el Frente Popular. Durante la guerra civil se proclamó neutral no tomando partido por ninguno de los bandos. Posteriormente, durante la ocupación, al amparo de la ideología pétainista que predica oficialmente la "regionalización", surge la idea de relanzar de nuevo la revista. Comienza así esta segunda etapa que se caracteriza por la afluencia de nuevos colaboradores que presionarán en un sentido más nacionalista, como Marc Légasse, los hermanos Labéguerie, Pierre Larzabal, Pierre Charritton, etc. Sin embargo, el grupo se encuentra dividido entre una tendencia más nacionalista frente a otro regionalista de tipo pétainista por un lado, y entre aquéllos que optan por la colaboración y quienes como Lafitte, André Ospital o Larzabal se comprometen con la Resistencia, por otro lado. Entre los primeros está el joven historiador Eugéne Goyhenetche, de Ustaritz, que había ingresado en el PNV en 1932 de la mano de "Aitzol", colaborando durante la guerra civil en las labores asistenciales del Gobierno vasco. A comienzos de 1941 los alemanes establecieron contacto con él por iniciativa del Administrador Militar de la Francia ocupada, el SS Dr. Best y a través del lingüista y vascólogo Karl Bouda, miembro entonces del Ejército nazi. La razón aducida por Goyhenetche para mantener estos contactos fue el convencimiento de que los nazis iban a ganar la guerra y de ahí la necesidad de que los vascos estuviesen presentes en el momento de la victoria y no quedasen, nuevamente, en el campo de los vencidos. Según sus propias declaraciones, estos contactos le sirvieron para salvar muchas vidas y ayudar a los vascos peninsulares refugiados, entre ellos al Dr. Ciaurnz, Presidente del EBB, exiliado en Cambo, a quien logró sacar de la cárcel. Igualmente logró convencer a los nazis para que no deportasen a Alemania a todos los habitantes de los pueblos fronterizos, decisión que habían pensado tomar para "impermeabilizar" la muga. Después de la Liberación, fue juzgado y condenado por colaboracionista, logrando salvar la vida gracias a las gestiones del PNV y a las de otras autoridades francesas, lo que no le evitó pasar 37 meses en prisión. "Aintzina" quedó cubierta con cierta fama de "colaboracionismo" y su proyecto invalidado durante algún tiempo, al igual que ocurrió por toda Europa con los movimientos nacionalistas minoritarios que colaboraron -véase el caso de Bretaña- con los nazis.

Por otro lado, el estallido de la guerra hizo que algunos miles de vascos fuesen movilizados y enviados a los diferentes frentes. Después del período de inactividad de la "dróle de guerre", la ofensiva alemana de mayo-junio de 1940 derrotó en poco tiempo al Ejército francés. El final, para los varios miles de vascos que se incorporaron al Ejército será similar al del resto de los franceses. La captura y el posterior internamiento en campos de prisioneros en Alemania, el trabajo forzado y, sólo en algunos casos, la huida o vuelta a casa, tras pasar, en ocasiones, por peligrosas aventuras. Para la generalidad de la población del País Vasco, la guerra será, sobre todo, los parientes y amigos que se encuentran prisioneros en Alemania. De los 13.500 que corresponden al conjunto del departamento de los Bajos Pirineos, unos 5.000 son del País Vasco. Aquí no ha habido combates ya que el frente estaba bastante alejado, de manera que el País Vasco es ocupado en virtud de las cláusulas del armisticio firmado el 22 de junio de 1940. Según éstas, el territorio del estado francés queda dividido en dos partes por una "línea de demarcación" que es una verdadera frontera: por un lado la "zona ocupada" bajo la autoridad directa de las tropas de ocupación y, por otro, la zona no-ocupada, llamada también "zona libre", bajo la autoridad del Gobierno colaboracionista de Pétain. El País Vasco continental queda también dividido por esta línea que será cuidadosamente vigilada por los nazis y que, partiendo de Arnéguy y siguiendo por Saint-Jean-Pied-de-Port subía hasta Saint-Palais para salir a Salies de Béarn. El 27 de junio de 1940 llegan a Bayona las primeras unidades motorizadas alemanas. Los días siguientes se extienden por la costa vasca y se dirigen también hacia el interior. Aparte de las tropas de la Aduana alemana, encargadas de vigilar la frontera, y de la policía -especialmente la Gestapo- las tropas nazis estacionadas en Iparralde serán siempre unidades en período de descanso, retiradas del frente a tal efecto, o unidades en período de reorganización. Nunca permanecerá mucho tiempo en el País. Esto en lo que se refiere a la Heer o Ejército de Tierra. La Luftwaffe se instalará, desde junio del 40, en el aeropuerto de Parma, en Biarritz, constituyendo allí una escuela de vuelo. La Kriegsmarine por su parte, se extenderá a todo lo largo de la costa vasca. En Bayona tenía un puesto de mando que dependía del Alto Mando instalado en Royan. Una de las misiones que realiza es la de escoltar a los mercantes que, provenientes de la España franquista, acarrean mineral de hierro al puerto de Bayona con destino a la industria de guerra nazi.

Pero el hecho fundamental que caracteriza al País Vasco en estos años de guerra y ocupación es su situación geopolítica. En efecto, el País Vasco es la frontera entre dos Estados, la España franquista por un lado y la Francia ocupada o "libre" por otro, según el lugar de Iparralde de que se trate. Esta división entre zona "libre" y zona ocupada desaparecerá en noviembre de 1942, cuando los nazis invadan toda Francia, pero permanecerá el hecho de la muga entre dos Estados, uno de ellos formalmente neutral, que al mismo tiempo es el camino obligado para todos los fugitivos del nazismo que buscan unirse a los aliados, a través de Portugal o, más frecuentemente, pasando por Gibraltar. Por ello, el paso de la muga será una de las actividades más importantes dentro del movimiento de Resistencia al nazismo en Iparralde. Una larga tradición de contrabando, unas montañas no excesivamente escarpadas y un importante elemento humano favorable a esta actividad, que no está mal considerada socialmente hablando, hará que el paso de la muga se lleve a cabo tempranamente y se desarrolle con rapidez. Al principio son judíos, polacos y británicos los que huyen, por la muga vasca, de la Francia ocupada. Luego, todos los movimientos de Resistencia, servicios de información, militares, etc. , tienen necesidad de montar servicios estables y seguros para comunicarse con las autoridades de Argel o Londres o para pasar información, agentes, armas, dinero, material de sabotaje, radios, etc. Sería imposible, por su dispersión y variedad, hacer mención, ni siquiera somera, de todos los que se dedicaron a este peligro oficio de "mugalari". Excluyendo a aquellos que únicamente lo hicieron por dinero que fueron numerosos- citaremos a algunos que pueden servir de ejemplo, entre los que estuvieron animados por un espíritu antifascista aunque también fuesen pagados por su labor, ya que, al fin y al cabo, en muchos casos se dedicaban exclusivamente a ella. Hay que subrayar el hecho, como ocurre en algunas ocasiones, de que estos "mugalaris" provenían de Euskadi Sur aunque se habían adaptado a su nueva vida en Iparralde.

Uno de los casos más conocidos es el de hernaniarra Florentino Goikoetxea. Baserritarra del caserío "Altzueta" de Hernani, nacido el 14 de marzo de 1898, huye al país vecino en plena guerra civil, residiendo desde entonces en Ciboure. Acostumbrado a cruzar la muga por sus actividades de contrabando, pronto se pone al servicio de las redes de paso que trabajan para los aliados y se dedica casi exclusivamente a esta tarea. "Cométe" es una de las redes de evasión, especializada sobre todo en el paso de aviadores aliados, más famosa de la II Guerra Mundial. Funciona con su centro en Bruselas, donde una joven belga, activa y dinámica, conocida con el seudónimo de "Dedée", echa los cimientos de la organización ya en 1941. Poco después contacta en Anglet con un matrimonio belga, los De Greef, que viven allí trabajando en colaboración con el Ayuntamiento en la ayuda a los refugiados de su país, muy abundantes por la zona. Pronto entrán en contacto con Florentino Goikoetxea que se convertirá en su "mugalari" oficial. Con su ayuda "Dedée" marcha a Bilbao donde, tras un primer contacto en el consulado británico, conseguirá la ayuda del Gobierno de SM para mantener el funcionamiento de la red. Antes de volver a la Francia ocupada conoce en San Sebastián al matrimonio Aracama, formado por Bernardo Aracama y Antonia Sarasola, que se pone incondicionalmente al servicio de "Cométe". Aracama, que tiene un garaje del mismo nombre en la calle Peña y Goñi de San Sebastián, prestará inestimables servicios a la organización, que continuará actuando hasta la Liberación, a pesar de la detención de "Dedée" el 15 de enero de 1943. Poco antes de la retirada de los nazis de Iparralde, en julio de 1944, Florentino, que vuelve de un viaje al interior, es ametrallado por una patrulla alemana cuando acaba de pasar la muga. Detenido por la Gestapo, es conducido herido al hospital de Bayona. Sus compañeros de "Cométe", valiéndose de una estratagema, lograron liberarle. Poco después, en agosto, las tropas nazis abandonarán el País Vasco peninsular.

Pero hubo también otros "mugalaris" igualmente notables. Recordemos brevemente al zuberotarra Dominische Etchegoyen que, una vez desmovilizado al firmarse el armisticio, vuelve a Mauléon donde pronto empezará, de manera improvisada al principio, a pasar la muga. Contacta con los británicos y trabaja activamente en el paso de la frontera hasta que es detenido. Deportado al campo de concentración de Oraniemburgo, logrará volver sano y salvo a su pueblo al término de la guerra. También zuberotarras como Dominische, son los hermanos Eyheramendy, del caserío "Cohurt" de Saint-Engráce, que desarrollaron una meritoria labor entre 1942-1944, logrando pasar a 375 personas por los senderos de Binbaleta y de Bellai. A pesar de que la Gestapo les detendrá e interrogará, los hermanos Eyheramendy, una vez libres, continuarán ayudando a pasar la muga a los fugitivos hasta que llegue la Liberación.

El guipuzcoano Rufino Jauregui, del caserío "Agerretxemendi" de Gabiria, donde nació el 14 de noviembre de 1913, es otro de los grandes "mugalaris" de la época. Desertor del Ejército franquista, huye a Francia y se refugia en Cambo donde vive, junto con otros refugiados vascos, alquilando una granja llamada "Uraldia". Son tiempos difíciles y Rufino, para aumentar sus escasos ingresos, hace algo de contrabando. Pronto recibe algunos encargos de los hoteleros de la zona y pasa a algunos fugitivos hacia España. En abril de 1942, es contactado por dos oficiales franceses y a partir de ese momento pasa a integrarse en la red "Alsace" que, desde París, le manda, cada vez en mayor número, candidatos al paso de la muga. Aunque al principio trabaja solo, más adelante contará con la colaboración de los hermanos Amestoy de Cambo. A partir de 1943 comenzará a trabajar también para la red "Buckmaster" del S. O. E. británico. Rufino Jauregui, amigo del "solidario" Manu Robles-Aranguiz, que vive en su caserío de Briscous, no lejos de Cambo, se mantendrá en contacto con él. Cuando Rufino sea buscado por la Gestapo se refugiará en su casa durante una temporada. Al final, Rufino Jauregui y sus amigos, los hermanos Amestoy, lograrán salir con bien de la aventura, contabilizando cerca de 400 personas pasadas.

Pero el paso de la muga no es, generalmente, lo peor de la aventura que deben correr los fugitivos que huyen del nazismo. Una vez en la España franquista, la mayoría de ellos son detenidos por la Guardia Civil que, al principio, los entrega de nuevo a los alemanes. Más adelante, según vaya cambiando la situación bélica, los detenidos serán conducidos a la cárcel de Pamplona, donde la situación es deplorable, para ser internados posteriormente en el tristemente famoso campo de concentración de Miranda de Ebro, donde existe una importante colonia de vascos de Iparralde. De allí serán, poco a poco, reclamados por las autoridades aliadas que los irán liberando.