Literatos

Unamuno Jugo, Miguel de

Miguel de Unamuno escribió mucho, principalmente a partir del siglo XX. Por lo que a la literatura respecta, trabajó la narración corta, la novela, la poesía y el teatro. Asimismo, cabe destacar la importancia de los ensayos redactados sobre temas filosóficos. A pesar de que la del bilbaíno fue una producción harto extensa, algunas constantes se mantienen y repiten en varias de sus obras.

En el ámbito de la narrativa Unamuno quiso superar el modelo y los límites cerrados de la novela del siglo XIX, y para ello creó el concepto nivola, que aplicó a algunas de sus obras. Quiso plantar cara a algunos de los rasgos principales de la novela realista (la evolución psicológica de los personajes, la descripción minuciosa y realista, el narrador omnipresente en tercera persona, etc.), y para ello creó el concepto nivola, modelo literario en el que destacan el escaso desarrollo psicológico de los personajes (es decir, el uso de personajes planos, dueños o representantes de una única o de pocas ideas) y la importancia dada a la forma narrativa.

En 1895 se publicó Paz en la guerra (1895). La historia está ambientada en el Bilbao de la tercera guerra carlista, y Unamuno quiso describir en ella la relación entre las personas y el entorno que las rodea. Según muchos de los críticos de la época, el libro es el fiel retrato de la vida en Bilbao en aquella época, donde el autor bilbaíno reivindicó la relevancia de las vidas sencillas y la estima por la víctimas de la historia.

Amor y pedagogía vio la luz en 1902 y es un trabajo que se halla en el límite entre la novela y el ensaño. Se trata de una farsa grotesca que Unamuno empleó para realizar una crítica (a veces trágica, a veces cómica) de la sociología positivista. Parece que el objetivo del autor era dejar en ridículo la pedagogía científica.

Recuerdos de niñez y mocedad (1908) es un trabajo principalmente autobiográfico en el que Unamuno habló de sus niñez y juventud en Bilbao. Cinco años después apareció El espejo de la muerte (1913), colección de 26 relatos. Un año más tarde se publicó el trabajo literario más conocido del bilbaíno: Niebla. Se trata de un trabajo acerca de la mortalidad e inmortalidad del alma, y tiene como base la inquietud filosófica; es decir, se trata de una ficción sobre la duda. Precisamente fue un recurso recurrente en la obra de Unamuno el emplear la ficción para dar salida a sus inquietudes y propuestas psicológicas.

En 1917 reunió la historia de Caín y Abel en una única persona (Joaquín Monegro, que hace las veces de Caín) en el trabajo Abel Sánchez. Ya en la década de los años 20 publicó Tulio Montalbán (1920), Tres novelas ejemplares y un prólogo (1920), La tía Tula (1921), Cómo se hace una novela (1927) y San Manuel Bueno, mártir (1927). Entre dichas obras son las últimas tres las más conocidas. En la primera aparece un elemento inusual, por lo general, en los trabajos de Unamuno: el erotismo (si bien es cierto que aparece difusamente). La segunda, a pesar de que el título puede inducir a pensarlo, no es un manual literario, sino la radiografía que el propio Unamuno hizo sobre su novelística. La tercera, San Manuel Bueno, mártir es posiblemente el trabajo literario más logrado del bilbaíno. Los hechos no se desarrollan en un lugar concreto, sino en lugares legendarios, y el autor llega hasta el fondo de los personajes.