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Torres de Elorz

Torres es uno de los pueblos ubicados en el centro del valle de Elorz, junto con Zabalegui, ocupando una amplia extensión llana. Consecuentemente, su disposición es más libre, con casas de mayor superficie en planta, ubicadas además de manera exenta y formando amplios espacios abiertos, que hoy en día van colmatándose con construcciones nuevas, impulsadas y atraídas por la cercanía de Pamplona.

Delante de la iglesia se abre una plaza, en la que encontramos un caserón dieciochesco de notables proporciones, que nos recuerda a modelos de la zona de Sakana y Arakil. Su planta es amplia y rectangular, y presenta dos alturas más ático, todo ello bajo tejado a dos aguas con amplias limas en los lados cortos. Lleva un tratamiento del muro que pudiéramos calificar como "clásico" en la zona, con un enlucido blanco que salva los ángulos de los paños, los enmarques de los vanos y un zócalo bajo. Las ventanas son rectas, con antepechos moldurados en el piso noble, y la puerta es en cambio de medio punto, con trece dovelas que llevan la rosca moldurada.

Adosada a la cabecera de la iglesia encontramos la llamada "Casa Grande", que es un edificio palaciano muy austero y sencillo, propio del siglo XVI. Tiene una planta cuadrangular, con patio central, y su fachada se abre mediante dos torres unidas por un cuerpo central bajo, en cuyo centro se abre el acceso principal. La fachada principal va enlucida, mostrando dos alturas el cuerpo residencial y una más las torres, que rematan con tejados en pabellón de salientes aleros. Las ventanas son cuadrangulares, y la puerta un medio punto muy sencillo, con trece dovelas que llevan la rosca decorada con una media caña. El ala que mira al río muestra aún dos ventanas geminadas góticas, compuestas por arquillos conopiales, que denotan un origen medieval. De esta casa sabemos que pertenecía a Fernando de Torres en 1536, y en 1740 a Miguel Ignacio de Ollo, que consiguió que fuera declarada palacio de cabo de armería, por sentencia del Consejo Real. En el año 1990 pudimos acceder a su interior, para admirar la magnífica colección etnográfica reunida en su zaguán. Bien pudiera ser este el palacio de cabo de armería de Torres, cuyas armas se citan en el Libro de Armería del Reino de Navarra (L.A.R.N. nº 205), aunque también se pudiera corresponder con el inmueble que describiremos a continuación. La carencia de labras heráldicas hace muy difícil la resolución de este dilema.

En un extremo del pueblo vemos otro edificio de empaque, que debe datar sin duda de época medieval, a pesar de haber sido muy alterado en recientes intervenciones. Muestra planta cuadrangular, con cuatro alas que encierran un patio central, y una torre de piedra en uno de los ángulos, posible núcleo originario del palacio. Sus muros van sin enlucir, mostrando paños de diversa estereotomía, con mampostería concertada y sillarejo. Como hemos dicho más arriba, la adición de cuerpos modernos y la apertura de nuevos vanos han desfigurado un tanto su aspecto, que hoy se presenta un tanto abigarrado, pero sin duda este edificio pertenece a una tipología de palacio fuerte medieval muy repetida en toda Navarra. Otras casas de aspecto tradicional, en general muy reformadas pero en buen estado de conservación, aparecen dispersas y mezcladas con otras de nueva factura.

  • Ermitas

Sabemos de la existencia de tres, aunque hoy en día no queda rastro de ninguna de ellas. De la de San Jorge, que se mandaba reparar en 1595, sabemos que se mandó derribar en el año 1627, utilizando la piedra para construir la casa parroquial, y poniendo una cruz en su lugar. San Andrés fue un monasterio existente ya en los siglos XI y XII, que su constructor Fortunio de Labiano cedió a su hijo, y posteriormente este se la dio al obispo de Pamplona. En 1679 las autoridades eclesiásticas mandaban que se reparara en el plazo de dos meses, y de lo contrario que se derribara. La tercera ermita estaba dedicada a San Sebastián, y fue la única que al parecer visitó el obispo Igual de Soria en el año 1799, cuando la mandó reedificar.

  • Parroquia de San Pedro

En origen se trataba de una iglesia gótica del siglo XIII, aunque ha sufrido importantes reformas en el siglo XVI. La planta consta de una única nave, dividida en tres tramos de longitud desigual, más una cabecera profunda que funde crucero y ábside en un único ámbito. Remata en un ábside de tres paños. La puerta se abre en el muro meridional, y va protegida por un pórtico sobre pilares. Enfrente hay una capilla bautismal dividida en dos ámbitos. Dos capillas de planta cuadrada se adosan a modo de transepto, y la sacristía, de planta pentagonal irregular, se abre a la cabecera por el lado de la Epístola.

Los muros son de buena sillería, mejores los paños correspondientes a la ampliación del siglo XVI. Al interior presentan sendos arcos escarzanos para acceder a las capillas laterales, y se perforan además con dos ventanas, una de medio punto abocinado situada en el muro de los pies y otra recta en el brazo derecho del transepto. A los pies de la nave hay un coro alto, sobre arco de embocadura escarzano y con balaustrada simple de madera.

La nave presenta tres tramos de bóveda de cañón apuntado, separados por fajones de sección cuadrangular, que apean en ménsulas unidas por una imposta que recorre el perímetro interior del templo. Se conservan cuatro capiteles románicos, de los cuales tres presentan decoración figurativa. Uno de ellos muestra varios rostros monstruosos, de los cuales uno está engullendo a un ser humano, otro muestra rostros semejantes, que sujetan lo que parece ser una antorcha, y un tercero muestra caras circulares muy esquematizadas. Pertenecen a un estilo románico muy elemental y rústico. La cabecera recibe una bóveda de crucería estrellada de seis puntas, que se adapta a la forma definida por el ámbito del crucero y el ábside. Las capillas laterales muestran crucerías simples, y la sacristía una bóveda de nervios adaptada a su planta irregular.

Al exterior, la torre se alza sobre el tramo de los pies. Su fuste es corto y liso, y tan sólo se perfora por un medio punto en ladrillo para las campanas, rematando con un tejado en pabellón. En uno de los lados se adivina lo que parecen ser cuatro merlones de un antiguo adarve almenado, con clara vocación defensiva. Un pórtico de ladrillo se abre por tres grandes arcos de medio punto, sobre pilares de piedra de sección cuadrangular. La puerta propiamente dicha consta de un sencillo arco apuntado y abocinado, con tres arquivoltas lisas que apean en otras tantas columnitas por lado, con basas y capiteles moldurados. La talla figurativa se reduce a una única cara, muy esquemática, en el lado izquierdo. Un guardalluvias recorre la rosca externa del arco, y lleva en su clave una placa con labra heráldica muy perdida. En las basas se aprecian aún claros restos de policromía de vivos colores.

Al interior, el presbiterio está ocupado por una escultura de bulto de San Pedro, titular del templo. Es renacentista, del tercer cuarto del siglo XVI, y es el único resto del antiguo retablo, ejecutado por Miguel de Espinal y Juan de Aizpún. Se representa como pontífice, sedente, bendiciendo con una mano y sosteniendo la llave con la otra. Los ropajes son ampulosos y con plegados plásticos, aunque con tendencia a la simetría. Los ademanes son algo rígidos y el rostro inexpresivo. Según testimonios que recogieron J.M. Aicua y J. Asiron (1990), el resto del retablo fue vendido a fines del XIX a unos anticuarios catalanes.

En la capilla bautismal del lado del Evangelio podemos ver una pila bautismal con fuste corto cilíndrico, gran capitel decorado con bolas y taza semiesférica gallonada. Vemos igualmente un Crucificado del XVII. En el brazo norte del transepto hay un retablo neogótico sin demasiado interés y con imaginería moderna.

En el lado de la Epístola encontramos otro retablo neogótico, en el brazo correspondiente del transepto, y junto a la puerta una pila aguabenditera con la fecha de 1746. En la sacristía hay un sagrario barroco y un Crucificado romanista ejecutado por el ensamblador pamplonés Pedro de Arraidu, así como alguna pieza de orfebrería.

  • CARO BAROJA, J.: La casa en Navarra, Pamplona, vol. III, C.A.N. 1982, pp. 64.
  • GARCÍA GAÍNZA, M.C. (et. alt.): Catálogo Monumental de Navarra, vol. IV*, Merindad de Sangüesa, Abaurrea Alta-Izalzu, Pamplona, Gobierno de Navarra, Arzobispado de Pamplona, Universidad de Navarra, 1989, pp. 265-268.
  • PÉREZ OLLO, Fernando: Ermitas de Navarra, Pamplona, C.A.N., 1983, pp. 234.
  • LACARRA DUCAY, Mª Carmen (et. alt.): Navarra, guía y mapa, Estella, C.A.N. 1983, pp. 277.
  • MENÉNDEZ PIDAL, Faustino; MARTINENA, Juan José: Libro de Armería del Reino de Navarra, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2001, nº 205.
  • V.V.A.A. El Valle de Elorz. Naturaleza, Historia y Arte. Pamplona, Ed. Ayuntamiento del Valle de Elorz y Príncipe de Viana, 1990, pp.194-198.

JAS 2009