Léxico

Sindicalismo

En el campo sindical, las ideologías añaden divisiones adicionales a la ideología anti-capitalista originaria que opone los trabajadores a los empresarios. El aporte de ideologías externas a los sindicatos ha procedido primordialmente de los partidos políticos. En los inicios del movimiento obrero los objetivos de los partidos socialistas y sindicatos eran con frecuencia indistinguibles. El sindicalismo político quedó después dividido allá donde existía un fuerte elemento católico. También se dividió cuando, tras la I Guerra Mundial, se produjo una escisión ideológica en el movimiento obrero entre los social-demócratas partidarios de la reforma y los comunistas partidarios de la revolución.

Ello dio lugar a la formación de los pilares partidos-sindicato. A fin de sobrellevar las rivalidades ideológicas, pero también de resistir a la hostilidad estatal y patronal, el movimiento obrero creó redes sociales en forma de sub-culturas organizativas. En el seno del pilar se daba una interdependencia de partidos, sindicatos, cooperativas, organizaciones de masas... la cual ha sobrevivido en algunos casos a la separación formal de los "hermanos gemelos".

En los años 20 habían cristalizado en Europa occidental los cuatro "mundos del trabajo" que, si bien profundamente transformados, subsisten en la actualidad. Los dos primeros, laborista y social-demócrata, de sindicalismo unitario, surgen sólo de la divisoria de clase. Los dos siguientes se inscriben en el pluralismo sindical; la divisoria (cleavage) de clase se cruza con las divisorias de Iglesia-Estado, y reforma-revolución, dando lugar a los sindicatos cristianos por un lado, y a los sindicatos comunistas por otro. Más tardía es la influencia en el mundo sindical de la divisoria centro-periferia, que ha creado en países concretos un quinto "mundo del trabajo", el de los sindicatos nacionalistas.

Mientras que el pluralismo es inherente a los partidos políticos, en el mundo sindical es por el contrario un fenómeno particular, que aparece sólo cuando la divisoria de clase se cruza con las otras divisorias de la modernidad. En la Unión Europea de los 15,

  1. la divisoria Reforma-Revolución agrupaba a los sindicatos poscomunistas, con el 15% de los afiliados europeos
  2. la divisoria Iglesia-Estado, a 6 sindicatos cristianos, con el 10% de los afiliados
  3. los sindicatos laboristas y social-demócrata agrupaban al porcentaje mayor de afiliados, el 60%.

Pueden destacarse, en Estados y países concretos de Occidente, los siguientes pilares, (se detalla el sistema de pilares vasco):

  1. el pilar laborista británico
  2. el pilar social demócrata "reunificado" (por fusión de los pilares socialista y cristiano) alemán
  3. el pilar social-demócrata sueco
  4. los sistemas de pilares francés e italiano polarizados por la ideología (socialista/ comunista) y segmentados por la religión
  5. el sindicalismo español, polarizado por la ideología y por el conflicto centro-periferia
  6. el sindicalismo belga, segmentado por la religión e influido por el conflicto nacional entre valones y flamencos
  7. el sindicalismo de Estados Unidos, economicista
  8. el sindicalismo canadiense, mediado por el conflicto centro-periferia Canadá versus Quebec, que no se ha polarizado por la oposición de las dos partes al hegemón estadounidense
  9. el sindicalismo vasco, polarizado en Hegoalde por el conflicto nacional centro-periferia.

Tras la implantación de la UGT en el País Vasco a fines de siglo, se creó en 1911 un sindicato cristiano y nacionalista vasco, la futura ELA. Durante el franquismo surgió el movimiento clandestino de las comisiones de obreros, transformada más tarde en las CCOO de Euskadi. En los años 60 ELA se desconfesionalizó y despilarizó respecto del PNV; en los 70 surgió un sindicato nacionalista de una escisión de ETA, LAB, integrado en el pilar del nacionalismo vasco de izquierdas. A la muerte de Franco existían pues cuatro sindicatos divididos por el conflicto nacional: UGT vasca y CCOO de Euskadi por una parte, y ELA y LAB por otra. Los sindicatos de ámbito vasco, ELA y LAB, se opusieron a la política de Pactos Sociales y a la centralización sindical establecida por el Estatuto de los Trabajadores. Las consecuencias traumáticas de las reconversiones les afectaron menos que a las secciones vascas de los sindicatos de Estado, confiriéndoles una amplia mayoría en los años 90 en la Comunidad Autónoma Vasca; no así en Navarra, donde la relación de fuerzas entre los bloques era la inversa.

El sindicato mayoritario ELA, tras el fracaso de su proyecto de creación de un marco de concertación fordista, asumió la estrategia de "contrapoder", y concluyó desde 1993 una unidad de acción con LAB. La política de bloques sindicales se enconó por las discrepancias sobre la financiación de la formación continua y por la oposición del bloque nacionalista a la recentralización de las relaciones laborales. Posteriormente la división ha aumentado por la distinta actitud adoptada ante la política de recortes del Bienestar del gobierno socialista; mientras que ELA-LAB convocaban en enero de 2011 una huelga general de protesta contra las reformas, UGT-CCOO concertaban un pacto social con el Gobierno.

Los sindicatos se desarrollaron cuando las identidades y estilos de vida reflejaban el lugar que ocupaban las personas en las relaciones de producción. Hoy sin embargo, en el mundo fragmentado posfordista, los roles consumistas cuentan más que los productivos, y las relaciones individuales más que las colectivas.

La erosión contemporánea de la identidad obrera debida a estos factores ha afectado de distinto modo las relaciones sindicales con los partidos por una parte, y con los movimientos sociales por otra. La despilarización, esto es, el debilitamiento de los lazos partidos-sindicato y el desdibujamiento de los límites del cierre social que opera el pilar, es un elemento estructural de las tres últimas décadas posfordistas.

En la actualidad, la despilarización se traduce, más que en la crítica sindical interna, en la desafección y apatía hacia los sindicatos, y en la erosión de los lazos de éstos con los "partidos hermanos". Tiene dos manifestaciones: una a nivel de los elementos sociales de los elementos del pilar en forma de desegmentación; otra a nivel de los lazos organizativos partido-sindicato en forma de disociación.

La despilarización (sobre todo en su forma de desegmentación social) obliga a los sindicatos a ir más allá de las fronteras de sus subculturas, y a abrirse a las nuevas canteras del trabajo femenino y el sector terciario sin perder su base del trabajo manual: lo que no siempre es fácil; y también a reaccionar de modo distinto ante los nuevos movimientos sociales.

Los sindicatos comparten con ellos, al menos parcialmente, un carácter identitario. Ello se manifiesta en la naturaleza de sus relaciones: la lógica del pilar partido-sindicato es exclusiva y vertical; la de los lazos sindicatos-movimientos sociales, inclusiva y horizontal. No caben parejas en el marco posmoderno, o si se quiere, posfordista, de la acción colectiva; como es comprobable, la disolución del pilar partido-sindicato no puede sustituirse, ni se ha sustituido, por el binomio sindicato-nuevo movimiento social.

Pero la apertura de los sindicatos hacia los movimientos sociales deriva también del hecho de que no existe una única identidad de los trabajadores, la laboral; de que en su marco de vida coexisten con ella las múltiples identidades del género, del grupo de edad, las ecologistas, las identidades étnicas, regionales, nacionales... Esta apertura puede reforzar por ello la acción sindical.