Concepto

Silo

Sabemos que ya en el 8.000 a.C. aparecen las primeras evidencias del cultivo de cereales, en Asia Occidental (Mesopotamia, Siria, Jordania, Turquía e Irak).

Con la aparición de los cereales, y la nueva forma de vida, la agricultura, aparecen también otros elementos en la cultura material de aquellas gentes, nuevos aperos de trabajo, y uno de gran interés para nosotros como son los silos.

Joan Corominas en su obra al definir la palabra silo dice1:

voz peculiar del castellano, de origen incierto, seguramente prerromana y emparentada con el vasco zilo, zulo, "agujero", con el sentido primitivo de "cueva para guardar grano"; es probable que en definitiva proceda del céltico "silon".

Silo según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española es:

un "lugar subterráneo y seco donde se guarda el trigo u otros granos, semillas y forrajes" y por extensión "cualquier lugar subterráneo, profundo y oscuro".

No hay que olvidar que también existieron los hoyos, agujeros en el suelo que fueron utilizados con muy diversos fines2:

  1. Como lugares de enterramiento de fardos funerarios.
  2. Como graneros, silos o cías, bien en función de despensa temporal o para guardar el grano ante un peligro inminente, o como almacén para las simientes de la siguiente campaña cerealista.
  3. Como lugares para esconder joyas o herramientas.
  4. Para líquidos (aceite, vino, agua), en cuyo caso sería más propio llamarles aljibes.

En la descripción de ciudad romana de Ercávica (Cañaveruela, Cuenca) realizada en 1765 por D. Francisco Antonio Fuero3 indicaba la existencia de entre 60 a 70 silos en forma de tinajas a abiertos a pico en el peñasco y explicaba que se hacían

"debaxo de tierra, en grandes Sótanos, y Cuevas, tambien son reliquias de tiempo de Romanos. Testigo de ello es Plinio, que contando las varias prevenciones de que todas las provincias del mundo usan para conservar sin daño los granos".

La forma de utilizar estos hoyos como silos pudo ser:

  1. Colocar dentro de las fosas unos recipientes de cerámica para el grano.
  2. Forrar el interior del hoyo con arcilla.
  3. Almacenar directamente el grano.

Los autores Peña-Chocarro, Zapata, González e Ibáñez investigaron estos elementos que aún se utilizan en Marruecos y nos han aportado un detallado informe de su uso4.

Una vez limpio el interior se enlucían las paredes con una mezcla de tierra, paja, moyuelo y agua, o bien barro y excrementos de vaca. Tras el enlucido se metía un pequeño fuego para secar las paredes. Luego se forraban estas con paja que se sujetaban con varas de cañas que recorrían todo el perímetro en diversas alturas a modo de zunchos, con el fin de aislar lo más posible el grano de la humedad de las paredes. Igual se hacía con el fondo.

Se llenaba con el grano bien prieto y se añadía paja bien tupida hasta la boca. Luego se cerraba con una gran piedra y una capa de barro con excrementos de vaca. Era muy importante que no pasara al interior nada de oxígeno, de forma que la respiración del grano se efectuara únicamente a costa del aire encerrado en el interior al principio. Parte del grano interior comenzaba a germinar, sobre todo el colocado más cerca de la superficie y las paredes, con lo que consumía en este proceso de germinación todo el oxígeno interior y producía anhídrido carbónico, deteniéndose en ese momento este proceso de germinación y creando en el interior una atmósfera estable que garantizaba la buena conservación del resto.

Si entraba humedad o algo de oxígeno el proceso de putrefacción comenzaba de nuevo hasta llegar de nuevo a estabilizarse, siempre claro está a costa de alguna pequeña cantidad de grano.

Muchos autores afirmaban que este sistema de conservación era para tenerlo largo tiempo, y no se podía abrir y cerrar, por lo que solamente se abría para su consumo, pero la experiencia de los profesores antes citados indicaba que en Marruecos los silos se abrían cada cierto tiempo (cada 3 o 4 semanas y como máximo cada dos meses) con el fin de extraer parte del grano. Como consecuencia cada vez que se abría germinaba la capa de grano situada en la parte superior, que se eliminaba después en las sucesivas aperturas y este material se daba a los animales.

Estos silos marroquíes solían tener una boca de unos 0,8 m de diámetro, capaz para poder entrar por ella una persona, un diámetro interior de unos 3 metros y una profundidad entre 5 a 6 metros. Su capacidad era variable, pudiendo contener hasta los 1.000 kilos de cereal. Sobre ellos se construía una especie de montículo que servía para indicar su ubicación, esto en los que se hacían en el exterior de la casa, ya que los del interior se buscaban por medio del sonido, simplemente golpeando el suelo.

En estos silos se guardaba trigo, cebada, garbanzos, habas, etc. que constituían la reserva alimenticia de la familia o la comunidad. Como luego veremos se agrupaban también los silos en terrenos comunales, que formaban las silerías.

En 1988 los profesores Alcalde y Buxó5 hicieron una prueba experimental enterrando granos de trigo espelta en un silo y tras un tiempo sacaron las siguientes conclusiones:

  1. El grano que se almacenaba era mejor que estuviera sin arista, ya que cuanto más junto estaba uno de otro, más fácilmente se protegía de los microorganismos.
  2. Tras sembrar el grano así guardado dio un rendimiento del 90 % probando de este modo su efectividad.

Diremos que han sido numerosos los "hoyos" (entiéndase como agujeros y no como graneros) de los que tenemos noticias y que generalmente se les ha llamado "silos" (respetaremos el nombre que le dan los diversos autores).

En el poblado neolítico de Los Cascajos (Los Arcos, Navarra) se encontraron restos de una cabaña, y un silo, supuestamente unido a usos agrícolas6. También de esta época es el silo funerario localizado en Can Torras (Castellar del Vallés, Barcelona)7.

De la primera mitad del Tercer Milenio a.C. datan unos hoyos estudiados por el citado profesor Lizcano en el castillo de Torredonjimeno (Jaén).

De la Edad del Cobre es un silo campaniforme encontrado en Cerillo Blanco (Porcuna, Jaén). También del Calcolítico en un silo de almacenaje encontrado en el poblado fortificado de Torrequemado, a unos 18 km de Cáceres capital8 y en las excavaciones de Peña Oviedo (Camaleño, Cantabria) se encontró una cabaña, dos silos y una estela con grabados, todo ello del Calcolítico, de hacia el 2.800 a.C.9

En Camposoto sobre la Bahía de Cádiz se encontró en la base de una cabaña un silo de 1,8 m de profundidad, del 2.000 a. C. del Bronce Antiguo10 y también varios silos campaniformes excavados en roca en el castillo de Alcalá de Guadaíra (Sevilla)11.

Al norte de la península, también de la misma época, tenemos un silo que contenía aún avellanas en su interior, así como restos metalúrgicos en la cueva de Arangas (Cabrales, Asturias)12. También se han encontrado hoyos en nuestra zona: en los poblados de Saratsua, Larrumberri, Inurrieta, Astarosoa, Puente del Cerrado, Lorkazarra, Osaleta y Cortecampo II.

De época ibérica (s. III a.C.) data el silo encontrado en San Esteve d'Olius (Lleida)13.

Ya de época romana se ha encontrado una cabaña y un silo, cerca de la masía de Can Castelles en Vidreres (Girona), datados entre el I al II a.C., otro silo con restos de alimentos, de esta época apareció en la cueva de Canaleja (Romagordo, Cáceres)14 y también en el Oppidum de Iruña (Trespuentes, Álava)15.

Dos ho yos y 5 tumbas aparecieron en la excavación de la basílica paleocristiana de Son Peretó (Manacor, Mallorca)16.

Silos subterráneos utilizados para granos, utilizados entre los siglos VI y VII, han sido recientemente descubiertos en Álava tanto en La Escalada (Barrutia) como en el despoblado de Ristra (Zalduondo)17.

Del siglo XI es un silo localizado en el castillo de Gallinera de Alicante18. También en Herrera del Pisuerga apareció otro medieval.

En La Puente de Cádiz, se localizaron varios "silos agrícolas" de entre el XIII al XV19.

En Vitoria se localizó un silo excavado en roca natural, datado entre el siglo XIII y el XV20.

Recurriendo a la etnografía diré que según me informaron en Libia, allí existía la costumbre de efectuar grandes agujeros en el suelo, de unos 2 a 3 metros de fondo y con paredes revocadas, en donde se guardaba el grano por capas (grano, hierba, grano, hierba, etc.). En la parte superior se metía un ladrillo o teja con el nombre del dueño y luego se tapaba. El sitio lo conocía el dueño del grano y el del terreno, que solía ser un gran señor de la zona, persona de todo respeto que hacía las funciones de trojero. Cuando se necesitaba se acudía allí y se retiraba el grano. A cada uno de estos graneros subterráneos se llamaba "matmur" y la zona donde estaban los graneros "ogla".

Como hemos visto, estos elementos han sido usados por los agricultores de todas las zonas (también los de nuestra zona), ya desde el neolítico, hasta prácticamente nuestros días. Otra cosa con las silerías (campos de silos) que se ven en una primera fase neolítica y, posteriormente, desde el V al XII en donde parece que decaen en su uso, con algunas excepciones como el de Talavera la Real y al otro lado del estrecho.

1COROMINAS, J. y J.A. PASCUAL. Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico. Editorial Gredos. Madrid. 1983. Tomo V. pgs. 247

2Sería quizás más propio llamar "zulo", nombre recién incorporado al diccionario por la Academia como "lugar para ocultar cosas o personas secuestradas".

3FUERO, Francisco Antonio. Ercávica. Boletín de la Real Academia de la Historia.

4PEÑA-CHOCARRO, Leonor, Lydia ZAPATA PEÑA, Jesús E. GONZÁLEZ URQUIJO y Juan J. IBAÑEZ ESTÉVEZ. Agricultura, alimentación y uso del combustible: aplicación de modelos etnográficos en arqueobotánica. Revista Saguntum. Universidad de Valencia. Valencia. 2000. pgs. 403-420.

5ALCALDE I GURT, Gabriel y Ramón BUXÓ I CAPDEVILLA. Almacenamiento y explotación del trigo de espelta.

6ERCE, Ande, Jesús GARCIA, Jesús SESMA, Raquel UNANUA y Nicolás Zuazua. La Cabaña nº 7 del poblado de "Los Cascajos" (Los Arcos, Navarra): un ejemplo de depósito voluntario de utillaje para la talla del silex. Actas III Congreso Neolítico en la Península Ibérica. Santander 5 al 8 octubre 2002. Universidad de Cantabria. 2005.

7COLL, Joanmanuel y Jordi ROIG. La inhumación colectiva en el silo del neolítico medio de Cam Torras (Castellar del Vallés, Barcelona). Actas III Congreso Neolítico en la Península Ibérica. Santander 5 al 8 octubre 2002. Universidad de Cantabria. 2005.

8La Nueva España. Oviedo. 2007.08.22

9DÍEZ-CASTILLO, Agustín. Arqueología de Cantabria

10Diario de Cádiz. 09.03.2008.

11DOMÍNGUEZ BERENJENO, Luis. Complejo fortificado de Alcalá de Guadaíra (Sevilla). Revista Aparejadores. Nº 68. Diciembre 2004.

12El Periódico. Caceres. 2007.03.06

13Hallazgo ibérico en Olius

14GONZÁLEZ CORDERO, Antonio. Romangordo

15FARIÑAS, J. Silo en el Oppidum de Iruña (Trespuentes, Álava). Estudios de Arqueología Alavesa. Vitoria. Tomo I. Año 1966. pgs. 162-163.

16Diario de Mallorca. Palma Mallorca. 2007.09.29

17ARKEOIKUSKA. E.J.-G.V. Departamento de Cultura. Vitoria-Gasteiz. 2008. p. 96 y 163.

18La Vall de Gallinera

19SÁEZ ESPLIGARES, Antonio y Antonio M. SÁEZ ROMERO. Reflexiones acerca del "Concejo de la Puente" origen y desarrollo en los ss. XII-XIV. Arqueología y Territorio Medieval. Universidad de Jaén. Jaén. 2005. pgs. 7 - 34.

20DOMÍNGUEZ, Ainhoa, Mª Cruz ZULUAGA y Luis Ángel ORTEGA. Estudio de la cerámica bajomedieval en Vitoria, a través de la intervención practicada en la manzana II. Revista Isturitz. Eusko Ikaskuntza. San Sebastián. Nº 11. 2001. pgs. 23-49.