Valles

Salazar

El valle de Salazar está situado en el extremo norte de Navarra, lo cual va a condicionar la ubicación y la fisonomía de los pueblos que lo conforman, que son quince en total: Izalzu, Ochagavía, Ezcároz, Jaurrieta, Oronz, Esparza, Ibilcieta, Sarriés, Igal, Ripalda, Güesa, Izal, Gallués, Iciz y Uscarrés. El valle tiene una disposición alargada, con alturas considerables a ambos lados, por lo que los pueblos se sitúan en la estrecha zona baja, a menudo en las cabeceras de los puentes y en las confluencias del río Salazar con sus afluentes.

Se trata de pueblos de tamaño reducido, entre los que Ochagavía destaca por su población y por su trama urbana, seguido de cerca por Jaurrieta. Su estado de conservación es bueno, a pesar de la despoblación de las últimas décadas, y muestran cascos urbanos con una relativa escasez de elementos antiguos, debido sobre todo a las destrucciones e incendios, bien achacables a su condición fronteriza, como aconteció con la quema de Ochagavía en 1794, o bien casuales, como ocurrió con el incendio de Jaurrieta en 1880.

Se prefiere una disposición abierta del caserío, con casas exentas emplazadas en torno a grandes plazas abiertas, como vemos en Güesa, Izal, Iciz, Gallués y otros, aunque no faltan alineaciones de casas bastante bien conformadas, como vemos en Ezcároz y Oronz, en las que a veces parece haber habido cierta planificación, como se aprecia en Uscarrés, y que incluso parecen buscar un deliberado arracimamiento, como se ve en Jaurrieta, en Esparza, en el barrio Labaria de Ochagavía o en Oronz.

Las casas son de formato mediano, más reducido en los alineamientos urbanos y lógicamente mayor en los núcleos disgregados y de mayor sabor rural. Los tratamientos murales son los habituales en Navarra, con un enlucido que exceptúa zócalos, enmarques de los vanos e intersecciones de los paños. Se han perdido casi por completo los tejados de tablilla de madera, pero su estética perdura hoy en las empinadas cubiertas de teja plana, que a menudo tienen "rellanos", para aligerar la inclinación del caballete y así evitar las avalanchas de nieve sobre la calle. En general predominan las viviendas de los siglos XVIII y XIX, aunque no faltan las de filiación anterior, medieval incluso, como vemos en alguna casa palaciana de Iciz, Izal e Igal, en la casa Senberoiz de Esparza, en Burret de Ochagavía, en Zorrotza de Ezcároz etc. El palacio Urrutia en Ochagavía atestigua la antigua existencia de edificios fuertes en el valle, mientras que el palacio García-Labari de Izal evidencia la presencia de palacios medievales dotados de patio central y torres defensivas, al igual que vemos en otras zonas de Navarra. La presencia de un hórreo en Izal, por otra parte, ejemplifica la pervivencia de este elemento, muy común en la zona pirenaica de Navarra, en el valle de Salazar.

En el capítulo de arquitectura religiosa debemos señalar, en primer lugar, las iglesias de Iciz, Sarriés e Igal, construidas en un románico tardío y muy poco alteradas por reformas posteriores. También es importante la pervivencia del antiguo tipo de templo medieval navarro de transición del románico al gótico, fechable en torno al año 1200. Se caracteriza, como queda señalado en cada uno de los casos, por la planta única, frecuentemente terminada en testero recto, los muros con predominio del macizo y la preponderancia de la bóveda de cañón apuntado, dotada de fajones y con la presencia de la torre apoyando sobre el primer tramo de la nave. Vemos este tipo, aún con reformas y ampliaciones posteriores, en Uscarrés, Gallués, Güesa, Izal, Esparza y Oronz, aunque sin duda el ejemplo más puro, por desgracia en no muy buen estado de conservación, se encuentra en el señorío de Ripalda. También la iglesia de Ochagavía data del entorno del año 1200 pero, muy afectada por ampliaciones y reedificaciones posteriores, es hoy sobre todo una obra tardogótica, ejecutada en el siglo XVI. A este siglo pertenecen también las iglesias de Ezcároz e Izalzu. La iglesia de Ibilcieta, por otra parte, es obra moderna, de hacia 1960.

En lo que al arte mueble se refiere, debemos citar en primer lugar la Virgen con el Niño de Ibilcieta, románica del siglo XII, y la de Sarriés, gótica del XIII. Señalaremos también los Crucificados góticos de Oronz y Sarriés, así como la imagen de la ermita de Nuestra Señora de Muskilda, en Ochagavía, del siglo XIV. En lo que a la retablística se refiere, podemos citar los retablos romanistas de Güesa y Esparza, los de Iciz y Ezcároz, renacentistas, el de Izal, de estilo manierista, y muy especialmente el retablo mayor de Ochagavía, obra de Miguel de Espinal y uno de los mejores ejemplares de toda Navarra. También citaremos el retablo barroco de Oronz, obra de Juan de Echenagusía y ejecutado como el de Igal en el siglo XVII, y ya dentro del siglo XVIII los de Gallués y Uscarrés todavía barrocos, y el de Izalzu, que se expresa ya en lenguaje rococó.

Por último haremos alusión a las tres ermitas más importantes del valle, comenzando por la de Nuestra Señora de Arburua, obra del siglo XVI y sita en posición dominante, cerca de Izal. Las otras dos están localizadas en Ochagavía. La de Nuestra Señora de Muskilda es románica, del siglo XII, aunque ha sufrido reformas profundas, mientras que Nuestra Señora de las Nieves se localiza en Larrainzahar, en la Selva de Irati, y fue reedificada a mediados del siglo XX.

JAS 2011