Barrios

SAINT-ESPRIT

Revolución y conversión en comuna. Pero, una vez llegada la revolución, todo se viene abajo y se renueva y, a pesar de todos los esfuerzos de Bayona para oponerse, el burgo de Saint-Esprit se convierte en una comuna. Saint-Esprit, que, dicen los representantes del pueblo, en una carta dirigida al Comité de salud pública, «está animado del más puro patriotismo», recibió en 1793 el nombre Jean-Jacques Rousseau y también un comité de vigilancia, designado y proclamado al pie del árbol de la Libertad, el 11 de octubre de 1793, por los representantes del pueblo ante el ejército de los Pirineos Occidentales. Se componía de once miembros. Los procesos verbales de sus deliberaciones han sido insertados en un registro muy bien conservado y depositado a principios de este siglo en los archivos del departamento de las Landas, en Mont-de-Marsan. Publicándolo entero encontraríamos los detalles más interesantes sobre la vida diaria de esta ciudad, durante el período que nos ocupa y seguiríamos, por así decirlo, los pasos de la Revolución. Forzados como estamos, a limitarnos, mencionaremos sin embargo, la obra del Comité, tomando de ella algunos hechos sobresalientes, que estaban hasta hoy en la más completa oscuridad. M. Darricau, que ha sido el primero en estudiar este viejo registro, se expresa de la manera siguiente: Su primer trabajo fue organizar las visitas domiciliarias para buscar en los domicilios de los ciudadanos armas, dinero en metálico y subsistencias. Pero no tardó en pasar a los arrestos. Desde el 14 de octubre, delegó a dos de sus miembros para ir a casa del ciudadano Labrouche y encarcelarlo como sospechoso. Encerrado en la Ciudadela, pasó en ella largos meses. Del 17 de octubre al 1 de diciembre, decretos semejantes fueron aplicados a Lagrave, a Cassevé, juez de paz de Montagne-Seignax-San Andrés de Seignanx, a Villeneuve, su escribiente, denunciados ambos por un querellante descontento, a Forgues, Dupuy, Bautiac, Dulamon, a los ciudadanos Couche, Etiennette, Jeanne Moulin, Magdeleine de la Sallére, Magdeleine Tachoires, párroco constitucional de Jean-Jacques Rousseau, que había recibido una reprimenda, por haber anunciado un ayuno en la iglesia, en lugar del decadi, y se había reestructurado de la manera siguiente: Gabriel Soarés, alcalde, Furtado el joven, Salomon, Brandam, Gachibat, vicario de Saint-Etienne, Darague, tendero, Hillon Laporte, Darrac, agricultor, Poueits, Jacob Rodrigues. Oficiales municipales: Lévi el joven, Guise, peluquero, Blondel, Pierre Carmouse, Larré el joven, Aguillard, Séris, Cazeaux, Desclaux, Paradis, Léon el hermano mayor, Mario, Castro el pequeño, Verdet, Castro Chacon, notables. El 1 de diciembre señala un acontecimiento en los procedimientos del Comité de vigilancia. Hasta aquí, había puesto a los sospechosos en prisión, pero ahora, invistiéndose de un poder de corrección, se los encarcelaba sin información prealable, sin juicio, por el número de horas y de días que le convenía. Los pretextos ordinarios son la falta de respeto a las autoridades, los propósitos fanáticos antirrevolucionarios y, llevando al máximo la desenvoltura de sus abusos de poder, extiende esta jurisdicción arbitraria a las comunas vecinas del departamento de las Landas. Así, encarceló a B. L. Nounés, considerando lo poco amigo que fue de los asignados -papel moneda y cómo acaparaba hábilmente las especies españolas para sustraerse al decreto, etc. A decir verdad, esta operación inspirada por un notable sentido comercial era perfectamente lícita. Pero el miedo iba a hacer su obra. Cuando Nounés fue encarcelado durante cinco días se le propuso la libertad a cambio de la entrega de una donación patriótica de doscientas mil libras. Y Nounés ¿aceptó? nos preguntamos, y Meillan en sus memorias nos arroja alguna luz sobre el asunto: «En Bayona, le fue arrancada una suma de dinero a un viejo corredor, pagándosela con asignados. Poco después se detuvo al viejo, que según él no se había ocupado nunca en su vida de asuntos públicos, y cuando estaba en prisión se le ofreció la libertad por doscientos mil francos. Como se resistió a entregar dicha suma, capitularon y se pusieron de acuerdo por cien mil francos. Al tener éxito el asunto, el comité hizo detener igualmente a D. Delvaille, Jacob Delvaille, comerciante en telas, Mendez Salomon Brandam que, al parecer, quedaron en libertad dos o tres días después, mediante sendas donaciones de tres mil y cinco mil libras». Por otra parte, en el mismo Bayona, sucedía algo parecido. El ciudadano Bertrand, detenido como sospechoso, entregó 3.000 libras a la sociedad popular para la edificación del templo de la Razón, del altar de la Patria o de otra cosa cualquiera. Un certificado del presidente atesta este hecho. Pinet, encontrando que de esta manera «ha expiado sus faltas», ordenó que fuese puesto en libertad el 4 de junio de 1794. Siguiendo este orden de ideas, se imponían multas por todos lados. El 6 de julio, los ciudadanos Silva, Andrade, Fonséque, Florés, Miranda, tuvieron que pagar unas sumas que variaban entre cincuenta y cien libras, por haber «puesto un anuncio particular» el día, anterior, sábado, a pesar de un decreto de Monestier. Procurar fondos a la República era, como se ve, una cosa bien fácil y los representantes maravillados aprobaron por decreto el 11 de julio, estas ingeniosidades. No hay que pensar que fueran actos de persecución fomentados por los cristianos contra los judíos pues en el comité había una mayoría judía. Y esta circunstancia misma podía ser la causa de la dureza del comité. Además del cargo anterior contra Nounés, sus miembros le reprochaban haber suspendido sus predicaciones cuando hubiera podido utilizarlas por el bien de la República; y mientras se encontraba todavía en la cárcel, procedieron a la supresión de dos sinagogas conocidas bajo el nombre de Ben. Louis Nonés y de Thobias ex-Brandu, dejándoles sin embargo, la posibilidad de reunirse a las de Alexandre y Furtado. Estas miras materiales debían llevar, fatalmente, al comité, a la evaluación de las fortunas particulares. Y se elaboró un cuadro en el que distinguimos: Delvaille padre e hijo, 1.500.000 libras; Mendés, 1.500.000 libras; Furtado, 1 .800.000 libras; Moise, 1.200.000 libras; Labrouche, 1.500.000 libras, etc., formando un total de 9.490.000 libras. Señalaremos de pasada la detención del alcalde Montagne-Seignanx, cuyo nombre no se conoce, el 10 de diciembre de 1793; la de la ciudadana Duclerc ordenada por Pinet, el 27 de enero de 1794; después llegamos al 6 y 7 de febrero que marcaron uno de los peores momentos de la crisis revolucionaria, juzgando por la decisión siguiente del Comité de vigilancia. «Sesión de las once de la noche: considerando hasta qué punto la codicia y el egoísmo de los ricos han trabado hasta el presente la marcha de la Revolución; considerando que los hijos de la Montaña no tendrían esta sangre fría; considerando que sería un crimen retardar la medida de seguridad general, mientras que los agentes de Pinet y de Cobourg existen, decretan que los aquí nombrados serán llevados a la alcaldía hasta nueva orden y sus papeles incautados durante la noche». 1.° Etiennette Duteigt, comerciante fanática y acaparadora; 2.° Marianotte Lacome, comerciante acaparadora; 3.° Lécussan, Toulouse, corredor especulador; 4.° Limousin, herrero sospechoso y fanático; 5.° Jacob Enrique de Castro, negociante egoísta; 6.° Ballas, padre, egoísta y poco dispuesto a servir al pueblo; 7.° Catherine Sarrelebon, mujer de un sastre fanático; 8.° Salomon Delvaille, comerciante al por mayor y al detalle ex usurero; 9.° Jacob Abraham Souarés, rentista, poco amigo de la humanidad; 10.° Athias hijo, corredor especulador y de mercancías; 11.° Jacob Sechés, negociante especulador; 12.° Moise Fernandez-Patto, corredor especulador; 13.° Elie Fernandez-Patto, corredor especulador; 14.° Elie David de Jacob Souarés, egoísta y corredor especulador; 15.° Jacob Gaston Fonséque, fanático y agente del banquero Gaulonque de Bayona; 16.° Benjamin Nounés, egoísta y fanático; 17.° Giraud, maestro de escuela, cuyos principios son aristocráticos, contando además de esto con la doble desgracia de tener un hijo sacerdote emigrado; 18.° Abraham Henriquez Souza, corredor, reconocido como usurero. Como las prisiones eran demasiado pocas, la administración requisó el segundo piso de la casa que ocupaba el ciudadano Paradis, armero, y el llenazo ocasionado por la odiosa orden del comité se solucionó en parte, pero no definitivamente. El 7 de enero requisaron el primer piso, relegando al propietario a la planta baja, pues el número de prisioneros era cada vez mayor. El 22 de febrero, se llevó a cabo la detención de la ciudadana Daguerre de Haute-Montagne-Saint-André-de-Seignanx calificada de «señorona» que ha dado asilo a sospechosos, según atestigua la prueba de su cuenta en la panadería, de 60 a 80 libras diarias. Además su hijo, de 21 años de edad, había desaparecido en el momento de la guerra. El 5 de mayo, arresto de Cassolet; el 22 de marzo, arresto de Bessabat, de Capbreton, de Betbeder y de Moisset de Saint-Vincent-de-Tyrosse, de Larroque de Sainte-Marie. El 27 de marzo arresto de Forgues; el 7de junio, arresto de Patos. El 16 de junio, Bayona pide locales a Saint-Esprit; para poner a los ricos y para hacer sitio, se amontonó a los primeros ocupantes de la ciudadela en el convento de Santa Ursula, en la casa Paradis, llenas ya por la guera, por los decretos de los representantes del pueblo y por las decisiones de los diversos comités en ejercicio. La iglesia de Saint-Etienne estaba exenta de estos acuartelamientos, llena totalmente desde principios de marzo, por las personas cogidas en los pueblos fronterizos. El 23, dos miembros del Comité se presentaron allí y se vieron sorprendidos por la presencia de dos hombres. Se trataba de Jean Dolhagaray de Ustaritz, barrio de Hiribéhéna, casado, con sus cuatro hijos al lado de Pierre Darthez, soltero, del mismo pueblo, barrio de Hérauritz. Estos desgraciados habían sido atados a conciencia por orden del general Laroche, cuando fueron arrestados; y así vivían hacia muchos días, y los dos delegados, movidos sin duda por un sentimiento de humanidad, los hicieron conducir ante el Comité de vigilancia que dio orden de encerrarlos en la prisión de la comuna. El 6 de mayo la ciudadana Dupreuil, detenida en Santa Ursula es transferida a la ciudadela. El 17 de junio, la Sra. Duclerc y cuatro religiosas pasan de la casa Paradis a Santa Ursula. El 30 de junio, el ciudadano Peloux deja Santa Ursula para ir a la ciudadela. El 22 de junio tuvieron una alegría algunos prisioneros; se les dio la libertad, asignándoles, sin embargo, una residencia en el campo: Madame Cabarrus, Madame Lalanne Cabarrus, Madame viuda Saboulin y su hija, Madame Suzanne Horlyse, Madame Angélique D'Apat, fueron enviadas a Saint-Martin-de-Seignanx; Madame Jeannette de Hureaux, Madame Charlotte de Hureaux, Behic, Madame Catherine Haitze, fueron enviadas a Saint-André-de-Seagnanx. Los señores Jean Léon Brethoux y Bertho, Madame viuda Dubois, fueron enviados a Saint-Martin-de-Hinx; las señoras Angélica y Barbe Dubosc, fueron enviadas a Biaudos; M. Saint-Jean fue liberado. Vemos en el mismo registro, que Armando Loucougain, Peloux y el notario Dorroc, «insensibles a los encantos del nuevo orden de cosas», y Lalanne padre, Miguel de Etcheverry, de Sare, Laverderie, los señores de Roll Montpellier y de Galart, siguieron detenidos, algunos hasta el 17 de septiembre; que el obispo constitucional de los Bajos Pirineos, antiguo diputado en la convención, detenido en la ciudadela, no fue liberado hasta el 2 de septiembre de 1794, y numerosos oficiales españoles, prisioneros de guerra, se encontraban encerrados en la misma fortaleza. En ella, bajo el mando del ciudadano Colón, se produjeron acontecimientos singulares. El 17 de septiembre de 1794, el comité de vigilancia procedió a su propia disolución. Levantó un inventario de las piezas, información y efectos para ser enviados al jefe del distrito. Después el registro fue cerrado.