Actor guipuzcoano nacido en San Sebastián el 31 de enero de 1940.
Su primer contacto con el cine está ligado a su vocación como escritor. Sagarzazu había escrito una obra de teatro para niños titulada Balantzatxoa representada con éxito por el grupo Xaribari. El director Juan Miguel Gutiérrez al ver el montaje teatral se planteó la posibilidad de llevarla al cine. Así nació Balantzatxoa (1976), el primer largometraje rodado en euskera para un público infantil.
En 1977 Sagarzazu obtuvo el premio Ciudad de Irun con la novela Para no sé quién.
Su primer papel en el cine llegó de manera casual. Trabajaba entonces de locutor en Radio Popular de San Sebastián y compaginaba ese trabajo con el teatro amateur en el grupo Tablado del Círculo Cultural Guipuzcoano. Klara Badiola, que en esos días hacía un programa en Radio Popular, le pidió que le acompañara a un casting. Sagarzazu se presentó allí sin la menor intención de participar en el rodaje y acabó siendo elegido para formar parte del reparto de La fuga de Segovia (1981), inicio del cine vasco de los ochenta.
Siguió trabajando en el emergente cine vasco de primeros de los ochenta en películas como La conquista de Albania (1983) y La muerte de Mikel (1983). Su primer papel importante llegó al encarnar al guarda de Tasio (1984) de Montxo Armendáriz. Actor autodidacta e intuitivo aprovechó al máximo su talento natural para la interpretación y su capacidad de camuflaje para fundirse en ese personaje antítesis del protagonista. Armendáriz, buscando la máxima naturalidad, le pidió economía de gestos y Sagarzazu realizó un trabajo brillante. Su guarda, símbolo del sistema represor al que se enfrenta Tasio, es tenaz en su lucha. Su andar es cansino, su rostro inexpresivo y su actitud fría y distante. Un muerto en vida, en suma, contrapuesto a la alegría de vivir en libertad de Tasio. Y una víctima, al final, de ese sistema al que defiende con la fidelidad de un lacayo.
Tras esta gran interpretación siguió trabajando en el cine vasco de los ochenta hasta lograr otro papel de importancia en Gran Sol (1987) de Ferrán Llagostera, donde dio vida a Paulino Castro, un viejo lobo de mar. Su capacidad de fusión con el personaje se vio facilitada por puro empirismo ya que el padre del actor donostiarra fue patrón de pesca. Encabezó después el cartel de Crónica de la Guerra Carlista-Karlistadaren kronika 1872-1876 (1988) de José María Tuduri interpretando al periodista Policarpo Amilibia y volvió a trabajar con Tuduri en Santa Cruz el cura guerrillero-Santa Cruz apaiz gudaria (1990), dando vida al general carlista Lizarraga.
En 1992 se alejó por primera vez del cine vasco para trabajar con Gracia Querejeta en Una estación de paso. En 1994 vivió un desencuentro con Daniel Calparsoro durante el rodaje de Salto al vacío. Si bien es cierto que no hubo química entre los dos cineastas la realidad es que, en general, Sagarzazu ha establecido lazos de complicidad con muchos directores y eso le ha permitido dar lo mejor de sí mismo en papeles variados. Un buen ejemplo es el sensible viudo del corto Muerto de amor (1996) de Ramón Barea o el dueño de la sidrería de Txotx (1997), corto de Telmo Esnal y Asier Altuna. Papeles distintos que muestran la versatilidad interpretativa de Sagarzazu. Más parco y contenido en Muerto de amor y más histriónico en Txotx. Pero siempre el mismo actor, capaz de dar lo mejor de sí mismo y de fundirse con el personaje si encuentra, como artista sensible que es, complicidad con el director.
Tras trabajar con Antonio Mercero en La hora de los valientes (1998) y reencontrarse con su amigo Ramón Barea en Pecata minuta (1999), con Gracia Querejeta en Cuando vuelvas a mi lado (1999) y con Esnal y Altuna en el corto 40 ezetz (1999), tuvo su primera colaboración con Karra Elejalde en Año Mariano (1999) y compuso un papel lleno de histrionismo en La gran aventura de Mortadelo y Filemón (2003) de Javier Fesser. Su divertida caracterización del dictador de Tirania le proporcionó mucha popularidad y mostró una vez más el gran talento de Sagarzazu como actor. Después colaboró de nuevo con Barea en El coche de pedales (2004), dio otro recital de comicidad en la "a-narko-comedia" de Karra Elejalde Torapia (2004) y Telmo Esnal y Asier Altuna confiaron de muevo en él para su ópera prima en el campo del largometraje dándole uno de los papeles principales de Aupa Etxebeste! (2005).
Sus intervenciones televisivas en La familia Mata (2007) y Cuéntame (2007-) reforzaron su popularidad a nivel estatal. Su compromiso con los jóvenes cineastas vascos siguió en todo caso vigente. Así lo demuestran sus apariciones en cortos como Cotton Candy (2008) de Aritz Moreno o Él nunca lo haría (2009) de Anartz Zuazua. En 2008 la Filmoteca Vasca reconoció su aportación artística al incluir su figura en el libro Secundarios vascos de primera de Carlos Roldán Larreta.