Arquitectura

Parroquia de San Martín. Ardanaz de Izagaondoa

La parroquia de San Martín de Ardanaz de Izagaondoa puede ser incluida entre las iglesias del románico rural tardío, al integrar algunas soluciones protogóticas propias de 1200. Estas características se ven alteradas en el siglo XVI con la dotación de capillas y en el XVII con la construcción de la portada y obras en la torre realizadas en 1625 por Miguel de Altuna y Martín de Elduayen.

El templo presenta una nave de cinco tramos desiguales y cabecera semicircular. El coro se levanta a los pies sobre un arco escarzano. Una sacristía de planta irregular se comunica con el ábside por el lado de la Epístola.

En el exterior el aspecto de la parroquia carece de unidad constructiva debido a las sucesivas remodelaciones sufridas. En parte, muchas de estas obras quedan a la vista, como algunos muros medievales de sillar menudo reforzados por contrafuertes, sobre los que corre una serie de canes lisos, además de los restos de una ventana románica con arquivolta y guardapolvo. La portada, del siglo XVII, es un arco de medio punto con puntas de diamante, flanqueado por pilastras estriadas sobre podium y friso dórico rematado por frontón triangular con bolas en las esquinas, todo con una estética muy purista.

El ajuar de la parroquia está compuesto por tres retablos, una colección no muy extensa de piezas de orfebrería y una pila bautismal. Esta última se encuentra en el sotocoro y cabe fecharla entre los siglos XVI y XVII. Consta de pie troncocónico moldurado donde descansa una taza semiesférica con gallones en la zona inferior.

El retablo mayor está dedicado al titular de la parroquia, San Martín y fue realizado al mismo tiempo y por los mismos maestros que el de Santa Catalina, situado en la capilla del lado del Evangelio. De traza ochavada, este retablo se adapta así al semicírculo de la cabecera. Consta de banco decorado con follaje, dos cuerpos de tres calles y dos entrecalles, una con hornacinas y otra arquitrabadas y ático de cascarón. Su programa iconográfico está compuesto por esculturas de bulto redondo y lienzos pintados. Obras del escultor Juan de San Miguel, en 1703, son los bultos algo toscos de San Antón, San Juan Bautista, San Juan el Evangelista y Santa Bárbara que ocupan las entrecalles y que se relacionan con el grupo del titular. De otra procedencia son las esculturas barrocas de estilo popular de San José y San Francisco Javier que ocupan las calles laterales del primer cuerpo. El ático presenta lienzos barrocos con fondos retocados y alguno sustituido por otros más modernos. Representan a San Miguel, el Crucificado, la Virgen y el Ángel de la Guarda. El sagrario pertenece a la época del retablo y presenta banco y cuerpo con columnas estriadas con los relieves de San Pedro, el Resucitado y San Pablo. El expositor que montaba el sagrario ha desaparecido.

El retablo de Santa Catalina presenta una traza deudora del manierismo pero con decoración naturalista que apunta ya hacia el barroco. En el banco se representan los relieves de San Pedro y San Pablo que centran a Santa Catalina confundiendo a los filósofos. La hornacina cobija una monumental escultura de la titular. En esta misma capilla se conserva un Crucificado del siglo XVII.

El último de los retablos se sitúa en el lado de la Epístola y es el dedicado a la Virgen, realizado hacia 1560, con traza plateresca y que consta de un pequeño pedestal y dos cuerpos de tres calles separadas por balaustres, en las que se distribuyen tablas pintadas con enmarque recto salvo la escultura del titular, introducida en una hornacina. El retablo ha sido despojado de la mazonería y la tabla de remate que se conservan en una casa; muestra la técnica de un pintor no de primer orden que plasma figuras con rostros de expresión melancólica y canon alargado.

Por último entre la colección de orfebrería conservadas merece destacar un cáliz de plata liso del siglo XVII que presenta una traza purista evolucionada. Otro cáliz este ya dentro del pleno barroco del siglo XVIII, sin decorar presenta en el reverso de la base la doble P coronada de Pamplona. Esquema muy parecido sigue un copón de plata con la misma marca y la del platero LA/RUNVE. La pieza más antigua de la colección es una píxide de plata del siglo XVI, una cajita cilíndrica lisa con marca de autor irreconocible en la base.