Topónimos

PAÍSES BAJOS

Las relaciones del País Vasco con los Países Bajos fueron muy intensas durante el s. XVI, hasta que las guerras de religión y las luchas con los españoles, las redujeron a la mínima expresión. En los comienzos del siglo, el comercio con Brujas adquirió gran pujanza. El Consulado había pasado a denominarse «Casa de Bilbao» y los mareantes y mercaderes bilbaínos tenían preeminencia. Poseían capilla amurada, con las armas de la nación de Vizcaya, y en Middelburg, en Zelanda, usaban asiento en lugar destacado y honorable de su iglesia. La fijación de la unidad política española, con la reunión de la soberanía de los Países Bajos a la Corona de Castilla, en Felipe el Hermoso y sus sucesores, y con los descubrimientos de Colón y Vasco de Gama, se inició la decadencia comercial con este país y especialmente con Brujas. A pesar de esto, las relaciones no se cortaron. El trato y la frecuentación de los puertos, fue mutuo, hasta que el Duque de Parma con el asedio de Amberes, le puso fin. Temerosos los holandeses de la hostilidad de los españoles, prohibieron que sus naves entraran en los puertos de Vasconia, encauzando su tráfico hacia Inglaterra y Francia. Nuestro comercio con Brujas, al finalizar la centuria, llegó a tan bajo nivel, que la Casa de Contratación en esta ciudad se hallaba empeñada en más de setecientos ducados. La culpa no fue de los vascos. Sus florecientes empresas marítimas fueron arruinadas por las frecuentes guerras que los monarcas europeos promovían, ansiosos de una hegemonía política continental. Al iniciarse el nuevo siglo, la lucha continuó por largo tiempo salvo algunas treguas. La prohibición de comerciar con las provincias alzadas en armas era absoluta y la flota española ejercía un verdadero bloqueo, en el sentido moderno de la palabra. Por tanto, los vascos se vieron obligados a limitar su trato a las que todavía permanecían obedientes a la corona de España. Se importaban de Flandes, terciopelos, encajes, cobre labrado, cuchillería, estameñas, lencería y pasamanos de hilo. Estas mercaderías habían de acompañarse del registro de personas encargadas para darlo y sello de origen, siendo de este modo francas y libres. Con la ratificación del tratado de Munster en 1648, se dio fin a la guerra entre españoles y holandeses, reconociendo los primeros la soberanía de los Países Bajos, incluyéndose las cláusulas comerciales que contribuyeron a la normalización del comercio entre los puertos vascos y holandeses. Durante el s. XVII, se mantuvo la contratación con Amsterdam, Rotterdam, Ostende y Zietickzee, importando aproximadamente los productos antes señalados y exportando primordialmente hierro y lanas. Al perder España por el Tratado de Utrecht (1713) sus territorios en los Países Bajos, la decadencia del comercio vasco con Brujas, se acentuó, siendo Amsterdam, la que reabsorvió la negociación mercantil con nuestro país. En febrero de 1748 el Consulado de Bilbao solicitaba pasaportes para varios navíos holandeses que con su cargamento se encontraban en la ría, y que fueron sorprendidos por un edicto del rey de Francia, declarando buena presa a todos los navíos holandeses que se pusieran al alcance de su armada. A principios de 1781 decretó la República de Holanda, al estallar la guerra entre este país e Inglaterra, que sus barcos mercantes no abandonasen los puertos de la Península Ibérica, sin ulterior orden o por lo menos sin convoy de protección. Por este motivo quedaron retenidas en Bilbao algunas naves holandesas y sus capitanes pretendieron, sin conseguirlo, se les pagase la mitad de los fletes, originando diversas discusiones. El navío holandés que mandaba el capitán Juan Syplles, se aventuró a salir del puerto sin protección, el 4 de diciembre de 1780, siendo apresado con todo su cargamento de lana, cuando se dirigía a Ostende. Restaurada la paz, se reanudaron las relaciones entre vascos y holandeses, siendo Amberes y Ostende, las que recibían el mayor número de nuestras naves. En el s. XIX, además de los puertos citados, fueron los de Amsterdam y Rotterdam los que monopolizaron el comercio vasco. Ref. C. Clavería: Vascos en el Mar, Pamplona, 1966.