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Urbanismo y construcciones civiles

El caserío se distribuye en la ladera del monte, y aunque a simple vista no se aprecia ordenación especial clara, una observación más detenida permite distinguir la iglesia en alto, y tres calles paralelas que siguen la dirección del valle. La inferior va hoy ocupada por la carretera, la del medio se ensancha en el frontón, y la superior cruza delante de la iglesia. Las casas son grandes, casi siempre exentas o separadas por estrechas "artekas", con frecuentes balconadas donde la madera tiene ya cierto protagonismo, y están en general en buen estado de conservación, aunque no falta alguna abandonada e incluso en ruinas.

A la entrada del pueblo vemos un caserón de planta cuadrada y tres alturas, rematado por tejado a cuatro aguas. Los muros van enlucidos y con cadenas de sillar, y los vanos son rectos, alguno con antepecho moldurado, mientras que la puerta es de medio punto. A continuación, alguna otra casa repite el tratamiento de los muros aunque con menos pretensiones en la concepción del inmueble. Cerca, una casita muy renovada ostenta una galería con antepecho en entramado de madera cuajado con ladrillo. El enlucido es de innovador color crema. Junto a ella, un antiguo caserón, dividido luego en dos viviendas, muestra muy diferente grado de conservación en cada uno de sus dos mitades, pues una ha sido enteramente renovada mientras que la otra conserva sus balcones en madera y su aspecto original. Todo se cubre con tejado a dos aguas con amplio alero. La llamada casa "Uztegia", de desarrollo vertical y cuatro alturas más desván, muestra un arco de entrada de medio punto, cuyas dovelas se decoran con molduras en altorrelieve, dibujando grecas. La casa "Barrenetxea" sigue patrones vistos en otros lugares del valle, con fachada de desarrollo horizontal, tres alturas más ático y amplio tejado asimétrico, que denuncia alguna ampliación lateral. Sobre la puerta, de medio punto, hay un escudo barroco con las armas del valle de Larraun. La llamada casa "Etxeberria" tiene planta rectangular muy larga, tres alturas más ático, tejado a dos aguas, muros en mampostería sin enlucir y vanos rectos, salvo la puerta de medio punto. En uno de los laterales corre una airosa galería porticada, de dos pisos y con su propio tejado. Sigue casa "Barberena", que repite tipología pero que incorpora una inscripción: AÑO 1789/ LA HIZO HAZER/ MIGUEL DE LIZASO. La leyenda se acompaña de una cruz muy decorada, y sobre ella hay un antepecho con una cabeza humana. Por último, un chalet de estilo "neovasco" cierra el casco urbano por este lado. Tiene muros con zócalo de piedra, y parte superior enlucida y con viguería de madera vistosa. Se cubre con tejado a dos aguas que se prolonga por un lado para formar un porche sobre pies derechos, muy de acuerdo con el prototipo seguido en tantos pueblos de la zona.

En la zona central del pueblo hay otras casas que repiten las tipologías ya señaladas, y entre las que llama la atención un soberbio caserón de planta rectangular, tres alturas más desván y tejado a cuatro aguas. Los muros van enlucidos y con cadenas de sillar, y se perforan con muchos y amplios vanos. La puerta es de medio punto. Junto al frontón se levantan las escuelas, con su aula y la vivienda del maestro en la parte alta. Frente a ella hay otra casa, hoy dividida en dos viviendas, y cuya antigua puerta lleva la clave y el sillar situado sobre ella decorado con motivos vegetales muy estilizados, como un jarrón y una flor de lis.

En la parte alta del pueblo anotamos, en primer lugar, un lavadero con pila en "L" y cubierto por un cuerpo con bóveda de cañón, edificado enteramente en piedra. En esta zona se encuentran las casas peor conservadas, como "Perutxenea", con escudo rococó que repite las armas antes descritas. También se encuentran aquí las antiguas escuelas, "Eskola Zaharrak", que se edificaron junto a la iglesia, a diferencia de las modernas, junto al frontón. Era el signo de los tiempos. La casa parroquial, levantada en el siglo XVIII a un tiempo con el pórtico, es un soberbio edificio de tres plantas, muy adaptado al desnivel del terreno, con los pisos separados por cornisas lisas. Lleva los muros en mampostería, con esquinas y enmarques en sillar bien escuadrado, y lleva todos sus vanos rectos. La puerta se abre hacia la iglesia, y es también adintelada.

Ermitas

Pérez Ollo cita cinco, de las cuales las de San Marcos y San Miguel estarían desaparecidas, y San Belario es hoy capilla del cementerio. La ermita de San Juan y San Pablo, por su parte, está apartada del casco urbano y parece ser obra barroca, aunque afectada por reformas posteriores. Su planta es un simple rectángulo rematado en testero recto. Los muros van enlucidos y lleva tejado a dos aguas sobre estructura de madera. La puerta, en el lado de la Epístola, es simple y adintelada. En el presbiterio preside un retablito protobarroco, de mediados del siglo XVII, que en origen estaba en el lugar de Osácar (Juslapeña). Su traza consta de banco, un único cuerpo y ático con frontón curvo. La imaginería es moderna.

La ermita de San Lorenzo se halla más cerca del pueblo, y su planta es igualmente un rectángulo simple. Los muros son de sillarejo, que al interior va enlucido, y se perforan por dos tragaluces. La cubierta un simple tejado a dos aguas con estructura de madera. El acceso, simple y adintelado, se abre en el lado del Evangelio. Va presidida por una imagen moderna de la Inmaculada, traída de la parroquia.

Parroquia de San Cristóbal

Se levanta en el lugar más alto y dominante del pueblo, constituyendo un entorno cuidado y evocador, con un atrio ajardinado desde el que se ve el pueblo, el camino y las tierras de labor. Es una iglesia gótica en origen, levantada en el siglo XIV, aunque con importantes intervenciones en el siglo XVIII, cuando se añade el transepto y se cambia la cabecera. La planta es de cruz latina, con una nave muy larga y el transepto poco marcado en planta. Se divide en cuatro tramos separados por fajones, además del crucero y una cabecera poligonal. La sacristía se adosa a la cabecera por el lado de la Epístola, y tiene también un pórtico sobre pilares para cobijar el acceso.

Los muros son de sillería de bastante buena factura, que al interior van enlucidos en la parte correspondiente a la ampliación del XVIII. A los pies se levanta un coro de obra, con arco de embocadura apuntado, que apea en pilastras. El templo se ilumina por tres ventanas en derrame, por el lado de la Epístola, y otras dos modernas en el coro.

El templo se cubre con una bóveda de cañón apuntado con fajones del mismo perfil, que apean en pilastras. La ampliación se cubrió con cúpula vaída sobre el crucero y bóveda de lunetos en los brazos del transepto. La sacristía lleva techo de bovedillas con viguería de madera.

Al exterior desatacaremos la torre, que se apoya sobre el primer tramo de la nave. Su fuste, corto y pesado, remata por un cuerpo de campanas que consta de espadaña de perfil mixtilíneo, con dos medios puntos para anclaje de las campanas. Remata con una cruz de piedra. El pórtico (obra de 1812) es un sobrio cuerpo de piedra, perforado por tres arcos de medio punto que apean sobre pilares de sección cuadrada. Al interior lleva bovedillas con viguería de madera, y sobre él hay una galería abierta por ventanas cuadrangulares. La puerta es gótica, de cuando la fundación del templo y de sabor rural. Se abre mediante arco apuntado con cuatro arquivoltas aboceladas y guardalluvias exterior también moldurado. Apoyan en baquetones rematados por capiteles corridos y decoración figurada. A pesar del notable deterioro, se aprecia al menos un animal cuadrúpedo, una paloma o tórtola que parece alimentar a sus crías, y en el lado derecho dos personas, una de las cuales porta una gran llave, pudiéndose identificar con San Pedro, y un Crucificado al que falta la cabecita. Las claves llevan labradas un crismón y dos rosetas.

El retablo mayor, dedicado a San Cristóbal, data del XVI aunque fue alterado en el XVIII. Su traza consta de pedestal, banco, dos cuerpos de tres calles y dos entrecalles y ático triple. Los pisos se separan con entablamentos con decoración corrida. Figuran relieves de la Pasión de Cristo (Prendimiento, Cruz a Cuestas, Oración del Huerto, Última Cena), Evangelistas y Santos (Santa Bárbara, San Fermín, San Francisco Javier, Santa Lucía). En la calle central hay bultos de San Miguel, procedente de Loizu, y San Cristóbal, titular de la iglesia y de factura dieciochesca.

En el lado del Evangelio hay un retablo dedicado a la Virgen del Rosario, barroco del XVIII, en el que destaca la imagen titular. En el lado opuesto, el retablo de Ramón Nonato es contemporáneo al anterior e idéntico en su traza. En el sotocoro hay una pila bautismal medieval con basa, fuste cilíndrico decorado con bolas y capitel con decoración vegetal, y taza del XVI con arquillos y crucecitas.

En la sacristía hay un retablito barroco propio del XVIII, así como piezas de orfebrería entre las que destacaremos la cruz procesional, propia del XVI.

Joseba ASIRON SAEZ (2007)