Léxico

MONASTERIO

Historia. Se llamaba monasterio en un principio a la vivienda en que habitaba un monje que solía ser una choza, cueva o cabaña. Pronto su fama bajaba a los pueblos y aparecía algún discípulo que se ponía bajo su dirección espiritual. La raíz de la palabra monasterio es griega, monos, que significa solitario, solo. Nace así la vida eremética, la de los anacoretas, lejos del mundo y de sus riquezas. En Euskal Herría, muy amplia en los siglos anteriores al s. VIII, se da la vida eremítica. Lejos de las ciudades, en el país rural y poco poblado, se cuenta ya con grupos eremíticos establecidos en las montañas de La Rioja, de Álava; sierra de Leire, en Navarra; en San Juan de la Peña, Barèges, Lavedan y regiones altoaragonesas de Sobrarbe y Ribagorza. La penetración eremítica precedió a muchos monasterios y aun parroquias rurales. San Millán es un santo que vivió entre los siglos V y mediados del VI. Se le supone nacido en Berceo (Rioja). Habría sido pastor de ovejas. Conoció a un monje llamado Félix que vivió en el castillo de Bilibio en la frontera vascona sujetándose a la disciplina monacal. Después, para evitar la popularidad, se retira al monte Distercio (La Cogolla) donde vive 40 años solitario y sumido en la meditación y la práctica religiosa. Posteriormente surge el monasterio de San Millán después de una larga historia eremítica. A principios del s. VI el Concilio de Adge (Galia Narbonense) dispone en su canon 28 que los monasterios de monjas deben levantarse lejos de aquellos destinados a los hombres. Así las cosas, San Isidoro, en el canon 11 del segundo Concilio de Sevilla, consagra la forma opuesta. Nacen así los monasterios dúplices. Los monasterios anteriores al siglo X pueden considerarse como prebenedictinos que se gobernaban por reglas. En el siglo X avanza la observancia benedictina. A mediados del siglo XI comienza a tener importancia la Orden de Cluny sobre todo desde la reforma cluniacense introducida por el rey de Pamplona Sancho el Mayor. Llegan posteriormente los monjes del Cister con normas más rigurosas; su ejemplo más notable es el monasterio de la Oliva. En los dos siglos posteriores, XI y XII, aparecen nuevas órdenes monásticas como los Canónigos regulares de San Agustín y los Premonstratenses. Citemos como ejemplo Roncesvalles, en Navarra. Posteriormente podríamos citar a las monjas Brígidas con casa en Vitoria, (Álava), Lasarte y Azkoitia (Gipuzkoa). Llegado el s. XIX, la Desamortización destruyó gran número de estas instituciones. Aparte de este tipo de monasterio, cabe citar con el mismo nombre a las iglesias construidas por los laicos en sus propiedades, considerándolas como monasteriales, para desligarlas de la ley diocesana, disfrutando así de los beneficios. Para evitar estos abusos, el rey de Pamplona otorgó escritura en 1051, a una con el conde de Vizcaya Eneko López, concediendo ingenuidad a los monasterios vizcaínos para librarles de los abusos habituales de ciertos magnates de la tierra. La firma el Rey de Pamplona don García, reinando en Álava y en Bizkaia