Pintores

López de Munain Gil, Pilar

Pintora contemporánea, nace en Vitoria el 6 de febrero de 1937.

Su familia procede del valle de Arana, en la Montaña Alavesa, hecho que ha incidido positivamente en la formación y la sensibilidad de esta mujer al conservar desde muy niña un contacto privilegiado con la naturaleza. A los doce años se matricula en la Escuela de Artes y Oficios donde tiene a Teodoro Hernández como profesor de Dibujo de Adorno y a Mariano Basterra, de Figura y Modelo Vivo. También asistió de joven a la academia de José Luis Gonzalo Bilbao, recibiendo asimismo enseñanzas artísticas de Enrique Suárez Alba, a quien debe una mayor profundización en los secretos del color.

No es dada Pilar López de Munain a participar en los certámenes locales, aun así envía el óleo Paisaje en junio al XXV Certamen de Arte Alavés (1968): obtendrá el tercer premio por detrás de José Luis Álvarez Vélez (Premio de Honor), Ramón Campo Cortázar (Primer Premio) y José Carlos Fernández Marcote (Segundo Premio), autores todos, neófitos, que sabrán posteriormente labrarse una trayectoria pictórica encomiable. También remitió un tema de paisaje a la V Anual Plástica de Pintura (1969) del Ayuntamiento de Vitoria, edición ganada por el malogrado pintor guipuzconao Carlos Sanz.

Realiza su primera exposición individual en los Salones Luis de Ajuria de la Caja Municipal de Vitoria: del 11 al 29 de diciembre de 1972. Tres años más tarde hará la segunda muestra particular en el mismo espacio, y desde entonces hasta la actualidad saldrá con sus óleos al encuentro del público con una cierta periodicidad. Exposiciones que resultarán mucho más frecuentes en los últimos años. Así expondrá en la sala Pajarita de la vitoriana calle de la Cuchillería (mayo de 1993), y en la sala Luis de Ajuria en 1990 (diciembre), 1995 (septiembre), 1998 (abril), 2001 (junio) y 2005 (febrero/marzo). Con anterioridad, en la década de los ochenta, había mostrado sus cuadros en noviembre de 1980 y en marzo de 1984 y 1987.

Fuera del ámbito vitoriano, ha expuesto también a título individual en la galería Arteta de Bilbao (enero de 1982); en la sala de Exposiciones de Caja Laboral en Irún (1983); en la Sala de Cultura, Arrasate, 12, de Donostia (noviembre, 1984); en la galería Higuer de Fuenterrabia-Hondarribia (diciembre, 1984); en la galería Mayte Muñoz de Madrid (diciembre 1986-enero 1987); en la galería donostiarra Musikarte, sita en la calle San Martín núm. 27 (junio, 1988), y en la galería Romero de Bayona (1993).

Desde los inicios, la pintura de paisaje constituye el eje vertebral de Pilar López de Munain. Un interés que es, sencillamente, vocación. Además, la temática de este género no se circunscribe exclusivamente al terreno de Álava, sino que aprovecha cualquier viaje para empaparse de las características topográficas, ambientales y lumínicas del entorno que tiene delante de sí. De este modo, paisajes de Burgos, Guipúzcoa, Vizcaya, Asturias, León, Andorra, Galicia o del Mediterráneo por citar varias localizaciones, al margen de las vistas alavesas, atraen indistintamente a la pintora vitoriana.

Un paisaje que interpreta bajo "el impulso de una impresión espontánea", como le gusta afirmar con cierta reiteración a la propia interesada. "Con entereza y decisión en la aplicación del color", insiste también. Con pasión, sinceridad y un punto de rebeldía podríamos añadir, además. Todo ello como consecuencia del intento por su parte de elevar la realidad a una categoría superior poética, o incluso mucho más retórica. Por eso la necesidad que siente por acrecentar sus propios impulsos pictóricos ya que "sin expresión no hay arte".

Fuerza expresiva y cromática que la han vinculado, por ejemplo, al hacer ideal de un Van Gogh o un Fernando de Amárica, por buscar afinidades estilísticas con algunos de los grandes maestros. Antaño le gustaba a Pilar Munain imprimir mucha pasta pictórica a los lienzos, densidad que ha reducido considerablemente de un tiempo acá aunque persiste -como constante- en la utilización de una brillante y luminosa gama de colores: en cambio, "no me encuentro preparada ni capacitada para pintar tonalidades grisáceas".

Satisfecha, pues, con una pintura paisajística de alegres y vibrátiles cromías, jugando con el color como elemento expresivo y evocativo, yendo más allá de las raíces impresionistas, prosigue esta mujer actualmente con su quehacer cotidiano. Recreando lugares y rincones a tono con su "necesidad interior". Aplicando colores con decisión y rapidez en espacios cada vez más amplios.