Municipios

LEZO

Primeras noticias. Perteneció al obispado de Bayona. La memoria más antigua que se conserva de la población de este lugar es, según Gorosábel, el privilegio de términos de Fuenterrabía, que es del año de 1203. En él dice el rey Alonso VIII que daba dicha ciudad a Guillermo Lazon y sus compañeros, para que fuesen sus vecinos, usando de estas palabras: Item dono vobis Guillelmum de Lazon et socios suos, ut sint vestri vicini. Se sabe por tradición que este Lazon era el dueño de Lezo-aundia, y los que expresa como compañeros suyos se cree fuesen los propietarios de las demás casas de su territorio. Como prueba de esta vecindad, ha sido costumbre inveterada el que el ayuntamiento de la ciudad de Fuenterrabía haya despachado todos los años su mandamiento de residencia para su publicación, llamando a todos los vecinos de este lugar por si gustaban reconocer durante el mes de enero de cada año las cuentas de los propios y arbitrios del anterior.

Gozo del Fuero de San Sebastián. Como comprendido en el privilegio de población concedido a Fuenterrabía en el año de 1203, el lugar de Lezo goza del fuero de San Sebastián otorgado a aquélla. Dice Silván que durante el transcurso de los dos primeros siglos subsiguientes a la fundación de Lezo, la vida y las actividades de las gentes allí avecindadas debieron de ser muy sencillas: por eso las desconocemos casi totalmente, como desconocemos también el origen del nombre adoptado para designar la naciente agrupación demográfica. Es presumible que tales actividades se centrarían especialmente en la pesca y en la explotación de los ganados, pues entre los privilegios otorgados a Lazón y sus socios, figura el de que nadie pudiese apacentar sus rebaños en el territorio cedido a los fundadores del nuevo poblado guipuzcoano.

Dependencia de Pasajes pero con administración propia. Lezo desde aquella época se mantuvo en la dependencia de Fuenterrabía, sin tener jurisdicción propia, sino solamente pedánea de los alcaldes de dicha ciudad, en cuyo juzgado debían sustanciarse los pleitos y causas criminales de sus vecinos. Esto no obstante, siempre tuvo su administración económica independiente por medio de un ayuntamiento compuesto de un regidor cabo, o sea capitán de paz, y otros dos regidores. En el ramo militar ha conservado igual independencia de Fuenterrabía; si bien ha sido éste un punto sobre el cual ha habido algunas controversias, según queda explicado en la historia de la misma ciudad.

Linajes lezotarras. Los lezotarras, junto con los de Pasajes de San Juan y unidas ambas inicialmente en un ayuntamiento común, reaparecen en las crónicas a principios del siglo XV. Por entonces -recoge Silván- comienzan a figurar en ellas los nombres de algunos personajes pertenecientes a linajes radicados en los dos pueblos que acabamos de citar. Uno de los primeros que destacó fue el pasaitarra Miguel de Villaviciosa, general de la marina, que el año 1486 se cubrió de gloria en el asalto de Loja, tomando a los agarenos su pendón de oro. Nombrado luego almirante general, fue el que encabezó la lista de ellos en la carrera de Indias, transmitiendo a sus sucesores los méritos y la gloria derivados de sus valiosos y heroicos servicios. Entre dichos sucesores, que pocos años más tarde originarían una descendencia ya radicada en Lezo, descuella a lo largo del siglo XVI, Domingo, almirante de una flotilla en Flandes, donde murió; Martín, también marino, muerto en 1582 durante un combate naval contra los franceses; y Juanes, cuyas actividades marineras le hicieron alcanzar el honroso cargo de general de una Escuadra del Océano. En la rama pasaitarra de la familia Villaviciosa figuraron asimismo, entre otros, Juanot, almirante de la Real Armada y héroe de las guerras contra los franceses en las costas americanas, donde murió peleando el año 1582; y su hermano Juancho, que al mando de la Armada de Cantabria operó con Oquendo y Urquiola en 1590, siendo más tarde consejero del general Alonso de Bazán. También pertenecieron a dicha rama, y fueron señores de la casa antigua de Lezo, apellido por el que a veces se les conoce, hombres de mar tan destacados como Juanes el Tibado y su hijo Juan (respectivamente hijo y nieto de Martín de Villaviciosa) que murieron a bordo de sus naves, luchando contra los corsarios mediterráneos. Otra generación posterior, ya en la rama que a partir de Juanot se estableció en Lezo, comprende a Miguel y Esteban de Villaviciosa, hijos del citado Juanot y marinos ambos al servicio del rey Felipe II. El primero cayó luchando contra los holandeses, el año 1573, mientras el segundo fue almirante. Otro ilustre linaje digno de recuerdo y alabanza, es el de los Isasti, procedente de Rentería pero más tarde genuinamente lezotacra como allegado de los Villaviciosa, señores de la casa de Lezo-aundia. El primero que destacó entre los Isasti fue Onofre el Mayor, diligente servidor de los monarcas españoles en época del emperador Carlos I. Fue familiar del Santo Oficio, por merced recibida del inquisidor Ibarra en 1560, y desempeñó importantes cargos en la administración pública, hasta que su vida se extinguió en su casa-palacio de Lezo el año 1600. De esta familia y de igual naturaleza, fue don Lope Martínez de Isasti, doctor en Teología, beneficiado de la parroquia de San Juan Bautista y escritor. Entre tales linajes lezotarras, citaremos a los Alcayaga (ya mencionados en otro lugar precedente) y a los Arpide, Avendaño, Apaiciarza o Yarza, Bizcaiarenea, Borda, Darieta, Gaviria, Isue, Mancia de Rementari, Martindegui, Michelcorenea, Murudiareta, Nafarche, Oyanilleta, Pelear, Sarasti y Tizunenea, todos con casa solariega en Lezo o sus extensiones de entonces, y muchos de ellos premiados con el derecho a usar escudo de armas como honroso timbre de nobleza para su estirpe. La unión con Pasajes estuvo afianzada por los enlaces matrimoniales entre gentes de una y otra vecindad y por la participación de unos y otros en los bienes y propiedades de ambas poblaciones. Así, sabemos por ejemplo, que el capitán de naves y rico hacendado Joanjo Bizcaia, nacido en Pasajes, tuvo capilla propia en la parroquia lezotarra, a la que hizo un importante donativo hacia el año 1530; y muchos individuos oriundos asimismo del primero de dichos pueblos residieron en Lezo más o menos permanentemente, desempeñaron beneficios en su iglesia y estuvieron presentes en efemérides importantes de dicha localidad, interviniendo activamente en las mismas. Y por si ello fuera poco, Lezo y Pasajes compartieron su intervención en las probanzas de hidalguía tan frecuentes durante los siglos XVII y XVIII (y aun en los comienzos del XIX).

Guerras hispano-francesas. Como secuela de las mismas, Lezo hubo de soportar graves daños. Así, cuando la guerra contra Francia el año 1476, en tiempos de Luis XI, el pueblo fue arrasado por los ejércitos invasores; y pocos años después, reinando Luis XII en el país vecino, sufrió nuevas destrucciones al retirarse las tropas del duque de Borbón. Refiere Silván que, en 1521, al ser atacada y conquistada la plaza fuerte de Fuenterrabía por el almirante Bonivet, numerosos vecinos de ésta (entre 500 y 800 según los cronistas) salieron de ella conducidos por el alcalde y heroico capitán don Juan Pérez de Azcue y por su alférez don Sancho de Alquiza, al que los mencionados cronistas describen como "robusto por su porte y valeroso por su espíritu". Estas gentes pasaron a Lezo y allí se establecieron provisionalmente, organizando su ayuntamiento. Desde dicha aldea, y durante más de tres años, salieron con frecuencia los nuevos vecinos -muy probablemente en unión de muchos lezotarras- a fin de hostigar, casi siempre con éxito, al ejército francés que ocupaba la ciudad fronteriza. Y de Lezo partió también el capitán Pérez de Azcue, en 1522, para tomar parte en la batalla de San Marcial.

Otros privilegios. Tuvo otras franquezas que los monarcas de Castilla le dieron en épocas posteriores en recompensa de sus servicios. Tal es la que le concedió el emperador Carlos V el 20 de mayo de 1527, declarando a sus vecinos por libres en su puerto con sus bajeles y naves de los derechos de mollaje y anclaje. Igualmente otra en 21 de setiembre de 1551, para que a ningún barco de este lugar se quitase carga alguna, aunque sea menor, no obstante de que los dueños de las embarcaciones mayores pudiesen quitarla a las menores con el mismo flete, sobre lo cual tiene real carta ejecutoria ganada en contradictorio juicio con la ciudad de San Sebastián. Conserva asimismo otra ejecutoria ganada en igual juicio a ésta de poder cargar y descargar libremente en el puerto de Pasajes cualquier mercadería, siendo en barco propio.

Visita de Carlos V. El emperador realizó un viaje a ese territorio, durante el cual visitó Lezo, el año 1540. Isasti y Garibay recogen algunos detalles de la visita y nos informan de que el Cantábrico estuvo agitado ese día, alcanzando la marea tan excepcional intensidad que puso dificultades al desembarco del viajero. Este fue recibido por su personal amigo el bachiller don Juan Martínez de Lezo (tío del historiador Lope Martínez de Isasti) que se incorporó al séquito del monarca, recibiendo de Carlos I el honor de que dispensándole de ofrecerle tan cortés servicio, le hizo regresar desde mitad del camino, cuando se dirigía a Fuenterrabía para continuar su viaje.

Diferencias con Pasajes. Lezo vivió en íntima conexión con Pasajes de San Juan, al que le ligaban numerosas relaciones geográficas, sociales y económicas, tales como la identidad de moneda, de iglesia y de cabildos, la copropiedad del hospital-asilo y el disfrute común de las tierras labrantías y de los pastizales del Jaizkibel. Pero estas circunstancias, en el correr de los años, originaron choques y querellas entre ambos pueblos, por lo que hubo que llevar a cabo una separación de lo concerniente a sus jurisdicciones eclesiástica y municipal. Esta secesión, que motivó varios pleitos, quedó por fin establecida en una escritura de concordia, firmada por los representantes de las dos aldeas en el año 1557. Luego, en 1614, comenzaron a manifestarse pretensiones de una nueva desmembración territorial, iniciando Pasajes las gestiones para emanciparse de la tutela ondarrabitarra y con el fin de alcanzar su independencia administrativa, cosa que no pudo conseguir hasta 1765. Seis años más tarde, en 1771, una nueva delimitación, resultante del reparto de los predios comunales que Lezo y Pasajes tenían en el Jaizkibel, fijó en forma prácticamente definitiva los límites de esas dos poblaciones: la primera de ellas, con el título de universidad, continuó todavía unida administrativamente a Fuenterrabía, de la que Irún se había separado ya en 1776.

Ocupada por Condé. Lezo fue ocupado por las tropas del mariscal príncipe de Condé, en los primeros días del mes de julio del año 1638. Tras la ocupación, hubo de soportar los saqueos y depredaciones del invasor, hasta que éste, acosado continuamente, decidió evacuar el pueblo a mediados del mes de agosto siguiente, efectuando un retroceso general de sus ejércitos ante la llegada de una poderosa fuerza española mandada por el almirante Alonso Enríquez de Cabrera y por el marqués de los Vélez.

Visita de Jovellanos. Jovellanos visitó Lezo en agosto de 1791 . Desembarcó y visitó la (casa de los Lezos y Barones", la ermita "del Cristo", del que dice ser "nada bueno", y la iglesia parroquial "de buena arquitectura y grande, según el gusto de esta tierra. Magnífico retablo mayor en madera, de bellísima escultura, así en estatuas como en bajorrelieves; no es comparable al de San Francisco de Tolosa. Bellísimo sagrario de estuco al lado del altar y del Evangelio, desfigurado por estar blanqueado y rebanqueado, pero de bellísimo gusto de arquitectura y escultura".

Guerra de la Convención. El 2 de agosto de 1794, la división francesa del general Moncey, compuesta de 6.000 hombres, se apodera de Lezo, Pasajes y Rentería, llegando hasta los muros de San Sebastián.

Fin de los astilleros. Dichos astilleros constaban -según recoge Silván- de dos grandes naves y poseían como anejos talleres de cordelería y otras instalaciones para la confección de pertrechos. En ellos, y con intervención de varios personajes de Lezo y de numerosos operarios avecindados en dicha población, se construyeron navíos de alto porte, alguno de los cuales se dice que llegó a formar parte de la Armada Invencible, aun cuando no existen pruebas documentales de tal afirmación. También salió de esos astilleros, en los primeros años del siglo XVII, la famosa nao capitana de la Armada del Océano Nuestra Señora del Pilar y Santiago, en la que el rey Felipe V hizo su entrada en Lisboa. Los astilleros de Lezo desarrollaron una incesante actividad, construyendo bajeles de diversos tipos y tamaños, lanchas y otras embarcaciones menores, remos y pertrechos varios para las escuadras del rey o para la pesca y la navegación comercial. A esa actividad están unidos los nombres de varios lezotarras, entre los que figuraron Juan Martínez de Isasti y Onofre Núñez de Yerobi. Años más tarde los astilleros se paralizaron y poco a poco cesaron también las actuaciones marineras de los de Lezo. Pero aún indica Madoz que en 1847 este pueblo tenía tres lanchas pesqueras dedicadas a capturar merluza y atún; y todavía hoy, aunque no se le considera puerto, la Junta de Obras del de Pasajes tiene dos vocales elegidos entre San Sebastián, Rentería, Pasajes y Lezo, según costumbre que ya da a conocer Gorosábel, con referencia al año 1828.

Agregada a Navarra. El 16 de septiembre del año 1805, la Diputación navarra solicitaba del rey la anexión a Navarra de Irún y Fuenterrabía, significando la gran importancia que tenía para Navarra la posesión de un puerto de mar. El rey accedió por real orden de 26 de setiembre del mismo año. La Diputación guipuzcoana envió ante el monarca varias representaciones para protestar por la anexión, pero no fueron escuchadas y el rey ratificó la orden de 26 de septiembre de 1805. Lezo quedó también agregado a Navarra, pues dependía de Fuenterrabía en la jurisdicción civil y criminal. Rentería puso sus reservas sobre la anexión de Lezo, pero no se tuvo en cuenta. Sin embargo Guipúzcoa siguió intentando recuperar los territorios perdidos y por fin el 18 de agosto del año 1814 el virrey de Navarra, conde de Ezpeleta, comunicaba a la Diputación navarra la decisión real de devolver los territorios a Guipúzcoa, hecho que tuvo lugar poco después.

Guerra de 1936-1939. Tras el alzamiento militar de julio de 1936 permanece por poco tiempo en poder de la República, ya que el 13 de septiembre entran en la villa las fuerzas nacionales que habían ya ocupado totalmente el Jaizkibel.