Celebra fiestas el 29 de agosto. Sobre la celebración del carnaval recogió el etnógrafo Juan Garmendia Larraña: «En la noche de Año Nuevo o «Urte Berri gaubean», los jóvenes o «mutillek» de Irañeta, en el Valle Araquil, llevaban a cabo la cuestación o «limosna biltzea» de costumbre. En su recorrido de casa en casa se les escuchaba cantar: Urte Berrie egun ona bai ta guk ere umore ona, borondaterik baldin badezu iriki zazu atarie. Sentitzen zaitut, sentitzen ari zerala segitzen zure urdaien zarrastakua oneraño dut aritzen. Los jóvenes cenaban en cuadrilla y en el transcurso de la festiva sobremesa realizaban el relevo del mayordomo, que gobernaba la asociación juvenil. El «mutille» que recibía un vaso de vino de manos del mayordomo era el designado su sucesor, quien a su vez escogía a su ayudante o «lagune». Estos dos jóvenes nombraban, entre las chicas del pueblo, a la mayordoma y ésta elegía a su más directa colaboradora o «lagune». Digamos que el mayordomo obsequiaba con tres tabletas de chocolate a la mayordoma. Chocolate que lo consumían los llamados a desempeñar los cuatro cargos citados. Si la proximidad de las fechas lo aconsejaba, los carnavales o «iotek» se celebraban junto con la festividad de Santa Agueda. Y hecha esta puntualización pasemos al «Iote Igandea» o Domingo de Carnaval. En la mañana de este día, los jóvenes se congregaban en la casa del mayordomo 0 «maiordomoan itxean». Algunos acudían enmascarados y ataviados con calzoncillos y camisa blancos: ceñidor o «gerriko» colorado, pañuelo rojo o «lepoan pañuelo gorrie» y boina negra o «txapela beltza». Del hombro de la camisa pendían a la espalda del joven varias cintas de distinto color. Calzaban abarcas o «zatak» con «bartanak» o peales de paño, atados con las correas o «ubelak» de las abarcas. Estos eran los disfrazados o «xomorrok», a quienes gustaba molestar a los vecinos. Muchos de ellos llevaban una escoba o «eskoa» sucia de barro o «loietan», para manchar a todo el que podían. Los jóvenes desayunaban morcilla o «tripota» con vino o «ardoakin» y, seguidamente, entonados debidamente, arrancaban a postular o «limosna biltzea», con el alegre acompañamiento de guitarra y acordeón. Un joven cargaba con la cesta o «saskia» para los huevos o «arrotziek» y a otro se le veía con un varal o «makille» de extremo afilado, para la «txistorra» o longaniza y el tocino o «urdaie». Las puertas de las casas de las chicas se embellecían por medio de «erremadure» o dos piezas de boj o «ezpelak», de las cuales colgaban unas cintas de distinto color. En estas casas -«neskatoan itxen»- bailaban una o dos piezas y en las demás pedían en la puerta o «atarin». A la familias en luto evitaban la visita. La petición terminaba en el domicilio del mayordomo, donde comían con lo recogido y carne de carnero o «zikiroa» o de oveja o «ardie», que no les faltaba en los «iotek». El baile de la tarde tenía por marco la casa de una chica o «neskatoa», donde el portalón o «entrada aundie» se prestaba para ello. Con el tañido del «illun ezkille» acallaba la música, las chicas abandonaban la fiesta y los jóvenes hacían hora para la cena en la casa del mayordomo. Con el juego de cartas concluía el «lote Igandea». El «lote Bigarrena» o Lunes de Carnaval y el «lote Irugarrena» o Martes de Carnaval no había cuestación. El Carnaval del Lunes transcurría igual que el Domingo; pero hasta comienzos de siglo, el Martes de Carnaval o «lote Irugarrena» por la tarde préparaban un muñeco, al que llamaban «Atxon zarkua». Con pantalones y camisa llenos de paja, al «Atxon zarkua» lo vestían también con una vieja y sucia chaqueta. Calzaba alpargatas y sobre la cabeza, un pañuelo con hierba, le colocaban una boina. Los «moxorroak» paseaban al monigote en un carro, y al final del trayecto del cortejo, al «Atxon zarkua» lo quemaban en el suelo como rito de fin de fiesta [J. Gar. L.: «C. en N.»].