Concejos

IRAIZOTZ

Celebra fiestas el día de San Martín, 11 de noviembre, y el 17 de enero. Sobre la celebración del carnaval recogió el etnógrafo Juan Garmendia Larrañaga: «En los «iyoteak» de Iraizoz figuraban dos grupos de jóvenes: el de los «mutikoak» o muchachos de doce a diecisiete años, y el de los «mutillek», solteros mayores de diecisiete años. Cada cuadrilla de éstas contaba con dos «mutil nagusiak» o mayordomos. Para las fiestas patronales prestaba su concurso el grupo de chicas o «neskatxak», con dos «neska-etxekoandriak» o mayordomas. Estos grupos o cuadrillas mentados se responsabilizaban de preparar las distintas celebraciones anuales, de carácter local. El nombramiento de las «neska-etxekoandriak» y de los «mutil nagusiak» se llevaba a cabo en la festividad de Todos los Santos, en junta convocada para después de la cena en la posada. La mesa para designar estos cargos solía estar presidida o «maipuruan» por el acordeonista, a cuyos lados se sentaban los mayordomos o «mutil nagusiak». A continuación los jóvenes, por orden de edad. A tenor de esta edad, de mayor a menor, se llamaba a desempeñar los mentados quehaceres directivos. Los protagonistas del «Iyote Igandea» o Domingo de Carnaval eran los «mutikoak». La fiesta se limitaba a la jornada vespertina y daba comienzo con la postulación o «puska biltzea», en la cual figuraban sin disfraz ni acompañamiento musical. Para este recorrido contaban con un asador o «kerrena», para los chorizos o «txistorrak» y el tocino o «urdaie»; con una cesta de dos tapas o «bitapako saskie», destinada para recoger los huevos o «arroltziak», y con un saco o «zakue» para el pan u «ogientzako», de elaboración casera. Lo recogido dejaban en la casa centro de reunión, como bien podían ser la de «Loperena», la de «Artxaia», etcétera. La merienda-cena de los «mutikoak» se hallaba en función de lo recogido en la cuestación: tortilla de «txistorra», «txistorra» y tocino. La familia de la casa les cobraba por el vino, diez céntimos a cada uno. A lo explicado se limitaba el «lyote» de la cuadrilla de los «mutikoek» de Iraizoz. A las nueve de la mañana del «lyote Astelena» o Lunes de Carnaval se reunían en la posada del pueblo o «erriko ostatuan» los componentes del grupo de los mozos o «mutillek». De aquí salían en cuestación o «puska biltzea», acompañados por un acordeonista o «kordeonista». Al igual que los «mutikoek» llevaban el «kerrena», la «bitapako saskie» y el saco blanco o «zaku zurie» confeccionado con una almohada o «burkoa». El disfrazado de Iraizoz recibía el nombre de «txatxua» y en la petición iban sin disfraz o «txatxutu gabe». Recorrían todo el pueblo y en la casa donde habitaban una o más chicas o «neskatxak» bailaban dos o tres piezas, «bi edo iru dantza». El saludo a la familia en luto lo hacían únicamente los mayordomos o «mutil nagusik», el resto del grupo permanecía fuera y en silencio. La «puska biltzea» se cerraba en la «erriko ostatua», donde la comida del grupo de jóvenes y el acordeonista consistía en sopa de cocido o «putxeroko zopa», preparada con trozos de gallina u «ollo puskak» y lo mismo de carnero o «zikiroa», con chorizo casero o «etxeko zistorrakin», después «umerrie» o cordero asado o «errea» en el «kerren» o asador, arroz con leche, natilla o bizcochada, vino o «ardua», café, coñac, anís y cigarro puro. Más tarde se veía a los «txatxuak», que andaban de un lado a otro del pueblo. Con buen tiempo, el baile de la tarde solía ser en la plaza, en caso contrario -frecuente en estas celebraciones de invierno las chicas acudían a la posada. Al toque de oración o «illun ezkille» se retiraban las chicas y los jóvenes descubrían el rostro; pero seguían disfrazados y continuaban la fiesta, que la remataban en la posada, con el baile que seguía a la cena, con el beneficio de la cuestación mañanera. En el «Iyote Astiartea» se repetía lo que acabamos de apuntar para el «Iyote Astelena». Ahora bien, en un «Iyote Astiartea» o Martes de Carnaval de comienzos de siglo, en esta localidad del valle de Ulzama quisieron enriquecer y animar un poco la fiesta, y para ello no se les ocurrió otra cosa mejor que imitar, en algo al menos, la farsa de Lanz. Pero el monigote de Iraizoz era más vivo que «Miel Otxin». Era, aquél, un tipo real, un personaje de carne y hueso. Mas la pantomima, que se desarrollaba dentro de un ambiente novedoso, tuvo un epílogo algo pesado, puesto que mientras el «gigante», un vecino llamado Francisco Olano, esperaba confiado ser ejecutado con un tiro de cartucho sin perdigón, recibió en la muñeca un escopetazo con todas las de la ley. De esta manera, a los gritos de dolor y miedo, nunca más auténticos, terminaba esta parodia de Iraizoz, que no tuvo repetición en años sucesivos, como es de suponer. El Miércoles de Ceniza o «Austerri Eguna», los mozos acudían a la iglesia y recibían la ceniza y participaban en el rezo del Rosario o «Salbea». Más tarde cenaban en la posada del pueblo y hacían las cuentas de los gastos de los días de Carnaval. Como llevo señalado, la pantomina del «Gigante» corresponde a unos «iyoteak» de albores de siglo, y el resto del Carnaval descrito desapareció con la guerra de 1936». [J. Gar. L.: «C. en N.»].