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IBARRA

La iglesia parroquial de San Bartolomé fue iniciada por Miguel de Idogárate, siguiendo con su construcción Martín de Aguirre, quien llevaría a cabo su labor entre 1582 y 1587. Con inicio en la última fecha citada, el coro se realizaría para 1599. En 1701 el maestro carpintero Pedro de Arrutarte reedificaría la torre campanil, señalando en 1761 Martín de Carrera la conveniencia de realizar una de nueva planta. Este arquitecto sería el autor de la traza a seguir, revisada posteriormente por Javier Ignacio de Echeverría, contratando su ejecución Juan Antonio de Uzcudun en 1769, quien finalizó su labor en febrero de 1779. En 1791 Manuel José de Larrondomuno otorgó traza y condiciones para efectuar una nueva puerta principal. Se trata de una construcción con planta de cruz latina, puesto que posee dos capillas laterales de escasa profundidad que conforman los brazos del crucero. El ábside es ochavado y posee dos tramos, levantándose el coro sobre el situado a los pies. Provisto de contrafuertes exteriores, para la cubrición se hizo uso de bóvedas de crucería sencillas. En cuanto a la torre-pórtico, su disposición es muy acertada, con un pórtico de tres arcos en el frente y uno en los laterales. La torre se une con los pórticos mediante aletones, en un proceso de unificación de la portada.

En 1588 Pedro de Goicoechea finalizó un retablo colateral dedicado a la Virgen, conservándose en la puerta del sagrario del retablo mayor una Piedad efectuada a principios del siglo XVII, momento al cual corresponde la factura del mueble, en el cual coexisten las formas romanistas y barrocas.

La casa consistorial es una construcción reciente, inaugurada en 1993. El diseño corresponde a los arquitectos donostiarras Aperribay y Callejo. Posee planta rectangular y dos pisos, destacando el arco central de acceso en su fachada principal. En sus proximidades se sitúan los caseríos Bazkardo y Zume y la Casa Piano Etxe. Además, la ermita de Izaskun conserva el acceso mediante un arco apuntado, si bien se trata de un edificio de pequeñas dimensiones. Por último, conviene destacar los caseríos Azkue y Etxezarreta.

Bibliografía:
  • Arrázola Echeverría, María Asunción: Renacimiento en Guipúzcoa. I, Arquitectura, Donostia, Diputación Foral de Guipúzcoa, 1988 (1ª ed., 1968), pp. 232 y 252-253.
  • Arrázola Echeverría, María Asunción: Renacimiento en Guipúzcoa. II, Escultura, Donostia, Diputación Foral de Guipúzcoa, 1988 (1ª ed., 1968), pp. 282, 302 y 305.
  • Astiazarian Achabal, María Isabel: Arquitectos guipuzcoanos del siglo XVIII. Martín de Carrera, Manuel Martín de Carrera, Donostia, Diputación Foral de Gipuzkoa, 1991, pp. 105-117.
  • Azanza López, José Javier: "La actividad del veedor de obras de cantería en los arciprestazgos de la diócesis de Pamplona (siglos XVII y XVIII)", en Revisión del Arte Barroco, Ondare nº 19, 2000, pp. 290-291.
  • Carrión Arregui, Ignacio María: Ibarra. Belaunza. Eldua. Elduayen. Berrobi, Berasategui. Gaztelu, San Sebastián, Caja de Ahorros Municipal de San Sebastián, 1975, 15 pp.
  • Isasa, Pedro; Linazasoro, Iñaki: Gipuzkoako Udaletxeen Marrazkiak = Dibujos de las Casas Consistoriales de Gipuzkoa, Donostia, Kutxa, 1995, pp. 110-111.
  • Urteaga Artigas, María Mercedes: Guía histórico monumental de Gipuzkoa, Donostia, Diputación Foral de Guipúzcoa, 1992, pp. 171-172.

  • Ignacio CENDOYA ECHÁNIZ
    Profesor de la U.P.V.-Euskal Herriko Unibertsitatea