Léxico

FUEGO

El fuego es un elemento útil; pero también es considerado como posible causa de graves perjuicios. Sua eta ura morroi onak, nagusi gaiztoak (el fuego y el agua, buenos criados, malos amos); ura ta sua belaunaz beetik "el agua y el fuego (manténganse) debajo de las rodillas" son dichos que revelan cuán peligrosos son el fuego y el agua si se les deja rebasar cierta medida. El fuego, elemento indispensable para diversas funciones culinarias y para proteger la casa contra el frío, lo ha sido también en la defensa del hombre en su lucha con las fieras y como agente en la elaboración u obtención de materiales e instrumentos. Hasta casi fines del siglo XIX el fuego era producido en nuestros pueblos mediante el pedernal y la yesca. En Burunda y en Goyerri de Guipúzcoa era muy utilizado el pedernal procedente de la sierra de Urbasa. Se vendía en las tiendas rurales. La yesca se lograba en los hayedos. Había quien se dedicaba a recogerla en los bosques y a venderla después de someterla a un tratamiento apropiado. Este consistía en cocer la yesca en agua con ceniza, majarla seguidamente con maza y secarla bien. Así se encendía fácilmente al contacto con la chispa que salía del pedernal golpeado con eslabón o con otra lámina de acero. El uso de la yesca y del pedernal como procedimiento para encender el fuego fue perdiéndose con la propagación de la suprametxa (nombre con que aparecieron entre nosotros las primeras cerillas). El fuego de la cocina ha sido considerado como genio del hogar, símbolo de la casa y ofrenda dedicada a los antepasados. A él se le piden ciertos favores, como la segunda dentición de los niños, la purificación de aquellos alimentos -pan, agua, café- de los que se sospecha que están emponzoñados, la consagración y la incorporación de personas y animales foráneos a la casa. Cuando uno deseaba que cierta persona ingresara en su familia o linaje, procuraba atraerla a su casa y hacerle que diera unas vueltas alrededor del fuego del hogar o del llar que colgaba sobre el mismo. Con esto creía seguro el logro de su deseo. Así pensaban todavía hace poco en Goyerri, en Zuberoa y varias comarcas más de nuestro país. Antes, en el momento de apartar del fuego la infusión de café era costumbre introducir en ella el extremo de un tizón encendido o ascuas encendidas (Meñaca, Lequeitio, Ataun). También se introducía carbón encendido en el agua que de noche se traía de la fuente. Aún cuecen la leche con piedras candentes en algunos sitios. El fuego del hogar es acepto a los antepasados que, según creencias vigentes hasta nuestros días, visitan la casa por las noches. A esto se refiere sin duda aquella fórmula que, al apilar el rescoldo del fogón por la noche, dicen: nik sua biltzeen, aingeruuk etxeen sartzeen, etxean etxekook beinkatzen "al apilar yo el fuego, van entrando los ángeles en casa, bendiciendo en casa a la familia" (fórmula de Ataun). Es renovado por Nochebuena y al tronco que arde entonces en el hogar se le atribuyen virtudes extraordinarias para preservar de enfermedades al ganado, para proteger la casa contra el rayo, etc. Los fuegos de San Juan tienen también virtudes contra enfermedades de la piel, contra ciertos genios malignos y alimañas que pueden causar perjuicios en las cosechas. El fuego en la encrucijada de caminos próxima a una casa o en el portal de la misma anuncia el entierro de una persona muerta en dicha casa. Es también símbolo del muerto en ciertos casos y una ofrenda que le hacen sus deudos. En cuanto al genio del fuego llamado Eate o Ereeta es reconocido, sobre todo, en los grandes incendios de bosques y de casas y al aproximarse un pedrisco. Es un modo de cristianización del fuego del hogar la costumbre de renovar este elemento cada año, llevando a las casas algo del fuego bendecido en la iglesia el día de Sábado Santo, mientras es lanzado fuera de casa el material que antes ardía en el fogón. Ref. Resurrección María Azkue: "Euskalerriaren Yakintza", I, p. 258-262; José Miguel de Barandiarán: Eusko-Folklore, 1921, p. 3; 1924, pp. 4-5.

José Miguel de BARANDIARÁN