Concepto

Clúster

Un clúster es una concentración geográfica de empresas de uno o varios sectores interrelacionados, proveedores especializados, empresas de sectores auxiliares y relacionados, compañías de distribución y clientes, instituciones de educación e investigación (universidades, laboratorios, centros tecnológicos, etc.) y otras instituciones (gobiernos, asociaciones empresariales, asociaciones-clúster).

El concepto de clúster fue acuñado por M. E. Porter en 1990, originalmente como un instrumento de política económica para impulsar la competitividad de las naciones y las regiones (Porter, 1990). Según Porter, la competitividad de una industria en un país (o región) concreto depende de cuatro factores muy relacionados entre sí: las condiciones de los factores productivos, las condiciones de la demanda, la estructura, estrategia y rivalidad de las empresas del sector y la existencia de industrias auxiliares y relacionadas. Para Porter, la interacción entre esos cuatro factores (que forman el llamado "diamante de la competitividad") mejora notablemente si las empresas se encuentran concentradas geográficamente o "clusterizadas" en un espacio concreto.

Los clústeres mejoran la competitividad de las regiones y países donde se encuentran debido a que:

  1. Promueven la cooperación y la competencia entre las empresas.
  2. Aumentan la productividad de las empresas domiciliadas en la región (ya que pueden acceder a insumos y mano de obra especializadas, información, instituciones y otros bienes públicos y pueden comparar su rendimiento con las empresas competidoras, disponiendo de más incentivos para mejorar)
  3. Aumentan su capacidad de innovación (ya que su cercanía a proveedores y clientes les permite discernir antes cambios en las tecnologías y los mercados y/o nuevas oportunidades de negocio; y su proximidad a empresas competidoras les obliga a diferenciar su producto aunque también les abre la posibilidad de colaboración)
  4. Son un medio muy favorable a la iniciativa empresarial y la creación de nuevas empresas.

Algunas de las ventajas obtenidas de la pertenencia a un clúster proceden de la existencia de economías externas asociadas a la concentración geográfica; otras del desarrollo de un capital social, derivado de la proximidad geográfica y relacional de las empresas, individuos e instituciones, que tiene efectos positivos para la reducción de costes de transacción, la mejora de los flujos de información y la creación y difusión del conocimiento a escala regional.

Los clústeres edifican sus ventajas competitivas sobre factores locales-regionales difícilmente imitables pero para que esas ventajas sean sostenibles deben estar abiertos al exterior y evitar caer en una situación de aislamiento. Los clústeres pueden surgir por causas muy concretas: la iniciativa de un grupo de empresarios, buenas condiciones de los factores, la existencia de una demanda local importante o el simple azar. Pero, una vez creados, la existencia de rendimientos crecientes de escala, economías de aglomeración y localización y la creación de capital social contribuyen a la creación de nuevas empresas, impulsando su desarrollo. Lo cierto es que, en una economía cada vez más globalizada, la importancia de los clústeres locales y regionales no ha disminuido, sino todo lo contrario (Porter 1998a y 1998b). La obra de Porter ha ejercido un impacto muy notable no sólo en los foros académicos sino también en los gobiernos, tanto en Europa, donde la política de clústeres se ha convertido en una de las piezas esenciales de las políticas de desarrollo regional, como en otros países menos desarrollados.

El País Vasco ha sido una de las primeras regiones del mundo en aplicar una política de clústeres como herramienta para mejorar la competitividad (Ketels, 2004). En 1989, el Gobierno Vasco, por iniciativa de Jon Azua, entonces Consejero de Trabajo y Sanidad, solicitó a Monitor Company, la firma consultora de M. E. Porter, un estudio para analizar la posición competitiva de la economía vasca y su potencial futuro en una economía abierta y globalizada. El informe, publicado en 1991 (Monitor Company, 1991), sirvió de base al Programa de Competitividad establecido por el Departamento de Industria del Gobierno Vasco (dirigido ahora por Jon Azua) en su Marco General de Actuación de Política Industrial 1991-1995. El Programa, que asumía una serie de principios básicos del trabajo de Porter (son las empresas, no los países, los que compiten entre sí; el papel esencial de la innovación para lograr ventajas competitivas; el papel de los gobiernos para generar entornos competitivos e innovadores; y la necesidad de construir sobre lo que ya existe), apostó inicialmente por nueve clústeres prioritarios, la mayoría herederos de industrias tradicionales (acero, máquina-herramienta, electrodomésticos, papel, componentes de automoción, puerto de Bilbao, foro marítimo), aunque también se incluyeron otros de nuevos sectores incipientes (aeronáutica, telecomunicaciones, medioambiente, energía...), impulsando la creación de grupos de trabajo en los que participarían representantes de los sectores industriales, de la Administración y de otras instituciones (de formación e investigación, etc.) (Aranguren y Navarro, 2003).

Una de las primeras iniciativas tomadas en casi todos los clústeres fue la creación de asociaciones-clúster, de nueva creación o a partir de la transformación de antiguas asociaciones empresariales ya existentes. Las asociaciones-clúster son entidades sin ánimo de lucro creadas con el objetivo de mejorar la competitividad del clúster que representan mediante la cooperación. Sus integrantes son, principalmente, las empresas del clúster, pero también forman parte de ellas centros tecnológicos e instituciones de educación e investigación, entre otras, y están coordinadas con el Departamento de Industria del Gobierno Vasco que financia, junto con los asociados, sus gastos. Las primeras en crearse fueron la Asociación-clúster de Máquina-herramienta y la Agrupación-clúster de Electrodomésticos, ACEDE, (www.acede.es) ambas en 1992 y a partir de asociaciones empresariales previamente existentes (la Asociación Española de Fabricantes de Máquina-herramienta, AFM, (www.afm.es) creada en 1946, y la Asociación de Fabricantes de Electrodomésticos, creada en 1984). En los años siguientes se crearon la Agrupación-clúster de Industrias de componentes de automoción, ACICAE (www.acicae.es), en 1993; la Asociación-clúster del Puerto de Bilbao, UNIPORT, (www.uniportbilbao.es) creada en 1994; la Asociación-clúster de industrias del medio ambiente, ACLIMA, (www.aclima.net) en 1995; la Asociación-clúster de electrónica, informática y telecomunicaciones, GAIA, (www.gaia.es) en 1996 (a partir de una asociación sectorial de empresas de la electrónica, AIEPV, creada en 1983); la Asociación-clúster de Energía, (www.clusterenergia.com) en 1996; la Agrupación-clúster del Conocimiento, creada en 1996 (desaparecida en el 2007 tras su integración en Innobasque (www.innobasque.com); la Asociación-clúster de la industria aeronáutica, HEGAN, (www.hegan.com) creada en 1997; el Foro Marítimo Vasco, creado en 1997 (www.foromaritimovasco.com); la Asociación-clúster del Papel, (www.clusterpapel.com) creada en 1998; la Asociación-clúster audiovisual, EIKEN, (www.eikencluster.com) creada en 2004; y la Asociación-clúster del transporte y la logística, CLUSTERTIL, (www.clustertil.com) creada en el 2005 (impulsada por el Departamento de Transportes). A la altura del 2006, las empresas asociadas a estos clústeres prioritarios representan el 6 por 100 de las empresas, el 28 por 100 del empleo y el 32 por 100 del VAB de la industria del País Vasco. Existen otras tres asociaciones-clúster, la de sociolingüística (Soziolinguistika Klusterra www.soziolinguistika.org) (2004), Biobask (2006) y el cluster agroalimentario, pero, de momento, no tienen la consideración de estratégicos para la Administración (Orkestra, 2009).

A partir de 1996, el Departamento de Industria del Gobierno Vasco puso en marcha un nuevo Marco General de Actuación de Política Industrial 1996-1999 que intentó convertir a las asociaciones-clúster en un instrumento efectivo de la política industrial en general y de la política de competitividad en particular. Ello se tradujo en la firma de convenios de colaboración con estas asociaciones a través de los cuales el Gobierno Vasco aportaba financiación para una serie de actuaciones prioritarias, siempre bajo la filosofía de impulsar la cooperación inter-empresarial para mejorar la competitividad. Desde el año 2000, la coordinación entre el Departamento de Industria y las asociaciones-clúster se ha intensificado a través de la participación del primero en las segundas con técnicos verticales (especialistas en uno o varios clústeres concretos, que asisten a las reuniones de las asociaciones-clúster) y horizontales (especialistas en cada una de las tres áreas estratégicas definidas por la Administración: internacionalización, tecnología y calidad, que asisten a las reuniones de los comités respectivos en todas las asociaciones) (Aranguren y Navarro, 2003). Esta estructura de coordinación no ha variado en la nueva estrategia de competitividad Euskadi 2015 puesta en marcha por el Gobierno Vasco a partir del 2004, en la que las asociaciones-clúster siguen teniendo un papel protagonista (www.politicaindustrialvasca.net).

Desde su creación, las asociaciones-clúster han tratado de mejorar la competitividad de sus asociados y de la economía vasca en su conjunto a través de la cooperación inter-empresarial. La cooperación inter-empresarial se realiza al menos en las tres áreas estratégicas definidas desde la Administración: tecnología (programas de investigación conjuntos), calidad (estrategia de adopción de los estándares y certificados de calidad más prestigiosos en cada sector) e internacionalización (actuaciones conjuntas en el exterior). No obstante, algunas de ellas también cooperan en otras áreas como formación o medio ambiente. Aunque la trayectoria y los resultados de cada asociación-clúster son muy diferentes, en líneas generales puede decirse que las asociaciones-clúster del País Vasco han mejorado el diálogo y la coordinación entre la Administración y el tejido empresarial, han impulsado la cooperación entre las empresas, las instituciones y el Gobierno regional y, sobre todo, han contribuido a crear y generar confianza y capital social, lo que ha tenido, indudablemente, efectos positivos para la competitividad, aunque estos no puedan medirse fácilmente con las herramientas y los indicadores actualmente disponibles. A principios del siglo XXI, las empresas pertenecientes a las asociaciones-clúster del País Vasco presentan mejores resultados en intensidad de I+D, cualificación de la mano de obra e internacionalización que las empresas no asociadas (Orkestra, 2009).