Arquitectura

Castillo-palacio de don Lancelot de Navarra y del linaje Beaumont

Arazuri

Mención especial merece este imponente edificio, que se asienta sobre un aterrazamiento del río Arga, desde el que se domina el curso fluvial y su amplia vega, así como un estratégico puente. Fue palacio de cabo de armería, y como tal aparece registrado en el Libro de Armería del Reino de Navarra (L.A.R.N. nº 129), siendo sus armas "de gules, cabrio combado de oro, entre panelas de oro".



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Estamos inclinados a creer que se construyó por fases. El germen del palacio debe remontarse hasta el siglo XI, cuando se documenta el linaje "Araçur", que alcanzaría gran protagonismo en la centuria siguiente, y que contaría con una torre o "sala" en el lugar, de la que probablemente no quedan restos visibles. La llamada "torre mayor", situada en el ángulo sureste, es la zona más antigua del actual edificio, que sería adquirido y posteriormente ampliado por el infante Lancelot de Navarra, hijo bastardo del rey Carlos III, en el primer cuarto del siglo XV. Posteriormente llegó a manos de Johan Ibáñez de Monreal, tesorero del reino y secretario del Príncipe de Viana, que lo poseía en 1442, y poco después pasó a ser propiedad del todopoderoso linaje Beaumont.

El edificio presenta una disposición general rectangular, con unas dimensiones de 65 x 52 metros. Muestra cuatro torres angulares de formato desigual, unidas en origen por cuerpos bajos residenciales, de los cuales nos han llegado dos, en los lados meridional y oriental, y con gran patio central. Dado su tamaño y la variedad de elementos que componen este edificio, no presenta un único tipo de aparejo, pudiéndose ver en sus muros desde sillares de gran formato y lograda estereotomía hasta la mampostería más burda. Lo mismo ocurre con los espesores murales, que varían desde los 77 cm. del muro simple situado al oeste a los 110 cm. de la torre mayor.

El muro occidental es el que originariamente albergó al acceso principal del palacio. Mide 29 metros de longitud y presenta una altura aproximada de 7 m. y, como se ha dicho antes, tiene una anchura de en torno a 77 cm., habiéndose construido en una mampostería menuda. Probablemente en origen dio apoyo a un cuerpo residencial interior o a una galería de madera abierta al patio, aunque hoy en día sólo queda el muro exterior. El arco de entrada al palacio debió abrirse en el extremo izquierdo del muro, junto a la torre noroeste, aunque fue suprimido hace muchos años, al objeto de permitir el paso de maquinaria agrícola. Hoy en día la puerta es rectangular, y remata con dintel de madera. Además, pueden verse todavía dos órdenes de aspilleras, que reflejan una disposición en dos alturas.

La torre noroeste es ante todo un elemento flanqueante, destinado a proteger con su fuego la puerta y los muros septentrional y occidental. Es, en cualquier caso, un ejemplar imponente de torre, con una altura de 16 metros, dimensiones de 11'67 x 12'77 m., y una superficie interior de en torno a los 100 metros cuadrados. Originariamente debió tener al menos tres alturas, además del nivel de coronamiento, que debemos imaginar almenado y muy posiblemente amatacanado. Se edificó al parecer en muy buena sillería, pero hoy se aprecian restos claros de apetachamientos y reconstrucciones. La parte interior presenta una puerta en planta baja. Parece original, y remata con un arco rebajado algo deteriorado, con seis dovelas y sin clave central. En la primera planta vemos una ventanita que vigila la puerta principal del palacio, pero no se ven más huecos en este lado, por lo que debemos pensar que el flanqueo vertical de este acceso confiaría en las defensas situadas en el adarve. En cuanto a la parte que queda al exterior del palacio, presenta sendas saeteras en las plantas primera y segunda, confirmando la voluntad de flanqueo sobre el muro septentrional del palacio.

El siguiente elemento que debemos comentar es el muro septentrional del conjunto. Dada la peor orientación de este ala, debió estar ocupada por caballerizas, cuadras y corrales. No obstante, sabemos que fue una de las partes del palacio más castigadas, por lo que en el siglo XVI se hizo precisa su reedificación. En la actualidad se trata de un único muro simple, de carácter marcadamente ciego, que tan sólo presenta algunos huecos cuadrangulares que no parecen antiguos.

El ala este tiene una longitud de casi 53 metros, y fue sin duda la zona residencial por excelencia. Sus dos extremos se prolongan en altura para conformar dos torres de unos 13 metros de alto, con planta cuadrada y dimensiones muy similares, de unos ocho metros de lado. Se edificó este cuerpo oriental en sillería, que varía de un sillarejo menudo en las torres de los extremos a sillares de buen tamaño en el paño central.

En el muro que da hacia el exterior del palacio, la planta baja se perfora con una serie de aspilleras alineadas, situadas a poca altura sobre el suelo, y destinada a batir el terreno situado delante. Las mejores de la serie presentan ranura de disparo larga y estrecha, de muy buena ejecución, y han sido toscamente ensanchadas con orificios para su uso mediante armas de fuego.

La primera planta se abre mediante ocho ventanas, en las que parece predominar un tipo adintelado y partido en dos por un mainel central, aunque alguna parece haber sido desfigurada o agrandada. Se trata de una tipología de vano muy bien documentada en la castellología europea del XV, y parece obedecer a un momento de transición entre los vanos geminados del último gótico y la típica ventana cuadrangular de los siglos posteriores. En el centro del paño puede verse un escudo cuya talla está hoy totalmente perdida, aunque Martínez de Aguirre afirma que originariamente presentaba las armas del patriarca Lancelot, lo cual podría indicar una datación dentro del primer cuarto del siglo XV.

La segunda planta va afectada por una cornisa de matacanes y un parapeto dotado de pequeñas mirillas y algún tragaluz, sobre el que descansa el tejado. Los matacanes propiamente dichos constan de ménsulas triples en retroceso, molduradas con perfil abocelado. Cabe destacar que se no se trata de matacanes decorativos, al modo en que hemos visto en Olite, sino que son totalmente funcionales, dotados de airoso voladizo y con huecos abiertos para el flanqueo vertical del muro.

Hacia el patio, este ala confirma su carácter residencial con una serie de vanos amplios y elegantes, que ennoblecen su aspecto y subrayan su carácter civil. En planta baja anotamos una puerta original apuntada, en el extremo derecho del ala, junto a la torre sureste. Se trata de un vano amplio (2'09 x 1'35), con 10 dovelas largas (70 cm.) que, por estar en número par, carecen de clave en lo que parece ser un rasgo estilístico de taller, intencionado y no derivado de una supuesta falta de habilidad técnica. La rosca va recorrida por una moldura achaflanada. En el extremo opuesto de este ala hay otra puerta, recta y moderna.

En el centro del paño, un doble patín de piedra, que apea sobre un arco de descarga central de medio punto, conduce directamente a la segunda planta. La puerta consta de un arco rebajado de tres dovelas, similar al antes descrito para la puerta baja de la torre noroccidental. Lleva igualmente la rosca rebajada por una moldura en chaflán. Parece ser el único hueco original situado a este nivel, que por lo demás presenta varias ventanas rectas modernas, alguna de las cuales puede proceder del ensanchamiento de ventanas góticas o incluso del rasgado de antiguas aspilleras.

La segunda planta se abre por una serie de cinco elegantísimas ventanas, que obedecen a un mismo diseño. Son geminadas, compuestas por dos arquillos apuntados y con intradós trilobulado. Las enjutas llevan pequeñas molduras triangulares, con un lado curvado para adaptarse a la forma del arco, y toda la rosca va recorrida por un remate achaflanado. Pueden datar de la segunda mitad del siglo XIV o primera mitad del XV.

El ala meridional ha venido siendo utilizada con fines residenciales hasta fecha reciente, dada su buena orientación y su vista privilegiada sobre la vega del río Arga. Ha sido perforado en su cara externa con numerosos vanos de variados formatos. Hay alguna saetera, ventanas cuadrangulares modernas, algunas procedentes sin duda del rasgado de antiguas aspilleras, y alguna ventana original del tipo cuadrangular amainelado antes descrito. En algunas ocasiones, se ve que los sillares de enmarque originales se han reaprovechado en ventanales de tamaño mucho mayor, especialmente en el extremo oriental del cuerpo.

Hacia el interior del patio, el muro presenta un aspecto comparativamente ciego, aunque sí se aprecia que los vanos conservados son en su mayoría originales, debiendo suponer que su aspecto general, comparativamente sobrio y macizo, se ajusta más a lo que era habitual en la Edad Media. En planta baja hay una pequeña puerta, de angostas dimensiones y rematada con arco apuntado compuesto por 8 dovelas, sin clave, tal y como hemos visto que iban las puertas bajas de la torre noroeste y del ala oriental. Por encima se aprecian dos ventanas más del tipo cuadrangular y con mainel central, que como va dicho fueron muy abundantes en el siglo XV. Vemos así mismo dos saeteras de magnífica ejecución y buen estado de conservación. Presentan ranuras de disparo muy largas y estrechas, al modo en el que puede verse en la mejor castellología francesa de los siglos XIII al XV, antes de la generalización del uso de las armas de fuego.

Este cuerpo residencial enlaza con la torre mayor del palacio por un muro simple, cuyos muros no traban, pareciendo obedecer a alguna antigua reconstrucción. Este muro se abre hacia el exterior mediante una pequeña poterna con visos de antigüedad. Remata con un dintel de piedra reforzado por dos ménsulas cóncavas.

El último elemento que nos queda por describir es la torre mayor del palacio, que creemos constituyó el núcleo originario del conjunto. Se trata de un recio torreón de planta rectangular (15'5 x 11'1 m.), con un grueso muro de 1'10 m. de ancho y una superficie interior útil de unos 119 metros cuadrados. Se edificó en buena sillería, aunque su fuste presenta restos de grandes destrucciones y sus consiguientes reedificaciones. Probablemente la última de ellas se corresponda con la intervención del cantero Iturgaiz, que en el siglo XVI afirmaba de manera expresa haber trabajado en esta torre mayor. En altura se organizó en cuatro alturas más el nivel de coronamiento, y debe rondar en la actualidad los 18 metros de alto. Los forjados interiores se han perdido, presentándose en la actualidad totalmente hueca.

Se accede a esta torre por una puerta gótica de perfil apuntado (2'51 x 1'45), con 7 dovelas de tamaño medio (59 cm.) y con clave, dato este digno de señalar. La dovela central muestra restos de un escudo sin labra, que probablemente llevaba su campo pintado, y la rosca va recorrida por una moldura achaflanada. Presenta tan sólo saeteras en los otros tres muros, dos en los lados oeste y sur, y una más en el frente oriental.

La primera planta cuenta con un acceso original en el muro septentrional. Se trata de una puerta alta, seguramente desplazada hacia el lado derecho para situar un patín de madera que descendiera en diagonal, a encontrarse con la puerta baja de la torre. Su gran tamaño nos hace desestimar la posibilidad de que fuera la simple puerta de comunicación con un ala residencial o con una galería de madera adosada al muro oeste del palacio. El hueco propiamente dicho remata con arco apuntado de siete dovelas, proporcionalmente grandes, y con una clave bien desarrollada. En el mismo hastial se abre una ventana de buen tamaño que, a pesar de haber sido burdamente deformada, parece que tuvo un perfil trilobulado. El dintel es monolítico, y lleva labradas sendas molduras triangulares, con uno de sus lados curvo para adaptarse a la forma del arco. Al interior presenta cortejadoras. El muro oriental muestra una saetera, desplazada hacia el ángulo izquierdo del hastial, y una puerta burdamente abierta para que sirviera de comunicación con el ala meridional del palacio. Un examen detenido de este vano revela que, pese a que ha sido abierta de manera forzada y a posteriori, el sistema que emplea para salvar el ancho mural es un arco rebajado contemporáneo de la construcción de la obra. Por ello estamos inclinados a pensar que, en origen, había aquí una ventana gótica, rasgada a posteriori cuando se adosó por este lado el ala residencial correspondiente. También la presencia de la saetera refuerza esta teoría. El muro occidental se abre con dos pequeñas saeteras para cubrir la amplia explanada que separa el palacio de la iglesia. Por encima de este nivel se aprecia un cambio de material bastante marcado.

La segunda planta tenía un fin evidentemente residencial. Hacia el lado septentrional, el que da frente al patio, se abre una solitaria ventana geminada, de buen tamaño y arquillos trilobulados bastante desfigurados. Salva el espesor mural con el característico arco rebajado habitual en el estilo gótico, y lleva cortejadoras intramurales. El muro oriental se abre en este nivel por una puerta que en principio sorprende por su ubicación, a gran altura, aunque es sin duda medieval y original. Sus sillares de enmarque, bien conformados, se insertan sin irregularidades en el muro, con una disposición simétrica. El vano es largo y angosto, y remata con un dintel reforzado por ménsulas cóncavas. Flanquean esta puerta cuatro mechinales, sin duda destinados a sostener una estructura volada, tal vez un cadalso, una balconada o, mejor aún, la parte superior de un patín de madera. Además de esta puerta, este hastial presenta una ventanita simple, rematada en arco de medio punto y con una cortejadora al interior. El muro meridional mantiene su carácter macizo en esta altura, aunque sí se abre con una pequeña puerta adintelada, que parece que dio salida a una estructura de madera de gran porte, de la que tan sólo restan cinco grandes mechinales. En cuanto al muro occidental, que se orienta hacia la iglesia, tiene dos ventanitas de pequeño tamaño, rematadas las dos con dinteles, y con una cortejadora cada una en su interior.

La tercera planta también tuvo usos residenciales, aunque como vamos a ver también desempeñaba un papel defensivo de primer orden. Su muro septentrional no tiene vanos abiertos al patio, y tan sólo deja ver una imponente buharda de piedra, en buen estado de conservación. Estas buhardas o ladroneras son un elemento constante en la gran castellología europea de los siglos XIV y XV, y casi siempre solían aparecer como elemento de protección de una puerta. El muro oriental es totalmente ciego y macizo en esta altura, mientras que hacia el lado sur se abre con dos ventanitas. La primera de ellas es un hueco simple en cuyo dintel se ha labrado un arco trilobulado de perfil apuntado. La rosca va decorada con una moldura achaflanada proporcionalmente ancha, y las enjutas del arco muestran las mismas molduras triangulares que hemos visto en una de las ventanas de la primera planta, a pesar de sus diferencias de concepción. La segunda de las ventanas de esta planta es un vano ya amplio, rematado con un dintel en dos piezas, que apean en un mainel central, que en este caso lleva basa moldurada, fuste cilíndrico y capitel sin decoración figurativa.

Por encima de la tercera planta nos encontramos ya el nivel de coronamiento, que va ocupado por una airosa cornisa amatacanada. Ocupa la totalidad del paño septentrional, la mitad del muro oriental, y el ángulo izquierdo del muro occidental, faltando totalmente en el resto. Su presencia coincide exactamente con lo que parece ser la parte más antigua de la torre, también la que se encontraba mejor protegida, hacia el interior del palacio, y falta en la zona que se corresponde con una gran reconstrucción. Por lo tanto, es muy posible que el adarve medieval amatacanado no fuera repuesto en la reedificación del siglo XVI. No queda rastro del parapeto ni de los merlones y a día de hoy no nos es posible saber si iba aterrazado o llevaba algún tipo de cubierta.