Cinematográficas

Caótica Ana

Producción de Sogecine y Alicia Produce en coproducción con Volcano Films fechada en 2007.

Participaron además entidades como TVE, Canal Plus, ETB, ICAA, ICO, Gobierno Vasco, Gobierno de Canarias y Media. Es la séptima película de largo metraje del director donostiarra y probablemente su obra más personal y arriesgada. Medem se encargó de la dirección, del guión y el montaje. Además junto a Koldo Zuazua, Simón de Santiago y Enrique López Lavigne se hizo cargo de la producción ejecutiva de la película. Caótica Ana nace del dolor ya que este trabajo cinematográfico fue para Julio Medem una vía de escape ante la depresión y la angustia causadas por el fallecimiento de su hermana Ana, muerta en abril de 2001 cuando acudía a la inauguración de una exposición de su propia obra pictórica. El cineasta, que esperaba ilusionado a las puertas de la exposición la llegada de su hermana junto a su familia, puso después, en su recuerdo, el mismo nombre a su hija. De hecho, al final de la película se puede leer la siguiente dedicatoria; "A mi hermana Ana que se fue. A mi hija Ana que vino". Y los cuadros que pinta la protagonista son de la propia Ana Medem, adaptados en ocasiones para la película por Sofía Medem. Mientras desfilan los títulos de crédito finales aparecen sus alegres pinturas naif llenas de color con el evocador fondo musical de la canción Tiempo y silencio interpretada por Cesarea Evora y Pedro Guerra. Es importante señalar estos datos porque ante todo Caótica Ana es una experiencia emotiva y sensorial.

No es una película al uso sino que nos encontramos ante un lírico poema visual estructurado en diversos capítulos, una cuenta atrás que empieza en el 10 y acaba en el 0, como las sesiones de regresión hipnótica a las que se somete la protagonista (Ana, interpretada por una dulce y preciosa Manuela Vellés) y en las que van apareciendo vidas de otras mujeres que forman parte de Ana. Es más, la frágil protagonista del film parece ser la continuación de todas esas vidas. Lo curioso es que Ana no tiene sueños ya que siente pavor a enfrentarse a esa energía que fluye en su interior anclada en la noche de los tiempos, mujeres jóvenes como ella que murieron de forma violenta. Ese caos que habita en su interior y que le impide conocer su propia identidad es la esencia de la película. Medem definió a Ana como "la princesa y el monstruo de esta fábula feminista contra la tiranía del hombre blanco." Así, el director revive a su hermana en una presencia luminosa e inocente en lucha permanente contra la injusticia. Lo que le da pie para ajustar cuentas. La defensa de la causa feminista, la reivindicación de los derechos y libertades del pueblo saharaui frente a la tiranía del sátrapa de turno entronizado en Marruecos o el rechazo a la guerra de Irak están presentes en esta obra. Pero hay más temas palpitando en los versos de este poema. El mito del buen salvaje frente a la ruin mezquindad del mundo "civilizado", el amor como respuesta, la fuerza primigenia del sexo... Medem vuelve a regalar al espectador una película repleta de imágenes inolvidables que se adhieren a la retina y se incrustan en el cerebro para siempre, demostrando que hay pocos directores con su capacidad para evocar, conmover y emocionar. Un enorme poder visual inunda esta cinta soberbia.

La primera incursión de Ana por las calles de Madrid, tras años viviendo con su padre en una cueva asomada al mar en Ibiza es maravillosa. Al rememorar la carta que escribe a su padre -"Querida bestia parda, aquí en Madrid parezco una indígena fuera de la reserva"- sus manos rozan en un bello baile otras manos ajenas que se cruzan indiferentes en su caminar mientras la poderosa y ancestral música de Jocelyn Pool -autora de composiciones presentes en obras maestras del cine como Eyes Wide Shut o Gangs of New York- transporta al espectador a territorios más hermosos. Y lo mismo se puede decir de las animaciones a las pinturas de Ana Medem. En una de ellas, una larga regresión hipnótica de la protagonista, las puertas al subconsciente que Ana ha mantenido cerradas muestran, una vez abiertas, imágenes de mujeres muertas en distintas circunstancias. En otra regresión, Ana abre una puerta pintada sobre la roca. El hermoso rostro de Manuela Vellés trasmite paz cuando aparece tras la oscuridad el paisaje del desierto en un viaje atemporal y mágico. La crítica cinematográfica en general fue despiadada con esta sugerente propuesta artística. Hasta Tomás Fernández Valentí, en la revista Dirigido, partiendo de la base de que no le había gustado la película, hablaba de un recibimiento lleno de "increíble hostilidad". Añadía además que no percibía la misma saña en otras películas fallidas del cine español. Es evidente que, en muchos casos, Medem seguía pagando por la "osadía" de dar voz a todo el que quisiera hablar en La pelota vasca (2003). Caótica Ana superó los 200.000 espectadores, un resultado más que aceptable para una película del cine español. Pero Medem, que se involucró en la producción, quedó en una situación económica complicada porque las expectativas eran más ambiciosas todavía. Si a esto se le suma el fuego a discreción de la crítica española se entiende su posterior crisis personal y su ansia de empezar de cero tras rememorar a su hermana fallecida con este hermoso poema cinematográfico. El hecho de que la película tuviera una acogida más positiva a nivel internacional tuvo como consecuencia que el cineasta mirara fuera de las fronteras del cine español. Room in Rome (2010) es la primera obra de esta nueva etapa.