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Baiona. Historia

En el siglo XIV, la facción aristocrática no sólo había emparentado con la nobleza rural -con los Lalanne de St-Etienne, los Saubaignac de Guiche, los señores de Villefranque, etc.- sino que había adquirido feudos con derechos señoriales en el campo. Los años 1312-1317 son años de hambre en toda Europa; en Baiona reina además un gran descontento entre los pescadores por las concesiones reales sobre parajes de los ríos a particulares, hasta el punto de hacer intrasitables los cursos de los mismos. En abril de 1312, un simple marino del puerto, Pés Sanz de Jatsu apodado "Front de Boeuf" por sus partidarios -marinos, artesanos y leñadores- se destaca como líder del ala izquierda de la facción popular y resulta elegido alcalde.

Una vez en el poder, Jatsu, ataca la propiedad de los grandes burgueses y suprime las pesquerías otorgadas por el rey, en especial la de Vièle -cuyas casas ordena quemar- que apenas dejaba transitar por el Adur. Esto da lugar a una dura lucha en la que los afectados no dudan en apelar al rey de Francia... a pesar de estar apoyados por el rey inglés. Jatsu se niega a reconocer la autoridad del senescal, expulsa al obispo, por rapaz, de su palacio e instituye una prisión municipal. En 1313 es reelegido, ilegalmente, alcalde. El pleito entre el alcalde y el representante del rey pasa al Consejo Real y naturalmente el marino pierde. En 1314 es reelegido pero la llegada del senescal con sus tropas, en abril de 1314, da fin a esta breve dictadura popular.

Unidas por relaciones inmemoriales, puertos ambas naturales del reino de Navarra, relacionadas comercialmente desde siempre, ambas ciudades solían celebrar pactos y acuerdos de buena amistad. En 1322 se establece como árbitro único en cualquier litigio a Laurent de Vièle. Se establece ese año que una comisión compuesta por miembros de ambas ciudades se reuna en San Juan de Luz, cada dos años, para comunicar las sentencias de los casos ocurridos en el bienio, mediante un código redactado al efecto.

Lo Libre dous Establimens lo hizo redactar Guilhem Arnaud de Viéle para recopilar los documentos siguientes:

  • Inventario de las armas del arsenal de la ciudad.
  • Privilegios de la ciudad y Carta de Comuna.
  • Establecimiento u Ordenanzas.
  • Paces y compras de la ciudad.
  • Juramentos.

Primera etapa de la Guerra de los Cien Años: Puyane y la guerra civil de Lapurdi [1343-1355]. La primera etapa de la Guerra de los Cien Años que enfrentará a ingleses y franceses desde 1337 hasta 1356, año en que cae prisionero Juan el Bueno, rey de Francia, transcurre, hasta la intervención del rey de Navarra, lejos de las tierras Lapurdinas. Pero ello no quiere decir que Baiona y todo Lapurdi escapen a las contradicciones sociales que se agudizan en Europa desde comienzos del siglo XIV. En vísperas del estallido de las hostilidades, es elegido alcalde de Baiona Puyane, un marino perteneciente a la facción popular. En 1341 la facción aristocrática se negó a aceptar su reelección.

Pes de Puyane, alcalde de Baiona, alcanzó una triste celebridad durante estos eventos. Recompensado por su brillante conducta en aguas de La Mancha (1337), al comienzo de la Guerra de los Cien Años, con las rentas de los puertos de Biarritz y de Bédoréde, abolió la ley que eximía de todo impuesto las mercaderías destinadas a aprovisionar a Lapurdi y sostuvo largas luchas con los señores Lapurdinos. Fuyane prestó su apoyo a un tal Arnaud de Durfort que se pretendía vizconde de Lapurdi, con lo que se ganó el odio general, tanto de la nobleza -que contaba aliados en Baiona- como del campesinado Lapurdino. Fue en el hoy desaparecido puente de Proudines, frente a Villefranche, donde Puyane colocó a varios guardas encargados de cobrar derechos y portazgos, ya que en este punto del Nive acababa, según el magistrado, la jurisdicción municipal bayonesa por ser el lugar más interior alcanzado por la pleamar.

Pero las gentes de los señores Lapurdinos, no sólo no hicieron caso de la exigencia, desconocida hasta entonces, sino que arrojaron a los funcionarios de la autoridad burguesa al río, a fin -se chanceaban- de que comprobaran personalmente hasta dónde subía la marea. La respuesta de Puyane no se hizo esperar.

"El fogoso magistrado -dice Baylac- avisado por una nota escrita en gascón, llega durante la noche ante el castillo de Miots en Villafranca, hace derribar las puestas y mata a todos los que encuentra excepto a cinco gentilhombres, dos Urtubias, dos Saint-Pée y un Lahet, a los que al amanecer conduce hasta el puente de Proudines sobre el Nive. Una vez allí, anuncia con frialdad a sus prisioneros que va a verificar amistosamente con ellos si la marea sube hasta el punto que pretende la villa y la comunidad de Baiona. Acto seguido, se los amarra bajo sus órdenes a los arcos del puente que comenzaba a ser bañado por la pleamar. Los cinco desgraciados gentilhombres desaparecieron gradualmente, sepultados poco a poco bajo las aguas".

La ciudad se venga de la nobleza rural en la persona de los cabeza de linaje más importantes, los señores de Saint-Pée y Urtubie, jefes de parentela. El famoso episodio del puente de Proudines, al que la leyenda ha debido agregar más de un detalle, marcó, por su crueldad, el comienzo de la sublevación que había de extenderse por toda Lapurdi, en la que bayoneses y Lapurdinos se entregaron a violentas luchas, situación empeorada por la peste negra. El año 1355 la solución fue sometida al arbitraje del señor de Albret; los Lapurdinos reconquistaron sus derechos en detrimento de los habitantes de la villa, que fueron además condenados a pagar dos sumas, una como indemnización y la otra para la fundación de prebendas para el descanso de las almas de los asesinados en el puente de Proudines. Los bayoneses reclamaron al Príncipe Negro, gobernador de Aquitania, que redujo un tanto las cifras de las severas penas.

El Adur cambia de curso: 1310-1360. Ya en el siglo XII lo había hecho, pero el golpe fue parado por la burguesía bayonesa mediante la consecución de una carta de monopolio (1255) sobre la navegación de este río, que desembocó en Capbretón. Entre 1310 y 1360 fue peor: esta desembocadura se cerró y el río se abrió otra a alrededor de 40 kms. de la capital de Lapurdi (Vieux-Boucau), de modo que a ésta sólo podían arribar barcos de 25-50 Tm., lo cual fue un rudo golpe para la economía de la ciudad. Muchos bayoneses emigraron a Fuenterrabía y San Sebastián, ciudad esta última que sustituyó a Baiona como puerto de Navarra.

La peste sobre Baiona. Entre 1347 y 1350 sucumbe una tercera parte de la población europea. Baiona fue abandonada por sus habitantes despavoridos. En acción de gracias por el cese de la plaga se creó la cofradía de los Carmelitas de Tarride.

Tratado de amistad entre Baiona y costa guipuzcoano-vizcaína: 1353. Firman la paz y amistad perpetua San Sebastián, Getaria, Mutriku, Laredo, Castro, Biarritz, Bermeo, Placencia, Bilbao, Plentzia, Lekeitio y Ondarroa (Labayru: Historia de Bizcaya, t. II, lib. II, p. 366).

La guerra de los Cien Años vio ampliarse sus escenarios pasando a la península. Carlos el Malo de Navarra, comprometido con el bando de Enrique de Trastamara, se reconcilió, por intermedio del príncipe de Gales, con el rey Pedro de Castilla. Estos tres monarcas parlamentaron en Baiona durante cinco días; en el tratado concluido en Baiona en septiembre de 1366, el soberano navarro se comprometió a dejar pasar las tropas inglesas y aquitanas, engrosadas de temibles "routiers", a cambio de ventajas territoriales -restitución de San Juan de Pie de Puerto-. Pero la suerte favoreció a D. Enrique. Pedro el Cruel huye de España por mar (Sevilla) y desembarca en tierra aliada -Baiona- en 1366; una de sus hijas, Beatriz, se ahogó entre 1366-67 en aguas del Adur. El bando triunfante de los Trastamara quiso recompensar a Du Guesclin con la toma de Baiona, lugar en el que el francés había estado prisionero en septiembre de 1367, tras la derrota de Navarrete. La tentativa, que tiene lugar en junio de 1374, fracasa.

Un fuerte ejército preparado por Enrique II de Trastamara intentó evitar la entrada del duque de Lancaster en Baiona y cerca la ciudad, en la primavera, atendiendo la solicitud del duque de Anjou, pero, desasistido por éste, que se hallaba asediando Montauban, tiene que levantar el sitio. Parte de sus tropas vuelve a Castilla a través de Navarra y aprovechó para saquear Pamplona durante unos días. La flota vizcaína, por órdenes del rey de Castilla, destruye, el 10 de agosto de 1375, a cerca de 37 barcos de la flota de Baiona-Burdeos. Sin embargo, algunos señores de Gascuña habían llamado ya al rey de Francia y los combates entre profranceses y filoingleses llegaron casi hasta nuestra vieja ciudad del Adur. Su comercio comenzó a verse afectado, situación que se vio agravada por las consecuencias de la terrible epidemia de peste negra. El rey de Castilla volvió a intentar la toma de la plaza el año 1377 con un ejército de más de 20.000 hombres. El ejército castellano bloqueó la ciudad durante todo el invierno.

Una flota de doscientos buques al mando de Rodrigo Rui Díaz de Rojas, Ferrant de Sevilla, Ambrosio Bocanegra y Pedro Velasco, entró en el Adur. La ciudad resistió heroicamente hasta finales del invierno y el rey de Castilla tuvo que desistir de su empeño. Ricardo II nombró a su tío, el duque de Lancaster, gobernador de la provincia. En 1378, fue acuñada en el Castillo Viejo, la primera moneda. Ver Monnaie, Hotel de la. En 1399, un golpe de estado derrivaba a Ricardo y colocaba en su lugar a Enrique V, hijo del duque de Lancaster. Esto ocasionó serios tumultos en la villa que sólo pudieron ser apaciguados mediante nuevos privilegios. En 1413, Enrique V ordenó a su lugarteniente y tío, Tomás Dorset, y a diversas autoridades, entre las que podían contarse el baile de Lapurdi, que destruyesen la fortaleza de piedra erigida cerca de Baiona por el señor de Espelette. Vemos, pues, que la vieja enemiga entre la ciudad y los señores rurales subsiste tenaz en el siglo XV, favorecida por el clima de guerra y descomposición de la sociedad organizada bajo administración inglesa. Como un último intento, se crean las armandads o hermandades voluntarias cuya finalidad era poner coto al desorden y a las violentas reivindicaciones del pueblo.

Esta institución fue fundada por el señor de Haitze, Auger de Haitze, y fue aprobada por el duque de Lancaster, gobernador de la Aquitania. El 23 de marzo de 1400 era ratificada por el rey Enrique IV. Auger de Haitze, baile de Lapurdi, sofocó duramente los movimientos de rebeldía en Baiona; ayudado por sus partidarios atrajo a los sediciosos de la ciudad y los hizo prisioneros. Su sucesor, Pierre de Haitze, se levantó sin embargo en contra de la autoridad real y el año 1435 entró en la ciudad destruyendo los molinos, matando a los partidarios del rey e incendiando todo a su paso. Es a comienzos del siglo XV cuando la leyenda relata la historia del caballero de Belzunce, hijo del gobernador de la villa (ver Lissague, leyenda de). En esta época y a pesar de los disturbios sociales y políticos Baiona sigue siendo una de las principales ciudades del litoral atlántico. Su nombre figura no sólo en los acontecimientos de la guerra franco-británica sino también en las costas de Islandia y Terranova, por importantes factorías bacaladeras y balleneras.

Conquista francesa de Baiona: 1451. Pero los ingleses se batían ya en retirada. En 1449, Gaston de Foix se apodera, para Francia, de todo Lapurdi y Zuberoa. Después de Formigny (1450), sólo les quedaba la Gascuña. El año 1451, un ejército francés al mando de los condes Dunois y Foix se apodera de Burdeos y se presenta a las puertas de Baiona, última ciudad inglesa de Gascuña. Los bayoneses, que habían acudido a la defensa del castillo de Guiche contra los franceses, presentan una dura resistencia. La ciudad es rodeada, el 6 de agosto, en los barrios de Tarride y de Saint Léon, por un foso y una empalizada. Sin embargo las tentativas de salida fracasan y los víveres comienzan a escasear.

El 16 de agosto el gobernador, Jean de Beaumont, no queriendo arriesgar la villa por más tiempo, entabla negociaciones con el enemigo. Las duras condiciones de rendición, fueron mejoradas por el rey Carlos VII; en septiembre de 1451 se redujo a la mitad la indemnización de 40.000 escudos que se pedía y la villa continuaría gozando de sus libertades municipales. Firmada la capitulación, los generales de Carlos VII y su ejército hacen la entrada triunfal en Baiona, el 21 de agosto. Frente al Castillo Viejo, símbolo de la comuna independiente, fue erigido el Castillo Nuevo del rey de Francia. Baiona, último bastión inglés en el continente, comienza desde entonces a decaer.

El 21 de agosto de 1451, al día siguiente de la milagrosa aparición de la Cruz Blanca coronada de una flor de lis, -fenómeno místico-patriótico-atmosférico que, según costumbre de la época, y por rara casualidad, precedía únicamente a los vencedores-, los condes de Foix y de Dunois entraron en Baiona. Iban acompañados por el señor de Lautrec, hermano del de Foix, maestresala del rey, el señor de la Bruciére, el señor de Noailles y otros varios gentilhombres. Mil arqueros mandados por l'Espinasse les precedían; después venían dos heraldos del rey francés revestidos de sus cotas, después D. Enrique de España, senescal de Foix, llevando la bandera real y montando un corcel cubierto de terciopelo carmesí. A continuación venía el conde de Foix, montado en un caballo de batalla ricamente enjaezado, y teniendo a su lado al senescal de Béarn. Numerosos oficiales seguían detrás, y por último ochocientos lanceros a pie.

El de Foix entró en Baiona por la puerta de Saint-Léon, mientras que el de Dunois entraba en la ciudad por la puerta de Mousserolles. Delante iban 1.200 arqueros, dos heraldos del rey, y otros sirvientes llevando diversas armas. Seguidamente venía el señor James de Saveux, con la bandera real. Luego seguían Dunois y Lohiac, mariscal de Francia, el señor de Orval y otros varios personajes; cerraban el cortejo seiscientos lanceros. Los dos generales se reunieron delante de la catedral donde fueron atendidos por el obispo, vestido de gala, los canónigos y el clero con los religiosos. En seguida echaron pie a tierra y después de besar las reliquias, entraron en la iglesia, donde hicieron acción de gracias. Al día siguiente, domingo, los generales y los oficiales se congregaron en la iglesia para oír la misa, acompañados por el Sire de Albret, que había entrado en la ciudad la víspera, y allí recibieron el juramento solemne de los habitantes. El lunes siguiente abandonaron Baiona con sus tropas. Acababan de conquistar para Francia la última ciudad de la antigua Aquitania inglesa.

Un breve resumen de las principales leyes dictadas durante la época inglesa nos da la clave de esta edad de oro que acaba de cerrarse.

  • 1174: Ricardo Corazón de León exime a la población de los derechos de justicia que el obispo Fontaner ejercía sobre la mitad de la villa y le otorga fuero;
  • 1189: Se promulga la Carta de los Malhechores;
  • 1213: Se promulga el Acta de la Sociedad de Navegantes;
  • 1215: Los bayoneses obtienen de Juan sin Tierra una Carta de Comuna y la facultad de proponer alcalde;
  • 1273: Se redacta el Fuero de Baiona;
  • 1295: Eduardo I, a petición de los habitantes, exime a la población de todo peaje en Inglaterra y la Gascuña. Concede el derecho de gobernar el castillo. El senescal de Gascuña recibe la orden de no inmiscuirse en los juicios del alcalde y corte de Baiona;
  • 1336: Guilhem Arnaud de Vièle hace recopilar el "Libro de los Establecimientos";
  • 1337: Eduardo III exime a los habitantes del peaje que percibía en el castillo de Belín en las Landas y del impuesto sobre las mercancías extranjeras importadas al reino;
  • 1344: El gobierno municipal adquiere el derecho de discusión sobre la construcción urbana, derecho que residía en los reyes de Inglaterra;
  • 1378: Se acuña la primera moneda en el Castillo Viejo, en la Casa de Moneda (Hôtel de la Monnaie), fundada por el rey Eduardo el 20 de febrero de 1351.

Veamos ahora lo que fue la ciudad durante la Edad Media, época de la soberanía inglesa, según la descripción de M. Ducéré:

En la antigua ciudad "Grand-Bayonne", los documentos hacen mención de tres monumentos en los que se concentra toda la vida municipal: el Castillo, la Catedral con su claustro y el Ayuntamiento. El antiguo castillo romano, recompuesto, era la residencia del gobernador y preboste real. Un torreón (le tor) era la prisión de la ciudad. La catedral de Baiona era un edificio religioso y civil a la vez: es en la catedral, tanto en el altar de Saint-Pierre como sobre las reliquias de Saint-Léon, donde los alcaldes y concejales cuando toman el cargo, los empleados de la ciudad, capitanes de patrulla y otros oficiales, los vecinos, prestan juramento, uso que se perpetúa hasta la Revolución.

Es en el claustro donde el pueblo se reúne, sobre todo en domingo y días de fiesta, para escuchar la publicación oficial debajo del olmo y dar su aprobación. El Ayuntamiento, o como se le llamaba entonces, la "maison de la vesiau", era el lugar de reunión del Alcalde y los Cien Pares; según el Fuero del Municipio, el Alcalde y los Doce debían tratar allí, dos veces a la semana, los negocios de la ciudad. Esta casa del municipio se encontraba probablemente frente al ábside de la catedral, en el lugar en el que la vemos volver a construirse a finales del siglo XV y donde permaneció hasta 1816. La plaza de Notre-Dame fue durante mucho tiempo, a partir de 1451, el centro de la ciudad antigua bayonesa; allí se celebraba el mercado público de granos y comestibles; de allí salían las grandes vías; por un lado la calle des Tendes (hoy Espagne) o de las Boutiques, a lo largo del muro del claustro de Notre-Dame y de la calle Mayou, cuya prolongación lindaba con La puerta de Saint-Léon, y por el otro, la calle Neuve, la calle del Castet, la calle de Pilori. Bajando hacia el puerto de Verger, el puerto Neuf, la calle y el puente Mayou, el puerto de Suzée.

En el puerto de Suzée, en la esquina derecha del Nive, estaba el mercado de los granos llegados por agua. Aguas arriba del puerto de Suseye, estaba el puente Pannecau, y enseguida, el puerto de Bertaco, donde se vendían también, pero a bordo de los navíos, los granos que llegaban por mar; este puerto, por otra parte, estaba destinado sobre todo a la venta de pescado. Algunas calles estaban ocupadas exclusivamente por la corporación del oficio que les daba el nombre. La calle de los Faures o herreros era una de las más antiguas. El establecimiento de 1334 sobre la fianza de la venta de inmuebles por la ciudad, tuvo buen cuidado en estipular que se respetaran las exenciones de los Faures: estas exenciones se remontaban al año 1204 y anuncíaban que los Faures debían ser preferidos para la venta e instalación de sus talleres en las casas de su calle; también es verdad que no podían instalarse en otras partes. El mismo privilegio pero también la misma obligación poseían los Peleteros; se habían establecido primero fuera del recinto, bajo el cerro de Saint-Léon, en la orilla izquierda del Nive, pero no tardaron en entrar en la ciudad; en 1342 una disposición les obligó a volver a las afueras, donde tenían por otra parte todos los privilegios: en caso de venta de casa o de lugar en aquel punto, la preferencia les era reservada y no sufrirían aumento de alquiler. Tenían además el disfrute del puerto de Saint-Lazare.

Las carnicerías estaban instaladas en la calle de la "Carnaceirie" y, en 1315, estaba prohibido a los carniceros el exponer las pieles durante el verano ni allí ni sobre la prolongación, que era el camino de la Pusterle. Las gentes del País llegaban a Baiona por el Nive. En la vecindad del puerto de Bertaco, de las numerosas casas que bordeaban estas calles, no hay una que esté aún en pie. Por medio de Cartas patentes del 14 de abril de 1289, Eduardo I había dado a los alcaldes y jurados, el derecho de conocer sumariamente y sin forma de proceso, todo lo relacionado con la construcción de casas, muros medianeros, alineamientos, etc., según el parecer de tres jurados expertos, dos carpinteros y un albañil. Al año siguiente, se ordenó una disposición como consecuencia de violentos incendios, por la que todos los techos de paja debían ser reemplazados por techos de tejas; toda casa de 4 varas (9 metros de alto), tendría los muros y frontones de piedra, adobe y yeso.

Pero a pesar de las diversas disposiciones que siguieron, estas casas de adobe desaparecieron, ya que las amplias y curiosas cuevas ojivales con nervios y claves de bóveda con florones, donde se reconoce la mano experta de los maestros de grandes obras de la catedral, se encuentran, aún en gran número, en el Gran Baiona, y nos hablan de la prosperidad de estos buenos burgueses que sin duda guardaban allí sus vinos y sus sidras.

Ref. Edouard Duceré: Dictionnaire historique de Bayonne, 2 vols, Bayonne, 1911-1915.

Lapurdi constituyó durante la época inglesa un estado tapón situado entre las apetencias castellanas y francesas. La caída del bastión inglés y la consolidación de estas dos fuertes monarquías, colocó a Baiona en una posición nada envidiable que las continuas guerras y rivalidades fueron agravando. La pérdida de los mercados ingleses y españoles trajo consigo los primeros signos de decadencia económica; las continuas guerras fronterizas, su constitución en ciudad militar; y el centralismo de los reyes franceses, la pérdida de sus libertades municipales fundamento de su prosperidad bajo el periodo inglés.

La incorporación a la corona francesa trajo aparejada la pérdida de los derechos municipales. Carlos VII sustrajo a los bayoneses el derecho a elegir su alcalde, mediante una reducción de los impuestos sobre contribución de guerra. El número de concejales y jurados fue reducido a diez y el de los consejeros a veinticuatro, dando paso así a una oligarquía declarada, partidaria del rey. El alcalde era nombrado por el rey así como el secretario del Ayuntamiento, convertido en teniente de alcalde; estaba asistido de un consejo de seis regidores y de seis concejales anuales. El cuerpo de los Cien Pares fue reemplazado por un colegio de veinticuatro miembros. El año 1462 y con ocasión de una visita a la ciudad, Luis XI concedió a Baiona la mitad de los derechos de los puertos de Baiona, San Juan de Luz y Cap-Bretón. Diez años más tarde, sin embargo, se negó a restituir los privilegios municipales que se le pidieron. Al ser reducido, poco después, el número de consejeros, de veinticuatro a diez -lo cual significaba el paso del poder a una reducida oligarquía- cundió la indignación popular; los cuerpos sindicales se reunieron y encargaron al síndico procurador que transmitiera su protesta al alcalde.

Los sucesos de Baiona de junio del año 1488 tuvieron lugar durante la celebración de la fiesta religiosa del Corpus. El alcalde, Etienne de Malençon, prohibió a los síndicos que los obreros asistieran a la procesión armados, como era la costumbre. La desobediencia trajo consigo el esperado choque con la fuerza pública; el motín se desarrolló en la plaza de la catedral y calles adyacentes y finalizó con la llegada (el 6 de agosto) del mariscal de Gié, enviado de París: el número de electores fue reducido a veinte para los cargos de concejales y jurados, y a diez, para el de consejeros. Véase Gie, Mariscal de.

Carlos VIII autorizó, por cartas patentes de 1490, la reapertura de la Casa de la Moneda de Baiona. Anteriormente se había acuñado moneda en el Castillo Viejo en tiempos del duque de Lancaster, lugarteniente general de la Guyena bajo Ricardo II (1378). El despertar de la época moderna significó, con el comercio de las Américas, el comienzo de una importante actividad para este establecimiento. Baiona siguió acuñando moneda, con diversas alternativas, hasta 1837. Una de sus calles viejas recuerda la función de este Hótel de la Monnaie, que se suprimió en 1840.