Personalidad guipuzcoana, nacida en las cercanías de Pasaia el 12 de febrero de 1814. Murió el 7 de diciembre de 1903.
Tras estudiar en Londres y Paris, fue archivero del Ministerio de Hacienda durante el cargo de Agustín Fernández de Gamboa, ministro en 1840 de Espartero. En 1854 fundó una fábrica de hilados, tejidos y estampados de algodón en Andoain (luego de Zulueta e Isasi). Hombre de ideas demócrata-republicanas, al ser destronada Isabel II fue proclamado presidente de la Junta revolucionaria de Gobierno de la provincia. Al año siguiente fue elegido alcalde popular de Donostia-San Sebastián, ocupando este cargo desde enero de 1869 hasta 1873. El 13 de junio de 1873 tuvo que hacer frente a la toma del Ayuntamiento por los federalistas comandados por Cantillo. En tal situación y tras sofocar el movimiento pronunció una frase que se hizo célebre: "Hemos entrado por la puerta y no saldremos por la ventana".
Bajo su gobierno se efectuó la traída de aguas a San Sebastián y se levantaron las escuelas, el instituto y el mercado. Gustó también de escribir, por lo que pueden verse algunas de sus colaboraciones en la revista Euskal-Erria los años 1881, 1884, 1905, 1908 y 1909. Polemizó con Luis de Eleizalde, alineándose junto a Benito Jamar en defensa de las ideas más radicales en materia religiosa. Su posición respecto a los Fueros quedó siempre patente en artículos tales como Fueros que no se pueden abolir y Cita que no debemos olvidar (revista Euskal Erria, 1884 y 1909), referentes a la abolición de 1876:
"Estáis de enhorabuena, señores antifueristas; vuestra cruzada ha producido su efecto: pronto quedarán abolidos los fueros. Pero ¿qué importa? Después que nos quitéis los fueros, tendremos fueros todavía. No lo toméis a jactancia. Sabemos perfectamente que las Cortes con el rey son la soberanía; sabemos que esa soberanía decretará la abolición de los fueros; pero sabemos también que hay otra soberanía más alta, anterior y superior a la vuestra, y que esa soberanía está con nosotros. ¿Preguntáis cuál es? Es la soberanía de la razón y de la naturaleza: y como esta soberanía tiene también sus fueros, fueros eternos que ningún poder humano alcanza, ni siquiera el vuestro, por eso decimos que no podéis abolirlos y que seguiremos disfrutando, mal que os pese, los fueros de la razón y de la naturaleza".
También elaboró libretos de zarzuelas como La Tapada y En la cárcel, con la colaboración de su inseparable amigo el organista José Antonio Santesteban, autor, pese a ser liberal, del himno Oriamendi (creyó que iba a ser un triunfo liberal...). Su personalidad es un curioso exponente de un progresismo fuerista, aún poco estudiado, que deja de manifiesto el interesado amor a los fueros de tanto defensor de tronos y de altares como en Euskalerria ha habido. Sus poesías patriótico-cívicas -El derribo de las murallas, Al ferrocarril del Norte, Los comuneros, A la muerte de Mari, A la libertad - son un desafío al inmovilismo y un canto a la libertad y a la filantropía.