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ALTZAGA

La escasa extensión del municipio hace que sea nuevamente su iglesia parroquial, bajo la advocación de San Miguel, el edificio más destacado de la localidad. Ampliada en el siglo XVI, el maestro cantero Miguel de Elizpuru sería el principal responsable de la misma, dando como resultado su actual disposición de única nave con atrio alrededor.

Construcción, por tanto, modesta, alberga en su interior un interesante retablo adquirido a la parroquia de Idiazabal en 1746 y que debe datarse, en ausencia de documentación, en los años finales del primer tercio del siglo XVI, tal y como una inscripción incompleta en uno de sus anclajes permite corroborar. Objeto de un proceso de restauración a finales del siglo XX, ello permite apreciar sus cualidades, toda vez que se recuperó su policromía original. Con el habitual esquema de casillero, la calidad de la escultura es desigual, lo cual hace suponer la participación de diferentes maestros, sobre todo por la diferente calidad perceptible en los relieves, refractarios y de escasa entidad, y las imágenes de bulto redondo, mucho más destacables.

Aunque sea extremo difícil de precisar, existe cierta relación, sobre todo en su banco, con el retablo de la capilla de la Piedad de la parroquia de Oñati, algo que vendría a refrendar la enorme pujanza de ese taller.

Situado en el lado del evangelio, el retablo colateral de Nuestra Señora del Rosario fue diseñado por Antonio de Maiz, ejecutándolo Martín Antonio de Alliri e Ignacio de Munita entre 1713 y 1719, fecha esta última en la cual lo examinarían el propio tracista y Juan de Iribarren. Es realización encuadrable dentro del barroco decorativo.

En la misma plaza se sitúa un sencillo monolito que, con el título de Homenaje a Antton Ibarguren, efectuaría en 1989 Mikel Cristti, realizado en hierro.

Además de la iglesia parroquial, conviene destacar también la ermita de Nuestra Señora de Altzagarate, la cual se ha supuesto primitiva parroquia, sencilla construcción que habría sufrido diferentes intervenciones a lo largo del tiempo, documentándose su presencia ya en el siglo XVI. La fachada principal atestigua su sencillez, con un acceso único central, un vano sobre él y finalmente un campanil de hierro. Dentro de esta ermita nos encontramos con una talla tipo Andra Mari de cronología gótica y factura aceptable.

Bibliografía

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Barañano, Kosme de (director): 50 años de escultura pública en el País Vasco, Bilbao, Universidad del País Vasco, 2000, p. 91.

Cendoya Echániz, Ignacio: El retablo barroco en el Goierri, Donostia, Kutxa, 1992, pp. 281-282.

Peña Santiago, Luis Pedro: Las ermitas de Guipúzcoa, Navarra, Donostia, Txertoa, 1975, pp. 33-34.

Urteaga Artigas, María Mercedes: Guía histórico monumental de Gipuzkoa, Donostia, Diputación Foral de Guipúzcoa, 1992, p. 36.

Ignacio CENDOYA ECHANIZ