Archaeological sites

YACIMIENTO DE URTIAGA

Fue descubierto este importante yacimiento de la cornisa cantábrica vasca por J. M. de Barandiarán en junio de 1928 en la cueva de este nombre a unos 50 mts. del caserío homónimo del barrio Etxazpe de Itziar (Deba, Gipuzkoa). Al ser excavada la sala amplia interior se alcanzó la base estalagmítica a 5,50 mts. de profundidad. Se han sucedido 12 campañas dirigidas las primeras por T. Aranzadi y el mismo Barandiarán con un obligado hiato 1936-1954. Existen diversas memorias de este último y varias monografías sobre temas concretos. Los niveles son Edad del Hierro, Eneolítico, Neolítico, Aziliense, Magdaleniense, Solutrense y Auriñaciense que, pormenorizados, han sido sistematizados por Ignacio Barandiarán desde el nivel A al M.
Niveles inferiores M, L, K y J. Son arqueológica y paleontológicamente estériles, incluyendo formaciones estalagmíticas los M y K.

Nivel I. De tierra pedregosa, oscura en unos sectores y algo amarillenta y con cantos en otros. En alguna ocasión ha aludido J. M. de Barandiarán a que aquí debiera estar la base de las formaciones magdalenienses de la cueva: probablemente sea un depósito arqueológico más antiguo.

Bastante mal conservados proceden de este nivel algunos instrumentos óseos (cinco fragmentos de azagayas o punzones de asta, alguna esquirla con marcas...); hay además algunos tipos de piedra tallada no característicos.

El repertorio de fauna inventariada en el nivel ofrece, en mamíferos, restos de reno, sarrio, cabra montés, ciervo, caballo, liebre, zorro, pantera (Panthera cf. leo) y Arvicola terrestris.

Es interesante la constatación que hace J. Altuna en 1972 del carácter extremadamente frío del clima en el que se formó este nivel I de Urtiaga: pues aquí se aprecian fenómenos intensos de crioturbación del sedimento y el caso, excepcional en los yacimientos del Paleolítico Superior de la Cornisa Cantábrica, de que los restos del reno superen a los del ciervo. En efecto, mientras que en el conjunto de los niveles del Paleolítico Superior de Urtiaga (I, G, F, E y D) los restos identificados de ciervo suponen el 45,36% del efectivo total de mamíferos y los del reno sólo el 2,05, en este nivel I son los del ciervo el 13,72 por 23,52% los del reno.

Parece que habría que remitir la formación del nivel I al momento de máximo rigor climático del Würm III o IV: pudiendo, así, en hipótesis ser contemporáneo de aquella época en que habitan en Isturitz las gentes usuarias de las culturas Gravetiense y Gravetiense final o de la de formación del nivel cbcs de Gatzarria.

Nivel H. Es estéril en su parte superior e incluye en la baja alguna industria lítica no característica, huesos de gran bovino y cierta cantidad de lapas.

Nivel G. Es de tierra oscura, con cantos calizos de gran tamaño. Su análisis principal pudo ser efectuado en las campañas de excavación de 1955 y 1959. Aparte de un ajuar lítico y óseo pueden destacarse más de medio centenar de Littorina obtusata perforadas. En fauna de mamíferos se han identificado restos de gato montés, zorro, liebre, sarrio y ciervo.

Nivel F. Es, como los precedentes, de difícil calificación cultural. Aparece, por lo común, entre las cotas -480 y -440 cm.

La calificación de este horizonte como de «series de magdaleniense final clásico con puntas azilienses» parece que no puede ser ahora mantenida. Ni por la fechación C14 que se ha hecho de su base, que nos colocaría en los 15.100 ;pm 140 años a. de C. (GrN-5.817), es decir dentro de las fechaciones correspondientes al final del Solutrense cantábrico e inicios del Magdaleniense; ni por otros criterios tipológicos valorados recientemente. P. Utrilla que en 1976 ha revisado sus industrias líticas (estudiando un lote de 110 piezas) refiere este nivel al Solutrense Final o a un Magdaleniense Antiguo: acaso un temprano Magdaleniense II para la parte inferior y un escaso Magdaleniense III para la superior.

El mismo J. M. Barandiarán ya advertía en su memoria de 1948 que en la base del nivel F (al que, genéricamente, clasificó en el Magdaleniense) había elementos que recordaban «formas solutrenses y aun auriñacienses»; mostrando el conjunto restante «una industria menos evolucionada que la del tramo D... pero no fundamentalmente distinta de ella».
En fauna se han apreciado restos de Panthera cf. leo, lince, zorro, ciervo, uro o bisonte, sarrio, cabra montés, reno y caballo.

Nivel E. Se desarrolla entre las cotas aproximadas -430 y -350, con un material de piedra tallada no demasiado decisivo (Utrilla ha estudiado un efectivo de 150 piezas) y con restos faunísticos similares (con la ausencia ahora del reno) a los del nivel precedente.

Nivel D. Se atribuye al Magdaleniense Final. Ocupa un metro de espesor en la entrada de la cueva (cotas -220 a -120), llegando hasta la cota -350 en el interior. Se muestra el nivel como de tierra carbonosa que evidencia una densa ocupación del lugar con muy abundantes restos industriales. En el utillaje de piedra tallada G. Laplace y J. Ma Merino en 1979 han llegado a contar hasta 1.750 evidencias (frente a la serie seleccionada que de Sonneville-Bordes, con J. M. de Barandiarán, clasificaron en 1965: de 700 instrumentos); en lo óseo yo analicé en 1967 un total de 292 elementos (eso aparte de una alta proporción de conchas perforadas); en tanto que J. Altuna ha estudiado en 1972 un total de 2.413 restos de mamíferos (más de la mitad de los incluidos entre todos los niveles del yacimiento).

El utillaje lítico del nivel D ofrece un predominio de los buriles sobre los raspadores (doblando aquéllos a éstos), siendo entre los buriles casi el doble los diedros sobre los trabajados sobre truncadura. Hay útiles compuestos (por ejemplo buriles-raspadores) y abundan las piezas de tamaños pequeños (puntas y laminitas de dorso, microperforadores, algún geométrico) que indicarían «la presencia de elementos de transición de un estadio del Paleolítico terminal». Bastantes cantos rodados han sido utilizados como compresores. En este nivel se recogieron algunos importantes ejemplares de arte mobiliar sobre placas de piedra, alguno de hematites y algún compresor con grabados.

En el equipamiento en instrumentos de asta y de hueso forman el conjunto más numeroso los punzones y azagayas (192 ejemplares) de diversos tipos. Los arpones de asta son dieciocho: tienen sección circular y en su mayoría constan de una sola hilera de dientes, siendo de dimensiones medianas. Hay, además, veintiuna varillas de sección aplanada, seis espátulas o alisadores, tres cinceles o cuñas, veinte agujas de hueso, tres bastones perforados, etc. Los colgantes por perforación pasan del centenar: la mayoría en conchas de moluscos (sobre todo, Littorina; también en Turritella, Nassa, Patella...) y otros en diversas piezas dentarias (de ciervo, caballo, cáprido, zorro).

En los restos de mamíferos del nivel hay un neto predominio de los de ciervo (el 41,5%), una notable presencia de los de cabra montés (22,6%), sarrio (10,1%), corzo (9,4%) y zorro (6,5%), estando también presente el reno (con un 1,8% de restos, que representan un 4,9 del porcentaje del número mínimo de individuos mamíferos presentes en el nivel). La lista se completa con otros restos de Avicola terrestris entre los roedores, de lobo, oso, armiño, tejón y gato montés entre los carnívoros, de jabalí, Gran Bovino y caballo entre los ungulados, y de liebre.

Del nivel D procede el cráneo de un hombre adulto hallado en la campaña de 1936, entre los 190 y los 195 cm. de profundidad; cuya posición estratigráfica algunos discuten.

Este nivel supone, evidentemente, un excelente modelo de referencia del Paleolítico Superior vasco y resulta muy significativo dentro de su contexto de Aquitania, Pirineos y Cantabria-Asturias. Como Laplace y Merino han demostrado ofrece un paradigma muy valioso para comprender el proceso de cambio cultural, de «azilianización», de los grupos humanos del Tardiglaciar al aproximarse la actualidad climática, marcándose, también, diversas discontinuidades que indicarían con cierta claridad el paso del Magdaleniense Final (nivel D) al Aziliense (nivel C).

La datación por C14 en los 8.330 años de a. de C. resulta demasiado reciente: aunque provenga de una muestra tomada en la parte superior del nivel.

Nivel C. Se clasifica en el Aziliense: tiene un espesor medio de 40 centímetros (circa -120 a -80), con tierras rojizas o amarillentas que engloban manchones negruzcos y carbonosos. En él hay trazas, en la cota -90, de un posible hogar.

El utillaje y los restos de fauna proporcionados en la excavación de este nivel han descendido notablemente con respecto al nivel anterior. En industria lítica Laplace y Merino estudiaron 303 evidencias, en material óseo la revisión de I. Barandiarán refirió menos de medio centenar de piezas, clasificando J. Altuna unos 700 restos de mamíferos.

La industria lítica («pobre en raspadores sobre lasca» si se la compara con los modelos del Périgord francés) ofrece un fuerte predominio del utillaje laminar de dorso: la clasificación del nivel por J. M. de Barandiarán y D. de Sonneville-Bordes cita unos 40 ejemplares de laminitas de dorso y más de 80 «puntas azilienses».

Se recogieron fragmentos de ocre y de hematites: utilizados seguramente como colorantes. La industria ósea incluye un arpón aplanado con perforación típica en ojal y otras diversas evidencias bastante sencillas: entre ellas tres caninos de ciervo perforados y dos conchas perforadas como colgantes (una Patella y una Nassa).

Destacan, entre los de vertebrados consumidos por quienes habitaron Urtiaga en el Aziliense, los huesos de ciervo (48,1% del total de restos de mamíferos catalogados), sobre los de corzo (11,2%), sarrio (5,7%), jabalí (5,2%) y cabra montés (5,2%); habiendo, además, evidencias de diversos carniceros (zorro, lobo y perro -restos los de éste acaso procedentes de un depósito posterior) y del Arvicola terrestris.

Un importante lote de restos humanos se recogió en este mismo nivel en las campañas de 1935 y 1936: destacan tres cráneos (dos masculinos y uno femenino) prácticamente completos.

Hay una datación radiocarbonométrica que atribuye a la formación de este nivel una fecha considerada aberrante, por demasiado reciente: en torno a los 6.750 años a. de C.

Nivel B. Ocupaba unos 60 cm. de espesor (desde los -80 a los-15). Se ha calificado su contenido arqueológico en el Eneolítico: representando, en la mayor parte de la extensión controlada, un depósito funerario.

Proporcionó diversas muestras cerámicas de vasos lisos a mano, industrias líticas (en general de tipo de sustrato) y varios restos antropológicos: un cráneo infantil completo, uno incompleto de adulto, varias calvarias, etc.

En la monografía publicada por J. Altuna sobre la domesticación animal en el País Vasco, se identifican en este nivel restos de Ovicaprino y de Bovino. Son estas especies domésticas (con 20 y 17 restos, respectivamente) minoritarias frente al efectivo de restos de ungulados salvajes (124 piezas, sobre todo de ciervo y de jabalí, más otras de corzo, cabra montés y de escaso caballo) y los de alimañas y micromamíferos (88 restos en total).

Nivel A. Ocupa los 15 cm. superficiales del yacimento. Se atribuye su formación a alguna etapa prehistórica reciente, en revuelto con materiales modernos.
En la última fase (Paleolítico final avanzado) constituyóun campamento base muy importante, a 5 kms. de Ermittia y algo más de Ekain con los que debió de existir relaciones de alternancia en la ocupación estacional por parte de núcleos de cazadores y recolectores prehistóricos. Constituye un elemento muy importante para el estudio detallado de la azilianización. Los cráneos humanos del tardi-glaciar y de los niveles del Eneolítico ofrecen un valioso material para el estudio de la antropología física del tipo vasco; asimismo, los restos animales han sido analizados por los paleontólogos. El nivel F dio una datación por Carbono 14 de 17.050 años. Los materiales se hallan en el Museo de San Telmo de Donostia.

Ainhoa AROZAMENA AYALA