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VALER MAS

Filosofía de vida que impregnó las estructuras de la sociedad vasca de época medieval y actuó como catalizadora de los enfrentamientos entre linajes y bandos. Lope García de Salazar unía en su persona la doble condición de banderizo de la torre de Muñatones y de historiador, "yo Lope García de Salazar [...] desde mi mocedad fasta aquí, me trabajé de auer los libros e estorias de los fechos del mundo faciéndolos buscar por las prouincias e casas de los reyes e príncipes cristianos de allende la mar e de aquende por mis despensas, con mercaderes e mareantes, e por mi mesmo a esta parte"; por tanto, conocía de primera mano el mundo que reflejó en su obra Las Bienandanzas e fortunas, redactada en el último cuarto del siglo XV. En ella la cuestión de quién valía más en la tierra es una constante que justifica el discurso violento de la sociedad vasca de los dos últimos siglo medievales: "En la Villa de Vermeo antiguamente ovo dos linajes, conujene a sauer: el vno los de Asoaga, e el otro los de Apioça; e contrarios por qual valerían más"; al tratar el origen de los linajes de Bilbao refiere cómo "multiplicando allí grandes tiempos nates que Vilvao fuese poblada, e desta generaçión de vno en otro suçedió Diego Péres de Ligiçamon, que fue buen Cauallero, que es del que ay memoria que más valió"; la causa del enfrentamiento entre el linaje de Urtubia de Labourd y el guipuzcoano de Ugarte "fue a qual varlía más, como acaeçió en otros muchos lugares [...] e diese que a causa dello fue sobre ynujdia, e a qual varlía más, como fue antiguamente por todo el Vnjuerso Mundo, entre todas las generaçiones que en él avitaron fasta oy, e serán en quanto el Mundo durare"; "Contado ha, la ystoria como fueron leuantados los vandos de Ones e de Gamboa, e de los linajes que suçedieron dellos, entre los quales se falla que la primera omeçida que ovo entre ellos fue que Martjn Lopes de Murua, que era mayor del vando de Ones, valía mucho". Cuando se profundiza en la naturaleza de esos conflictos se observa que dentro de ese detonante de quién valía más en la tierra existían la necesidad imperiosa de mantener sin ningún tipo de fisuras una preeminencia en la sociedad que se expresaba y exteriorizaba a través de dos argumentos de peso: de un lado, la defensa y acrecentamiento del patrimonio; y de otro, el mantenimiento incólume de la honra. En este sentido, el concepto de valer más se ha de entender por tanto desde dos planos: uno material, en relación con lo que valía un pariente mayor, linaje o bando en rentas, hombres y torres; y otro simbólico, en relación con la valía de éstos en arrojo, valentía, pundonor, caballerosidad, ..., en definitiva, en honor. El conflicto surgía, por nimio que a nuestros actuales ojos pueda parecernos, cuando se producía una interferencia o invasión del área de influencia de dos parientes mayores en ambos planos. Esta cuestión queda magistralmente puesta de manifiesto en el detonante del enfrentamiento entre los linajes de Oñate y Marroquín, cuando en 1415 un miembro del primero derramó en una comida una copa de vino sin querer sobre el jubón de uno de los del segundo: "Reuolujese Roydos en el escançiano, que era de Oñates, e el que comja, que era Marroquín, porque le echó, no saujendas, vn poco de vino sobre vn jubón nuevo que tenja vestido, e por aquello, leuantose de la mesa, e diole con la taça del vino por los rostros, que ya los Marroquines tenjan en poco a los de Oñates, porque ellos eran muchos e los otros pocos, porque los tenjan partidos de su mayor linaje, e sobre esto volujose la pelea entre ellos". Se observa cómo el linaje Marroquín en relación al de Oñate valía más al contar con más hombres, esto es, era más poderoso, y la nimiedad del vino derramado se tornaba en afrenta al provenir de un linaje que valía menos en relación a ellos, y así, se había producido una mengua de su honor. El concepto de valer menos y las consecuencias para quien en tal consideración estuviera son fijadas en el código alfonsino de las Partidas en los siguientes términos: no poder ser "par de otro en Corte de Señor nin en juyzio", ni de "otros en lid", no poder dar testimonio, ni acusar, y además ser castigado a no poder "biuir entre los omes, e ser desechados, e non auer parte en las honrras, e en los oficios". Una de las formas con las que una persona o su familia y linaje se veía abocada a valer menos era realizar comportamientos nada honrosos, como por ejemplo manifestar cobardía. Juan López dijo a su hijo Lope Retes, al ver que Sancho de la Sierra mataba en el combate a su hermano bastardo: "O malo desconoçido, como dexas matar a tu hermano, torna, e muere con él, que más te vale morir como onbre, que morir aquí cada día". Las consecuencias de la falta de hombría y de valentía que parecía demostrar Lope Retes en el combate estaban claras para su padre, que prefería que su hijo muriera en el "campo del honor", a que muriera poco a poco, día a día, sufriendo el escarnio y rechazo social. Por el contrario, el arrojo y el empleo de la fuerza en una sociedad que rendía culto al empleo de las armas eran medios a través de los que alcanzar valía. Este extremo se puede constatar en un poema de Los doze triumphos de los doze apóstoles (Sevilla, 1521): "So Montañés de la brava Montaña, / y más Gamboyno, llerando me dice: / tales escesos mortales yo hice, / por donde padezco la pena tamaña. / Dos Unigeses con fervida saña / maté con mis manos sin lo merecer; / y más en Bilbao queriendo valer, / hice no menos semblante hazaña, / por donde la villa se quiso perder". La reacción de la nobleza banderiza vasca ante la mengua de su valía fue especialmente virulenta durante la crisis bajomedieval del sistema feudal al afectar directamente a sus niveles de rentas. Entre 1350 y 1420 tuvo lugar el momento álgido de la depresión y crisis demográfica, obligando a la nobleza a multiplicar sus esfuerzos defensivos sobre sus rentas y hombres, uno de los cuales fue lanzarse a una desenfrenada lucha, la llamada lucha de bandos, contra sus iguales, villas y campesinos con objeto de obtener recursos y poder mantener su posición. Fray Juan de Victoria cuando a finales del siglo XVI escribió su crónica de la provincia de Alava, en la que refiere el enfrentamiento entre los bandos de Ayala y Calleja por el control del Concejo vitoriano durante el siglo XV, atinó a explicar el transfondo de estas violencias en relación a la noción de valer más en un momento de depresión que había hecho caer en picado los niveles de rentas y hombres: "Los caballeros que había en Vitoria antes que se despoblase sustentaban sus bandos y parcialidades deseando cada cual ser más y mandar más. Y así tenían sus allegados, parientes menores, criados, parientes y apellidos, cofradías y hermandades, sin ser parte los reyes que no eran obedecidos por los caballeros que les hacían muchas rebeliones y guerras y desacatos [...]. Y así tenían repartido el pueblo, calles y gobierno entre sí, con pendón y caldera con que sustentaban la gente de su bando y la que de fuera traía en su ayuda". A partir, fundamentalmente, del último cuarto del siglo XV y comienzos del XVI la noción y las formas de valer más fueron transformándose al mismo tiempo que: 1) Desde la monarquía se desplegó una intensa reacción contra las luchas de linajes, iniciada ya durante los reinados de Juan II y Enrique IV, y que culminó en el de los Reyes Católicos y Carlos I. 2) Se superó la depresión bajomedieval, iniciándose una intensa fase de expansión demográfica y económica. 3) Se pasó de una sociedad con una estructura social basada en los linajes a otra amparada en la hidalguía universal. Atrás quedaron muchas de las costumbres que surgieron cuando floreció la caballería y el mundo de los linajes estaba en su apogeo, en especial, las formas de realizar injurias, afrentas y agravios, o de reaccionar contra estas acciones en ofensa del honor a través de rituales como torneos, el riepto y el desafío. Poco a poco fue limitándose el derecho que se habían arrogado los linajes vascos a tomarse la justicia por su mano, al consolidarse el sistema de justicia pública, sustentado por el monarca y representado por sus delegados, los jueces. El interés con que anteriormente se había luchado por lograr el control del patronato de las iglesias, cofradías, mercados, concejos o villas, y alcanzar así esa preeminencia social expresada mediante valer más, perdió significado frente a nuevos intereses que suponían mayor honra, al mismo tiempo que importantes beneficios económicos y de forma rápida, como eran servir a la Corona, tanto en Europa como en América, en la Corte, en el ejército en sus empresas de expansión imperial del siglo XVI, en los organismos gubernativos y en los tribunales de justicia. La sociedad vasca entre 1480 y 1530 comenzó a acomodarse sobre estas nuevas bases y la vida inmediatamente anterior fue vista con desdén y tachada de rústica y provincial. Ecos del pasado de ese valer más, pero adaptado a los nuevos tiempos, son las palabras que Lope de Aguirre dirigió a Felipe II en su carta de rebelión: "En mi mocedad pasé el océano a las partes del Pirú, por valer más con la lanza en la mano y por cumplir con la deuda que debe todo hombre de bien". Se observa cómo participar en las empresas militares de la monarquía producían prestigio social y beneficios económicos. Un ejemplo de esta reconversión de los banderizos y sus descendientes a las nuevas circunstancias se observa magistralmente en la Vitoria inmediatamente posterior a la pacificación de los bandos de Ayala y Calleja ocurrida en 1476. Los protagonistas de estas luchas de bandos y sus descendientes de primera generación se integraron en el servicio de la Corona, consiguiendo títulos y la institucionalización de importantes mayorazgos: Diego Martínez de Alava fue capitán general de las tropas alavesas en la conquista de Granada y Navarra; su hermano Pedro Martínez de Alava, Contino de los Reyes Católicos; Diego de Alava Esquível, oidor de la Real Chancillería de Granada y miembro del Consejo de Castilla; Pedro López de Arrieta, oidor del Consejo Real y uno de los autores de la Recopilación de leyes del reino impresas en 1567; Fernán López de Escoriza, protomédico del emperador Carlos V; Martín Sáez de Salinas, secretario de la reina de Portugal, Isabel de Castilla, y Tesorero de los Descargos de los Reyes Católicos; su hijo Martín de Salinas, embajador del rey de Romanos ante el emperador Carlos V; etc. El mondragonés Esteban de Garibay, bibliotecario y cronista de Felipe II, en su Compendio historial refiere la importante presencia de vascos en los puestos de la administración de la monarquía. La antigua mentalidad medieval y banderiza de quien valía más en la tierra, así como la defensa violenta de esa valía, habían sido superadas con la llegada de la Edad Moderna. Ahora, la preeminencia social se adquiere sirviendo a la Corona. Ignacio Arocena, gran estudioso de las luchas de bandos, expresa este cambio en los siguientes términos: "Junto al mayorazgo domesticado, el burócrata, el indiano y el eclesiástico beneficiado serán en adelante los tipos clásicos de una nobleza para la que las vinculaciones familiares y las lealtades siguen siendo importantes, sin duda, pero que se han sometido sin reservas, en parte por convinción y en parte por interés, al doble control del Estado y de la Iglesia, instituciones consagradas en las que estriba la seguridad de su propio estatus". El nuevo honor, esa valía social de los individuos, es caracterizado desde otras coordenadas, que Huarte de San Juan, natural de la merindad de Ultrapuertos (Francia), define en base a seis puntos en su Examen de ingenios (Alcalá, 1640): Primero y "más principal es el valor de la propia persona; en prudencia, en justicia, en ánimo y valentía"; 2º La hacienda, "sin la qual ninguno vemos ser estimado en la República"; 3º "Es la nobleza, y antigüedad de sus antepasados; ser bien nacido y de claro linage es vna joya muy estimada"; 4º "Tener alguna dignidad o, oficio honroso"; 5º "Tener buen apellido y gracioso nombre"; y 6º Tener "buen atauío de su persona, andar bien vestido y acompañado de muchos criados". v. ARISTROCRACIA, BANDO, NOBLEZA.

Iñaki BAZÁN DÍAZ