Syndicates

Unión General de Trabajadores

En sus orígenes, UGT pivota sobre una estructura interna bastante poco uniforme, escasamente racional y no muy operativa, de acuerdo con Redero (1992, 68). Efectivamente, la organización ugetista se articula en torno a una sociedades de oficios que se adhieren directamente a la dirección. Se trata de un modelo disperso que imposibilita la relación transversal entre los miembros de las diverentes secciones, de forma que la única unión del sindicato se establece por medio de las publicaciones elaboradas por los órganos de máxima responsabilidad.

Para tratar de superar las limitaciones de este modelo (que respondía a un sistema de producción económica preindustrial basado en unidades limitadas de producción), durante la II República UGT acomete una reforma interna de sus estructuras que se concreta (especialmente a partir de su XVI Congreso de 1932) en la búsqueda de una mayor centralización, basada en la vertebración interna por medio de federaciones nacionales de industria, que engloban y aglutinan a varios oficios. La federeación, así, se convertía en el nexo que unía a individuos y secciones de una misma industria, posibilitando una comunión de intereses y solidaridad entre distintos sectores del proletariado. Como resume Redero (1992: 69-70) se consideraba que este modelo respondía de forma más eficaz a las estrategias cada vez más complejas y potentes de desarrollo del capitalismo. Igualmente, trascendiendo la dimensión local del modelo de oficios, la nueva formulación buscaba superar la improvisación a través de una mayor coordinación y coherencia interna.

De igual forma, encontramos en el periodo de la II República ya definidos los contornos ideológicos del sindicato. Así, de su Declaración de Principios Fundamentales se desprende una clara orientación marxista que orienta una estrategia revolucionaria a largo plazo. En buena lógica con su orientación ideológica marxista, UGT se define como un sindicato de clase que trata de potenciar la solidaridad entre los trabajadores. A pesar de todo, y en paralelo, la práctica sindical de UGT, de acuerdo con Redero (1992), asume un perfil reformista que se concreta en la lucha por la consecución de mejoras puntuales como forma de ir avanzando hacia sus objetivos estratégicos. Por ello, otro de los rasgos del sindicalismo que se definen ya en este periodo, y que tienen continuidad tras la transición, es su caracterización como sindicato de intervención -colaborando con la patronal y el gobierno al objeto de llegar a acuerdos laborales-.