Lexicon

UNIFORME

La necesidad de portar distintivos bélicos --fajas, estandartes, tocados-- se halla en los orígenes del uniforme, aunque también el porte de éste caracterizó ya, en épocas precedentes a la nuestra, a ciertos cuerpos civiles y militares. Txistularis, tamborileros, serenos, guardas rurales y urbanos, inspectores, celadores, etc., adoptaron tenidas características que los distinguían entre sí y del grueso del paisanaje. Si bien no es sólo el estamento militar el que se impone la obligación de utilizar una concreta y reglamentada indumentaria, es, sin embargo, la milicia la corporación más destacada a este respecto.

Primeros uniformes militares. Generalizados en Europa los uniformes militares a lo largo de los ss. XVII y XVIII, la no existencia de ningún cuerpo armado foral territorial, de carácter permanente, constituido por profesionales, retarda la aparición de los mismos en Vasconia. Sí existió, sin embargo, una uniformización del indumento de las milicias burguesas; la corporación municipal de Bayona, por ejemplo, acordó en 1657 que los capitanes de la guardia burguesa --paisanos de 18 a 60 años-- llevaran abrigo de color escarlata con cuello de terciopelo verde y galones de plata; a fines del XVIII, su uniforme --casaca y pantalón blanco-- se generalizó. Por otra parte, las guarniciones del Ejército Real establecidas en el país van uniformadas; asimismo lo están los contingentes de vizcainos --uniforme blanco con vueltas y medias encarnadas, guarnición del sombrero blanca-- enviados a defender la frontera en 1719 (Basáñez, 1971:172).

Los Tercios Forales. Los tercios forales --cuerpos armados que se organizan para la defensa del territorio en un momento concreto-- se distinguían entre sí por el color del chaleco, diferente en cada comarca. Este correspondía al de su estandarte o bandera. Comienza a extenderse el uniforme conforme las relaciones franco-españolas, a finales del s. XVIII, se van deteriorando y la llamada a las armas se hace más frecuente. Los batallones de voluntarios creados para resistir la invasión napolónica participan ya, de pleno, de la orgía de colores y de diseño de las tropas inglesas, francesas o prusianas; morriones, sardinetas, plumaje, galones, etc., coexisten con abarkas de cuero o alpargatas. En el Reglamento de armamento foral de Tercios de Gipuzkoa de julio de 1827 se estipula que los sargentos, cabos y soldados "usarán siempre de escarapela encarnada, para que sean más conocidos, y que en los actos de servicio e instrucción, llevarán chaqueta azul con cuello encarnado, y los oficiales usarán así mismo de casaca de paño azul, abrochada con botón blanco y divisa encarnada, y de las insignias correspondientes a sus respectivos grados". Comienza a generalizarse la boina; en una circular impresa por la subinspección del armamento foral de estos mismos Tercios del 22 de septiembre se lee: "Se les dará también una `gorra vasca' y un pantalón de lienzo blanco".

Primera guerra carlista (1833-1839). En el s. XIX este tocado llega a ser la prenda más característica de las tropas carlistas (1833-1839), incluidos mandos e infante Don Sebastián, y de sus implacables debeladores, los txapelgorris, voluntarios vascos cristinos dotados de boina roja con gran borla de oro o plata. Las boinas azules y blancas caracterizaron a la infantería carlista (salvo excepciones como la guipuzcoana y guías de Navarra); la caballería alternó diversos colores tanto de alerón como de borla. Dependiendo de la moda militar, impulsado por una Europa sacudida por el principio de las nacionalidades, en el amplio período de guerras civiles que se inicia en Hegoalde con la guerra contra la Convención francesa, el uniforme va a convertirse en el imprescindible distintivo para diferenciar a enemigos, iguales, por lo demás, en características físicas, indumentales y lingüísticas (euskaldunes hay en todos los campos). Voluntarios realistas, carlistas, gubernamentales, milicias urbanas (voluntarios de la libertad), todos ellos se dotan de una indumentaria peculiar en la que sobrenadan rasgos locales y, dada la escasez de medios, las prendas civiles más diversas como la alpargata o la abarka. El joven pintor Isidore Maguès que visitó Vasconia durante la primera carlistada (1837) dejó una serie de retratos con sus correspondientes comentarios. Respecto al uniforme carlista escribe:
"Lo más notable en las divisas de las tropas carlistas es el tocado, que es simplísimo. Todo el mundo conoce la boina vasca. Soldados, oficiales, generales, lo mismo que el infante don Sebastián, todos llevan boina. La de los oficiales es ordinariamente roja, con un botón de oro y de plata encima, de pulgada y media de ancho y con las letras C. V. impresas en el centro. Este botón está rodeado de una franja de tres o cuatro pulgadas, que unas veces gira a rayas en torno de sí, otras, siguiendo el movimiento de la cabeza toma, más o menos, la forma de bellota. La boina de los infantes es azul oscuro, la de los de caballería, blanca. La trama de la tela es tan cerrada que no penetra el agua. La casaca que se ve en la figura del medio, representada en el grabado, la llevan solamente los oficiales en el invierno sobre el uniforme. Es una piel cubierta de un pelo negro y rígido por la parte de afuera. Los soldados de infantería no llevan sable. Llevan la cartuchera en la cintura. Además de la economía que hay en este vestuario, se encuentran otras ventajas fáciles de imaginar. No es raro ver, principalmente en las retiradas, a los soldados tirar al camino las cartucheras porque les impiden el movimiento de las piernas y el sable golpea los riñones e incomoda, y por esto, las armas y municiones cogidas al enemigo pueden servir contra aquéllos que debían proteger. En lugar de impedir su andar la cartuchera, le da más vigor. En cuanto al sable lo encontramos compensado con la bayoneta, de la que hacen gran uso y que hiere de más lejos. Toda la caballería está armada de lanzas. Sería difícil no advertir las espuelas hechas del mismo modo, tanto para los oficiales como para los soldados. Sus dimensiones y formas bastarían para llamar la atención, cuando no por el ruido que se hace oir de lejos por el aguijón que tienen las espuelas: una estrella de hierro para el servicio ordinario, la otra redonda y de cobre que tintinea con la primera. Estas espuelas, en vez de ser perpendiculares, están colocadas horizontalmente. Así resulta que se puede aguijonear más vigorosamente a un caballo sin desgarrarlo y el caballero está menos expuesto a herirse cuando va a pie. La caballería tiene una pequeña capa de color verde, los pantalones de color gris claro, cayendo sobre botas muy gruesas en forma de botines. En algunos escuadrones la capa es roja, en otros gris clara. Las armas consisten en una lanza, una carabina, un sable y una pistola. El infante lleva capote gris de las tropas francesas y como ellas los pantalones rojos y polainas negras. El oficial de infantería lleva un capote azul oscuro y el sable a la manera francesa. En todo el ejército no se lleva charreteras hasta el grado de capitán, aunque es raro que éstos las lleven."

Pese a este tipo de descripciones, la sistematización del uniforme carlista es difícil dadas las razones locales y pecuniarias ya señaladas. A ello hay que añadir peculiaridades tales como las pellizas de los húsares de Arlaban, con sus vistosos alamares, el traje verde de los aduaneros, las sardinetas blancas de los granaderos, los pompones de la boina de los guías de Navarra, las levitas bordadas de los generales, las boinas azules y blancas, etc. Las tropas gubernamentales, por su parte, acusaron la influencia de la moda francesa presente en el ejército español. La tropa usó casaca sin solapas con cartera de tres botones en cada faldón, vuelta azul, pantalón de invierno color teja, morrión de base estrecha que fue abriendo paso a la boina roja pese a la enemiga de Espartero que llegó a prohibir "el uso de la boina en toda clase de personas y estados, así militares como paisanos" (1838). Una RO de 1836 dispuso que los jefes y oficiales con mando, desde el grado de capitán, vistieran el mismo uniforme que la tropa; los sin mando utilizarían casaca larga, pantalón azul turquí y sombrero de galón.

Cuerpos armados forales. Tras la guerra, serán los modernos cuerpos armados forales, miqueletes, forales y miñones, los encargados de erradicar las bandas de malhechores y ladrones. Estos cuerpos recogieron parte importante del uniforme de los tercios forales y del Ejército. Los miqueletes adoptaron el poncho (guerrera larga) de una sola fila de botones, pantalón rojo, esclavina y boina. Los miñones alaveses utilizaban un indumento parecido: poncho con esclavina azul turquí con una fila de botones dorados con el escudo de armas de Alava; pantalón azul del mismo tono, con doble franja de fieltro de color rojo. Sombrero de ala desde 1873 a 1880 y luego boina de color rojo con una placa dorada con el escudo de Alava en el centro. Subsiste como prenda de gala adornado con una capa amplia de color azul turquí con capucha y borla, vistas de color azulino. El de los miñones vizcainos (popularmente "forales") fue, para la tropa: guerrera de paño azul turquí con doble fila de siete botones dorados con las armas de Vizcaya, dos carteras de dos picos y cuello rojo, pantalón del mismo paño, boina azul diaria y roja de gala con chapa. Este indumento subsistió, en su esencia, hasta la disolución de los cuerpos forales guipuzcoano y vizcaino en 1937. Sirvió de inspiración para la vestimenta de los Tercios Vascongados que participaron en la guerra de Africa como cuerpo militar foral autónomo distinto del Ejército español. Tanto la Guardia Foral navarra como los Miñones alaveses subsistieron a la disolución de 1937 pero ya vestidos de caqui, sin el tradicional poncho.

Segunda guerra carlista. Como ocurre con la anterior guerra, existe en el campo carlista una heterogeneidad indumentaria debida a razones económicas y de procedencia. En 1873 se ordenó que la tropa utilizara saco o blusa de pana negra, pantalón negro con franja roja y boina azul. Una RO de enero de 1874 publicó un reglamento de uniformidad para generales, jefes y oficiales a los que, al proceder del ejército regular, se les había proporcionado provisionalmente sólo una boina carlista. El uniforme de la artillería carlista consistió en una levita azul marino con doble fila de botones, pantalón azul turquí con franja grana, boina grana con borla de oro, botas de charol y polainas azules. En el verano de dicho año se distribuyó un uniforme blanco, azul o gris de verano para todo el ejército carlista. Respecto al uniforme gubernamental, durante el Gobierno provisional y I República se retiraron del mismo todos los símbolos de la Monarquía. El cuerpo de Voluntarios Forales de Gipuzkoa para mantener el orden público no usó, por disposición de las Juntas de 1872, uniforme militar.

Influencia militar en el folklore. El moderno folklore vasco acusa recibo de la impronta del uniforme militar de la época romántica. Así la "Garde Navarraise" encargada en Aldudes de custodiar el Santísimo el día de Corpus o la guardia de Tardets en la misma festividad,los alardes de Hondarribia e Irún, la tamborrada de San Sebastián, maskarada suletina, errebombillos de Elorrio, etc.

La guerra de 1936-1939. Una nueva oportunidad de vestir uniforme la proporcionó la guerra de 1936-1939. En el bando llamado nacional, las Brigadas de Navarra lucieron como prenda más característica la boina reversible (roja y caqui), los falangistas la camisa azul y boina negra o azul; entre estos últimos fue corriente el bombacho. La cruz de Borgoña en el lado izquierdo del pecho y el "detente bala" fueron muy utilizados entre los requetés navarros. En el bando opuesto, un decreto del 16-X-1936 del Gobierno Vasco sustituye el "mono" al que se califica de "impropio para la crudeza de la estación que atravesamos" por "un uniforme que caracterizará a las Milicias populares (trad. al euskera "gudariak") integrantes del Ejército de operaciones, en todas las unidades del mismo, y que será obligatorio para todos los soldados movilizados". En el desfile del 14 de noviembre éstos portaban boinas negras, camisas blancas o caquis y bombachos de "mil rayas". La cazadora de cuero fue frecuente en la oficialidad y la de paño a cuadros en el resto. En virtud de las atribuciones estatutarias se creó la policía autónoma Ertzaña dotada de camisa caqui, abrigo azul marino, boina negra, pantalón "mil rayas" o caqui, un tono más claro que la camisa, y placa. Los motoristas o Ertzaña Igiletua llevaron guerrera con pantalón breech de cuero negro, correaje, guantes, gorra y botas de montar también en cuero negro. Un rombo prendido en el bolsillo izquierdo con la letra E bordada en fieltro de color verde.

La policía autonómica. Las actuales policías autónomas (Ertzaintza, 1980; Policía Foral de Navarra de 1873 reorganizada en 1985) ostentan uniformes propios y característicos. A) Policía Foral de Navarra. El uniforme de la Policía Foral tiene las siguientes variantes: uniforme de verano, uniforme de invierno y uniforme de gala. El uniforme de verano consta de las siguientes prendas: camisa de manga corta de color rojo, con cuello abierto gris, pantalón gris, zapatos y calcetines de color negro y boina roja. El uniforme de invierno consta: camisa gris, guerrera roja, pantalón gris, calzado y calcetines negros y boina roja. Con los uniformes de verano e invierno, y dependiendo de las circunstancias meteorológicas, se utiliza también: jersey rojo con cuello y franjas en color gris, chubasquero rojo. El uniforme de gala consta de las siguientes prendas: camisa gris, guerrera roja con vivos de color negro, pantalón negro con franja lateral roja, zapatos y calcetines negros y boina roja. Sobre ciertas prendas del uniforme va bordado en color blanco el escudo de Navarra, así como la leyenda "Policía Foral". El Jefe de la Policía Foral usa como distintivo el color dorado en los escudos y leyendas de su uniforme. B) Ertzaintza. Las variantes de uniformes son: a) De invierno o lluvia: camisa azulina con detalles blancos, jersey o anorak rojo, pantalón azul marino con franja roja, boina roja con escudo en su centro bordado en seda blanca, hombreras de color azul con hoja de roble bordada en seda roja, cinturón de cuero blanco. b) Femenino y masculino de verano. c) Traje de gala: casaca más bien corta cerrada en tejido rojo, pantalón de sarga azul marino con galón rojo en ambas perneras. Hombreras de género azul marino con hoja de roble bordada en seda roja, cinturón blanco, boina de fieltro rojo con escudo de Eusko Jaurlaritza bordado en seda blanca. d) De gran gala: inspirado en los chasseurs d'Orléans de hacia 1840, uniforme extendido sobre todo en Iparralde, el prototipo diseñado por Ramón Labayen y realizado por la sastrería Albéniz de Vitoria sigue la línea de la casaca del general Zumalacárregui pero jugando con los colores verde, rojo y plata. Es de pañete verde musgo, adornados el cuello y bocamangas con fieltro rojo. Pantalón verde, con dos cintas rojas al costado en paralelo. Botonadura de diseño original de plata envejecida con un escudo por cada territorio histórico. Hoja de roble metálica esmaltada en verde adosada en las hombreras. Boina blanca con vuelo de 40-45 cm. y escarapela rojo-verde-blanco en la sien izquierda. Guantes blancos, correaje rojo en bandolera adornado con panecillos de plata, sable de caballería de la época. e) Brigada móvil: negro. f) Desactivación de explosivos. g) Motorista en carretera.