Lexicon

TECNICA

Técnica primitiva. El contenido de los expolias procedentes de las excavaciones arqueológicas realizadas en varios lugares de nuestro País Vasco es bastante homogéneo, y desde luego suficiente para explicitar una información interesante acerca del saber y del hacer, es decir, de la Ciencia y de la Técnica primitivas, poseídas por nuestros lejanos antecesores prehistóricos. La baja proporción de restos -piedras talladas solamente-encontrados en los estratos inferiores de las antecitadas excavaciones, constituye una prueba de que en el Paleolítico la población (de tipo neandertalense) asentada en el territorio vasco era muy exigua; poco a poco el número de componentes fue creciendo y en los tiempos que siguieron a los albores del Neolítico (hacia el año 3.000 a. de J. C.) los talleres líricos excavados han venido proporcinando objetos diversos de piedra pulimentada, en cantidades relativamente crecidas. Por entonces se practicaban aquí la caza y la pesca utilizando anzuelos, nasas y trampas, y las carnes eran dedicadas a la alimentación humana, previa cocción a la brasa o con técnicas subcinericias; también se asaban los pescados, y para comer los mariscos se los cocía en vasijas de madera (kaikuak) o en bolsas de piel llenas de agua. Para hacer hervir ese agua se introducían en ella piedras muy calientes (txukunarriak): el consumo de mariscos ha dado lugar a que en varios puntos del litoral cantábrico se hayan encontrado concheiros formados por las valvas de tales mariscos. Por otra parte, creemos interesante señalar que el empleo de las técnicas del hervido con la finalidad de preparar comidas, sólo se generalizó más adelante, cuando en época neolítica avanzada se confeccionaron vasijas cerámicas resistentes al fuego. La aparición de esas vasijas representa un hito importante en el ciclo de desarrollo de las técnicas laborales de nuestros semejantes. En relación con el uso práctico y efectivo de productos procedentes del reino animal, ha quedado constancia de la utilización de las pieles, previa curtición con grasas; esta utilización perduró largamente, hasta que se generalizó, poco a poco, el uso de los tejidos de fibras animales o vegetales. Además, la mencionada relación con el reino animal permitió a los vascos primitivos aprender a domesticar varias especies y gracias a ello, practicaron la explotación económica de éstas: dicha explotación se llevó a cabo con técnicas de transhumancia, y a consecuencia de la misma se enriquecieron las disponibilidades de alimentos, entre los que además de las carnes figuraron ya otros productos animales tales como las grasas. La relación con el reino vegetal, a partir de los tiempos neolíticos, estuvo representada por la realización de labores agrícolas cuyas técnicas primitivas condujeron a transformar la antigua economía alimenticia depredadora en otra más interesante, recolectora, dotada de mayores posibilidades. Esas labores agrícolas fueron en un principio sencillas e itinerantes, ampliándose luego tras de la estabilización de las gentes en los lugares más idóneos para su vida: además de diversas plantas alimenticias -en especial cereales- se cultivaron otras especies destinadas a aplicaciones muy variadas, tales como la confección de cestos y cuerdas, y más tarde, a la de los primeros tejidos de fibra vegetal. Debe ser recogido que el panorama agrícola vasco presentó notables diferencias en las dos vertientes, cantábrica y mediterránea, correspondientes al territorio euskaldún, vertientes que están dotadas de climas enteramente diferentes en cuanto a sus características generales. Según ya hemos señalado precedentemente, al avanzar el Neolítico comenzaron a elaborarse en el País Vasco las vasijas cerámicas, que fueron al principio toscas y mal cocidas, mejorando luego progresivamente y ofreciendo un acabado más perfecto y más artístico. Las numerosas excavaciones llevadas a cabo en nuestro territorio han proporcionado una numerosa y variada colección de tales vasijas, con tamaños, formas, calidades y acabados muy diversos, que prueban no sólo la importancia de la producción, sino también la existencia de relaciones de todo tipo con los pobladores de las zonas circundantes: este dato confirma que la Euskal Herria prehistórica no permaneció aislada del movimiento científico y técnico general existente entonces en la Península Ibérica, aportando al mismo sus propias iniciativas y su peculiar actividad creadora. Las arcillas y otros productos pétreos fueron utilizados asimismo como materiales de construcción, y son especialmente notables los numerosos dólmenes que existieron aquí en los tiempos megalíticos, debiendo ser destacada la importancia de sus técnicas constructivas y el especial acierto con que fueron elegidos los lugares de emplazamiento de aquéllos. Junto al antecitado repertorio de conocimientos y con el de las técnicas ideadas para aprovecharlos con finalidades prácticas, los vascos prehistóricos -ya cromañonenses o de tipos raciales afines- tuvieron también la intuición de que existía un arcano misterioso, una deidad oculta superior a ellos, de la cual dependía la regulación de los fenómenos naturales, y entre ellos, la de las vivencias humanas. En la organización tribal que esas gentes habían adoptado, existieron, además de los jefes, sacerdotes, magos y hechiceros cuya misión principal era la de conjurar a la mencionada deidad para obtener de ella la necesaria protección, y dentro de ésta, la curación de las enfermedades y de las heridas; surgió con ello una de las primeras Ciencias humanas -la Paleomedicina- pudiendo considerarse además que el culto a los muertos, entonces realizado, suponía la creencia en una existencia de ultratumba, en un mundo misterioso e hipotético regido por la deidad precedentemente aludida. Lo que venimos de recoger prueba que no fueron escasos ni poco interesantes los conocimientos científicos y técnicos que poseyeron los humanos ubicados en el País Vasco a lo largo de los tiempos prehistóricos primitivos y en la Edad de los metales. Durante el transcurso de esta última al saber teórico y práctico precedentemente detallado se unió el correspondiente al beneficio de menas metalúrgicas, que comenzaron a ser reconocidas y diferenciadas por el hombre al examinar los productos del reino mineral. En Euskal Herria se llevaron a cabo las metalurgias del cobre, del bronce y sobre todo del hierro, obtenido permanentemente a partir de la época de las invasiones célticas; con los metales citados, y aplicando técnicas primitivas muy ingeniosas, fueron elaborados diversos utensilios y objetos de naturaleza muy variada (incluso armas y herramientas) que han sido recogidos en las excavaciones arqueológicas y son mudos testigos del notable progreso científico y técnico culminado a fines del primer período evolutivo de ambas actividades humanas.