Urbanismo y construcciones civiles
Dice Caro Baroja que Satrustegi es un pueblo-calle y no le falta razón, pues todavía hoy se aprecia de forma clara una distribución lineal de orientación norte-sur, perpendicular a las rutas de comunicación y al propio valle, de suerte que el casco urbano se dispone en cuesta, en torno a una única vía que asciende hacia la falda de la sierra, con la parroquia ubicada hacia la mitad de dicha calle, que en este punto se abre en una suerte de plazoleta.
El caserío se mantiene, en términos generales, en un buen estado de conservación, predominando los edificios dieciochescos de buen porte y exentos, con fachadas enlucidas y con cadenas de sillar. Las casas llevan su nombre a la manera habitual en Navarra, registrando algunos como Txontorena, Migeltorena, Berrio, Randorena, Tresarena, Oremusena, Baltasarena o Diegorena. Frente al pórtico de entrada a la iglesia se encuentra la casa Txontorena. Se trata de un bloque de desarrollo horizontal, con dos alturas y ático, con sus hastiales enlucidos a excepción de esquinas, enmarques de los huecos y el entorno del acceso principal. Se cubre con tejado a dos aguas. Lleva todos los vanos con formato rectangular, algunos de ellos con alféizares moldurados, y la puerta consta de un arco de medio punto, sobre el cual puede verse además un escudo barroco del XVIII. En un nivel más alto, dentro aún de la empinada calle, se encuentra la casa Migeltorena, también dieciochesca y con muros enlucidos pero con las sabidas excepciones. Su fachada se halla en parte tapada por otras construcciones, que no ocultan en cambio un escudo barroco del XVIII. Como si de un telón de fondo se tratase, cierra la calle en su extremo superior una casa de gran tamaño y desarrollo horizontal, con dos niveles más ático, tejado a cuatro aguas y vanos rectangulares salvo el de acceso, que es, una vez más, de medio punto. Como las otras casas citadas, los muros van enlucidos en color blanco, salvando los enmarques de los vanos, los ángulos y el paño que rodea al acceso principal, que van en buena sillería.
Ermitas
Pérez Ollo registra dos, San Esteban y Santa Bárbara. De la primera dice que se ubica a media hora hacia la sierra de Andía, y que fue visitada en 1797 por el obispo Igual de Soria, para inspeccionar su estado de conservación y las obras que en ella se llevaban a cabo. Más cerca del pueblo se encuentra la ermita de Santa Bárbara, pues aún hoy es capilla cementerial. En 1797 el obispo mandó quitar a la imagen titular los adornos añadidos, además de mandar enterrar una mala imagen de la Virgen, pues consideraba que era "un bulto ridículo". En la actualidad, como se ha dicho, esta ermita se encuentra adosada al camposanto, sobre una pequeña elevación que domina el casco urbano. Se trata de una sencilla construcción de planta rectangular y escasa altura, con muros enlucidos que salvan las esquinas y los enmarques de los vanos. El acceso es una sencilla puerta adintelada, flanqueada por un tragaluz y una ventanita rectangular, junto a la que se ha adosado una pequeña aguabenditera. La ermita se cubre con un sencillo tejado a dos aguas.
Parroquia de San Martín
Se trata de un edificio del siglo XVI, aunque en modo alguno puede descartarse la presencia de elementos medievales, singularmente en sus muros perimetrales. Tiene una planta compuesta por una única nave, dividida en tres tramos y rematada por una cabecera más estrecha y terminada en testero recto. A los pies se levanta un coro alto de obra. La sacristía se adosa a esta cabecera por el lado de la Epístola, mientras que a los pies se adosa el volumen de la torre, de planta casi cuadrada, que linda ya con la casa parroquial. Un pórtico, situado en el muro meridional, cobija el acceso al templo. Los muros van en sillería, apreciándose diferentes tipos de piedra y de labra, correspondientes a otras tantas intervenciones. Al interior los muros van enlucidos, simulando el despiece de sillares, y el espacio se articula mediante pilastras, yendo toda la nave recorrida por una cenefa decorativa, a modo de cornisa, realizada a base de dentellones. Se abren en ella dos ventanas cuadrangulares, buscando la mejor iluminación que se recibe por el lado meridional. El templo se cubre por tres tramos de bóvedas de terceletes del siglo XVI, adquiriendo las tracerías diseños más complejos en la cabecera. La sacristía lleva también bóveda de crucería. El acceso, como se ha señalado al principio, se abre en el muro de la Epístola, y consta de una puerta recta rematada por un dintel adovelado, entre dos pilastras lisas. Esta articulación, hoy interrumpida por el pórtico, remata en lo alto por un nicho avenerado, en el que se aloja una imagen de San Miguel Arcángel de estampa guerrera, realizada en piedra en un estilo muy popular, y con un precario estado de conservación. El pórtico se abre mediante tres arcos de medio punto en ladrillo, sobre pilares de piedra de corto fuste y sección cuadrada. La torre, de canon no demasiado esbelto, tiene un fuste prismático rematado por una cornisa, sobre la que se levanta un cuerpo de campanas también sencillo, con vanos de medio punto para alojar las campanas y culminado por un tejado a cuatro aguas.
El retablo mayor de San Martín es una obra manierista del siglo XVII, muy reformado en el siglo XIX con apaños de gusto neoclásico. Su arquitectura consta de banco y dos cuerpos de tres calles, articulados por dobles columnas, más triple ático rematado con frontones curvos. La imaginería va en hornacinas de medio punto. Además de algunas imágenes modernas, se conservan otras del XVI, como el San Juan Bautista, el San Martín partiendo su capa, que es la imagen titular, así como el Calvario.
En el presbiterio encontramos también una pila bautismal medieval, con fuste de sección cuadrada en el que se han labrado estrellas, y una taza semiesférica y gallonada.
En las dependencias de la iglesia se conservan también algunas tallas, como un Crucificado, una Inmaculada y un San Sebastián barrocos, del XVII. Hay también, como es habitual, algunas obras de platería.
En el Museo Diocesano de Pamplona se conserva una Virgen con el Niño de fines del XV o principios del XVI, de estilo hispanoflamenco, que según Clara Fernández-Ladreda está relacionada con la de Murgindueta.
Joseba ASIRON SAEZ (2007)