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SAN MILLÁN

Santo riojano nacido en Berceo (Rioja) entre 470 a 473 y muerto en San Millán de la Cogolla (Rioja). Se ha conocido su vida gracias a San Braulio de Zaragoza, autor de Vita Sancti Emiliani, y al incomparable poema de Berceo. Su esquema de vida, denso y curioso, lo traza muy bien F. del Valle: «Hijo de pastores y pastor él mismo en su niñez y juventud, deja tierra y oficio para ir a aprender el camino de la santidad, del ermitaño Félix que asombraba a toda la alta Rioja con su vida virtuosa y penitente en la montaña de Bilibio, cerca de Haro. Instruido en la doctrina y entrenado en las prácticas ascéticas, vuelve a su pueblo, pero para internarse en la espesura de los montes Distercios, y hacer allí vida solitaria. Así consumió la etapa más larga de su vida: 'cuarenta años vivió solo por la montaña -dice el poeta Berceo-, confesor tan precioso no nació en España'. De allí vino a sacarle la llamada de su obispo, Dídimo, quien le hizo ir a Tarazona, le ordenó de sacerdote y lo nombró cura de la iglesia de Santa Eulalia en su pueblo natal, Berceo. Fracasado en las funciones económico-administrativas del nuevo cargo, denunciado por otros clérigos como malversador de los bienes de la iglesia, citado y reprendido por el obispo, Millán decide dejar aquella vida activa y retirarse otra vez a la montaña, aunque quedándose cerca del pueblo y de la iglesia, en el vallecito de Suso, o de arriba, como tradicionalmente se le llama. A pie o a caballo, todavía va y viene del monte al pueblo. Pero lo importante de esa última etapa de su vida es la comunidad de hermanos y de hermanas que en dicho valle va formándose en torno a su persona y que constituirá el germen del gran monasterio de San Millán de la Cogolla. San Braulio nos ha transmitido los nombres de algunos que, como testigos de vista, le suministraron datos y noticias para escribir su Vita Emiliani: el presbítero Aselo, presente en la muerte de Emiliano; Geroncio, Sofronio y el abad Citonato, sucesor de Millán, elegido en 574 superior de aquella comunidad monástica, y cuyo nombre encabeza tradicionalmente el abadologio de la Cogolla. Nombres de mujeres no da más que uno expreso el ilustre biógrafo, el de Potamia, de familia muy noble y francesa de origen. La santidad y los milagros del gran eremita habían suscitado, ya en vida suya, una ininterrumpida corriente de devotos que venían a consultarle y venerarlo. En dos ocasiones, al menos, parece que se alejó de su eremitorio: una, para exorcizar casas y personas en el vale de de Ocón; otra, para anunciar la destrucción de la ciudad de Cantabria, junto a Logroño. A los pocos meses de esta segunda salida, moría en Suso, cumplidos más de cien años». La fiesta de San Millán se celebra el 12 de noviembre, aniversario de su muerte. Ref. F. del Valle. Millán o Emiliano. «Diccionario de Historia Eclesiástica de España».