Abogado limusino nacido en Brive (Bajo Limousin) hacia 1738. Se especializó en cuestiones señoriales por las que acudía con frecuencia a París. En 1781 conoció en esta ciudad al marqués de Logras, delegado de la Baja Navarra a propósito de la declaración de realengo efectuada por el administrador general del Rey sobre todos los bienes inmuebles bajonavarros. Alegando derechos inmemoriales (franc-alleu), los bajonavarros trataban de conseguir que la Corona reconociera el carácter alodial del ex reino. Polverel tomó en sus manos la cuestión y elaboró un estudio denominado Mémoire à consulter et consultations sur le franc-alleu du Royaume de Navarre que se publicó en 1784 en París, especie de alegato aristocrático-igualitarista muy semejante al que un año más tarde publicarla B. J. B. Sanadon sobre la nobleza de los vascos basándose en la obra del caballero Bela.
Las líneas maestras de este alegato fueron:
- 1. Que los vascones son un pueblo indígena. Se los ve, desde la más remota antigüedad, habitar la región que hoy llamamos Navarra, y no vemos por ningún lado ni rastro de inmigración de otro pueblo cualquiera que haya sido trasplantado a ese país.
- 2. Que, en un pueblo, la propiedad territorial de los particulares ha precedido a la Nación y, por consiguiente, a la propiedad nacional; que, por consiguiente, cada individuo ha debido tener el dominio pleno y absoluto de la misma.
- 3. Que cuando fueron sometidos al Imperio Romano, los vascones perdieron esta propiedad libre y absoluta ya que su tierra pasó a ser provincia tributaria de los romanos.
- 4. Que recuperaron la franquía de sus propiedades cuando obtuvieron de Vespasiano el derecho de latium, más aún cuando adquirieron el derecho de ciudadanía romana por el edicto de Caracalla.
- 5. Que después de que los romanos hubieran perdido todo lo que tenían en las Gallas y en España, los vascones pasaron a ser libres e independientes de toda otra nación; que, consecuentemente, sus propiedades territoriales conservaron la libertad que dimanó de su naturaleza, del derecho de gentes y del derecho romano.
- 6. Que ninguno de los pueblos bárbaros que se estableció en España y en las Galias conquistó Navarra, en especial aquella parte de Navarra pegada al Pirineo. Que Requiario, Rey de los Suevos, devastó Navarra pero no la conquistó. Que Eurico, Rey de los Visigodos, tomó Pamplona pero no conquistó las montañas navarras, e incluso resulta improbable que retuviera Pamplona durante mucho tiempo. Que Leovigildo, otro Rey visigodo, volvió a tomar a los vascones las provincias que éstos habían conquistado, pero no pudo conquistar navarra. Que Suintila, otro Rey visigodo, tuvo algún éxito sobre los vascones pero no conquistó Navarra. Que Wamba, otro Rey visigodo hizo la guerra a los vascones de Cantabria y de la provincia de Alava pero que es imposible que haya luchado en Navarra y que la haya conquistado. En una palabra, que Navarra, sobre todo sus montañas, nunca ha estado sojuzgada bajo el Imperio Visigodo. Que ni Navarra ni la ciudad de Pamplona han sido conquistadas ni por Alfonso I, Rey de Asturias, ni por Froila, su hijo, ni por ninguno de sus sucesores. Que no fueron conquistadas ni por el sarraceno Ben Xeque, que nunca existió, ni por el sarraceno Jusif, ni por ningún otro Rey ni gobernador sarraceno. Que es posible que Childeberto y Clotario hayan tomado la villa de Pamplona pero que es falso que la hayan conservado y falso que hayan conquistado Navarra. Que es cierto que Carlomagno tomó Pamplona pero no la conservó ya que tuvo que desmantelarla, y que no conquistó Navarra puesto que los navarros hicieron pedazos su ejército en el valle de Roncesvalles. Que desde entonces la villa de Pamplona y Navarra fueron libres como lo habían sido siempre. Que firmaron tratados de alianza ya sea con los sarracenos ya con los franceses pero que nunca se les sometieron ni a unos ni a otros.
- 7. Que, consecuentemente, fueran las que fueran las antiguas leyes de los suevos, de los visigodos, los francos y los sarracenos, éstas no pudieron tener la menor influencia sobre las propiedades territoriales de Navarra
En agradecimiento por esta Memoria, los Estados navarros recibieron, tras el correspondiente expediente sobre los últimos tres siglos de la familia, a Polverel en el brazo de la nobleza otorgándole además, tanto a él como a sus hijos varones, el derecho de naturaleza. Encabezó la delegación bajonavarra compuesta por el marqués de Olhonce, el obispo de Baiona, Pavée de Villevielle, el notario Franchisteguy y Arnaud de Vivié que representó ante el Rey las pretensiones de la Baja Navarra de no desaparecer como Reino y no ser sometida al derecho común establecido por la Asamblea Nacional. Dada la escasa capacidad de maniobra del Monarca en aquellas circunstancias y el hecho de que los Estados de Navarra hubieran sido disueltos, la delegación encargó a Polverel que interviniera ante al Asamblea Nacional para que ésta no suprimiera el título de Rey de Navarra. El 12 de octubre de 1789 se lee un duro Memorial de Polverel, infructuosamente ya que tal título fue sustituido por el de "Rey de los Franceses". En dicho Memorial, interesante no sólo desde el punto de vista histórico sino también desde el análisis de la construcción de una ideología nacionalista vasca, se insiste en los conceptos ya expresados en la Mémoire à consulter et... de 1784, añadiéndose además la amenaza larramendiana de secesión posible:
Tanto este Memorial como toda la serie de razonamientos y procedimientos utilizados durante su gestión como síndico de la Baja Navarra ante el Rey y la Asamblea Nacional fueron recopilados y publicados bajo el título de Tableau de la Constitution du Royaume de Navarre et de ses rapports avec la France (París, 1789). Durante la Revolución llegó a ser presidente de un Club, siendo en 1792 nominado comisario de la República en Santo Domingo, junto a Sonthonax y Ailhaud. Su gestión fue polémica: armó a los esclavos negros, emancipados por la Revolución, contra los plantadores, con lo que dio comienzo a la independencia de la isla de la que tuvo que irse al ser destituido por un decreto de la Convención. Desembarcó el 26 de julio de 1793 siéndole incoado un proceso que no llegó a afrontar debido a la caída de Robespierre y a su muerte acaecida a finales de 1794.