Poesía con acento moderno. Hacia 1950 irrumpe en la poesía vasca Jon Mirande, el primer poeta moderno, propiamente dicho, con una clara protesta sobre convencionalismos anteriores, como el monopolio religioso en la mentalidad vasca, y la anterior primacía del mundo rural. En la iconoclastia nueva ha de citarse a F. Krutwig, aunque desde una poesía más conceptual, y menos espontánea. En Gandiaga, la obra "Elorri" (1962) presenta todavía vínculos con el lizardianismo, si bien desde una poesía bien elaborada. Más tarde, Gandiaga deja tal camino en Hiru gizon bakarka, para salir a una poesía más urbana y menos convencional. Mikel Lasa aparece ligado a un simbolismo de gran vena lírica. Juan Mari Lekuona, por su parte, al principio ofrece una producción de tema tradicional, en parte, lizardiana, pero que evoluciona hacia el cultivo del simbolismo en Ilargiaren eskola. Su última obra (Mimodramak eta ikonoak) presenta una mayor elaboración conceptual, una poesía más subjetiva. Gabriel Aresti, por su parte, desde una poesía de influjos mirandianos (Maldan Behera), cultiva con pujanza una poesía de protesta, esto es, una poesía "social", con claro influjo de poetas vasco-castellanos, como Blas de Otero y Gabriel Celaya, rompiendo con esquemas tradicionales en Harri eta Herri (1964). Esa poesía tiene gran influencia en otros poetas del momento, como Mikel Arregi, y en parte, en la poesía coetánea de Joxe Azurmendi (Hitz berdeak). El arestianismo, sin embargo, suponía una inflexión en el cultivo estético del lenguaje poético, en libros como Euskal Harria (1967) y Harrizko Herri hau (1970).
La voz poética de Luis María Mujika aparece, en parte, en contra de la trayectoria de la poesía "social" desde un cultivo claro de aspectos virtuales de la metáfora moderna, especialmente, de las imágenes "irracionales", vinculadas al surrealismo lorquiano y nerudiano. Desde la postura más confesional y theilardiana de Urdin eta Burni (1965) evoluciona a una poesía más formal y desvinculada en Hitzak ebakitzean (1974), y desde Zortziko Hautsiak (1978), Harria eta Herria y Erromantzeen airera (1979) asume un lenguaje poético más atrevido en el tratamiento de la imagen surrealista. Con Aire neurtuak (1983) trata de conectar con la lírica tradicional, pero desde un cultivo de la metáfora moderna, aportando al campo vasco nuevos ritmos en cuanto a estrofas y medidas nuevas. Mujika se vincula a la poesía vasca con el surrealismo de Neruda y de Miguel Hernández, pero desde la situación anímica del hecho vasco (canto a Gardoki, Xabi Etxeberria, por ejemplo).
Dentro de neoexistencialismo conviene citar a Joseba Zulaica en Adanen poema amaigabea (1975), Mikel Azurmendi Euskal Hilobia, y la poesía más delicada de Arantxa Urretabizkaia con San Pedro Bezperaren ondokoak. Hartzabal, por su parte, presenta intentos de cierto experimentalismo especial y fónico, atendiendo a recursos expresivos del idioma.
Con Bernardo Atxaga se plantea una poesía de nueva ruptura mediante una reivindicación de la estética del hecho urbano, y del contingente existencial. Etiopia (1978) es un camino poético nuevo sin la disciplina estética de poetas anteriores.
La paradoja, el equívoco, el cultivo de lo marginal aparecen como claves en la poesía de B. Atxaga.
Por su parte, Koldo Izagirre muestra en sus primeros intentos Itsaso ahantzia (1976) un camino de vuelta al simbolismo, y en Gaurdasola ahantzia (1978) un cultivo de la ironía y de una estética desmitificadora. Otros poetas a destacar son Joseba Sarrionandia con su Izuen Gordelekuetan barrena (1981), con nuevos aportes, como el tema de la muerte, la decadencia, con influjos de poetas y ambientes exóticos (Harlem, Alejandría, Rigel), estampas de Lisboa y Grecia, etc. Entre las voces femeninas de la moderna poesía vasca hay que citar a las guipuzcoanas Amaia Lasa (1948) con Poema bilduma, Hitz hahastuak, Nere Paradisuetan y Tere Irastorza autora de Hostoak, Gaua eta Gau-Aldaketak y Osinberdeko Khantoriak. Más ligada la primera al simbolismo espontáneo de su hermano Mikel y la segunda efectuando intentos de experimentalismo semisurrealista, donde el ideal adquiere un lenguaje propio moderno.
Por otra parte, es preciso destacar la vena poética de Patxi Ezkiaga, autor de más de nueve originales, con una vuelta a un simbolismo fino y bien construido, pero sin rupturas ideológicas; Joxe Austin Arrieta, por su parte, presenta una poética lexicalmente muy elaborada (Bertso paper printzatuak, Arrotzarena, Neurtitz neurgabeak), donde vuelve cierto planteamiento de la poesía social, cuidando los moldes de una poesía medida. Otras voces como Itxaro Borda (Bizitza nola badoan, Just love, etc.), K. Santisteban, Paulo Iztueta (temas existenciales, básicamente, como la muerte, la fe, el hecho vasco), Omar Navarro, Miren Amaia Iturbide, J. Casenave, I. Aranbarri, y, sobre todo, Felipe Juaristi, con un tratamiento cuidado de una poesía simbolista nueva, presentan una estética desmitificada, de aportaciones innegables.
Nik poetatzatik dimisioa presentatu nuen kantsazioaren aitzaldarekin Baina nola gitzakia hura gezurrezkoa zen, berriz ere hartu nuen eskuan mailua, eta Kantabriako itsasoa jo dut kolpeka. Jurgi Oteizak ere kromletxaren aitzakiarekin dimisioa presentatu zuen eskultoretzatik, baina hala ere inork eztio Euskalerriari penamenik eman. Euskaltzaleak ezkara lutoz beztitu. | Yo presenté mi dimisión de la poesía con el pretexto del cansancio, pero como aquel pretexto era falso, tomé en mis manos de nuevo mi martillo para golpear el mar de Cantabria. También Jorge de Oteiza con el pretexto del cromlech ha presentado la dimisión de la escultura, pero sin embargo a Vasconia nadie le ha acompañado en el sentimiento. Los vascófilos no nos hemos vestido de luto. |
(Aresti: Harri eta Herri, 1964). |
La voz poética de Luis María Mujika aparece, en parte, en contra de la trayectoria de la poesía "social" desde un cultivo claro de aspectos virtuales de la metáfora moderna, especialmente, de las imágenes "irracionales", vinculadas al surrealismo lorquiano y nerudiano. Desde la postura más confesional y theilardiana de Urdin eta Burni (1965) evoluciona a una poesía más formal y desvinculada en Hitzak ebakitzean (1974), y desde Zortziko Hautsiak (1978), Harria eta Herria y Erromantzeen airera (1979) asume un lenguaje poético más atrevido en el tratamiento de la imagen surrealista. Con Aire neurtuak (1983) trata de conectar con la lírica tradicional, pero desde un cultivo de la metáfora moderna, aportando al campo vasco nuevos ritmos en cuanto a estrofas y medidas nuevas. Mujika se vincula a la poesía vasca con el surrealismo de Neruda y de Miguel Hernández, pero desde la situación anímica del hecho vasco (canto a Gardoki, Xabi Etxeberria, por ejemplo).
Dentro de neoexistencialismo conviene citar a Joseba Zulaica en Adanen poema amaigabea (1975), Mikel Azurmendi Euskal Hilobia, y la poesía más delicada de Arantxa Urretabizkaia con San Pedro Bezperaren ondokoak. Hartzabal, por su parte, presenta intentos de cierto experimentalismo especial y fónico, atendiendo a recursos expresivos del idioma.
Con Bernardo Atxaga se plantea una poesía de nueva ruptura mediante una reivindicación de la estética del hecho urbano, y del contingente existencial. Etiopia (1978) es un camino poético nuevo sin la disciplina estética de poetas anteriores.
Harea lurrik anonimoena Hareaz eginak desparadisoaren zutabeak Eta Luma planetaren aidea ere Hareazkoa Harezkoak sateliteak Urano Venus ere Harearena Harea egotziz bihotzek Harea erakarriz. Harea Baina ez harea bakarrik Harearekin batera malko esentziala Eta odol bete ontzi bat Eta harearen artean zuek ere gutun Horituak erloju Hautsiak Hiztegi liliputiarra Espartako eskuta herdoildua Ba zatozte zuek ere Baina arratsero galduz doa guztia Zu edo argia bezala Gauero ez da harea baino geratzen Ilargi krudelaren azpian. Harea Harea lurrik anonimoena Hareaz eginak desparadisoaren zutabeak | Arena la tierra más anónima Hechas de arena las columnas del desparaíso Y el aire del planeta Tierra De arena De arena los satélites Urano También Venus De la arena Expulsando arena los corazones Atrayendo arena. Arena Pero no sólo arena Junto con la arena la lágrima esencial Y una vasija llena de sangre Entre la arena también vosotros rotos Relojes cartas Amarillentas diccionario Liliputiense Oxidado Escudo de Esparta También venís vosotros Pero todo se va perdiendo cada noche Como tú o la luz Cada noche no queda más que arena Bajo la luna cruel. Arena Arena la tierra más anónima Hechas de arena las columnas del desparaíso |
(Atxaga: Etiopia, l984). |
La paradoja, el equívoco, el cultivo de lo marginal aparecen como claves en la poesía de B. Atxaga.
Por su parte, Koldo Izagirre muestra en sus primeros intentos Itsaso ahantzia (1976) un camino de vuelta al simbolismo, y en Gaurdasola ahantzia (1978) un cultivo de la ironía y de una estética desmitificadora. Otros poetas a destacar son Joseba Sarrionandia con su Izuen Gordelekuetan barrena (1981), con nuevos aportes, como el tema de la muerte, la decadencia, con influjos de poetas y ambientes exóticos (Harlem, Alejandría, Rigel), estampas de Lisboa y Grecia, etc. Entre las voces femeninas de la moderna poesía vasca hay que citar a las guipuzcoanas Amaia Lasa (1948) con Poema bilduma, Hitz hahastuak, Nere Paradisuetan y Tere Irastorza autora de Hostoak, Gaua eta Gau-Aldaketak y Osinberdeko Khantoriak. Más ligada la primera al simbolismo espontáneo de su hermano Mikel y la segunda efectuando intentos de experimentalismo semisurrealista, donde el ideal adquiere un lenguaje propio moderno.
Begira gauaren sarrailetik eta katu beltza ikusiko dun itsaso miazten katua itsaso miazten eta kosmoaren esku enguantatuak argi hiltzen argi hiltzen eta ilargia moreturik ikatz botaka eta herioa semaforoa pasatzen. | Mira por la cerradura de la noche y verás un gato negro lamiendo el mar un gato negro que lame el mar y la mano enguantada del cosmos que mata la luz matando la luz y la luna violácea vomitando carbón y cruzando el semáforo la muerte. |
(T. Irastorza: Derrotaren fabulak, 1985). |
Por otra parte, es preciso destacar la vena poética de Patxi Ezkiaga, autor de más de nueve originales, con una vuelta a un simbolismo fino y bien construido, pero sin rupturas ideológicas; Joxe Austin Arrieta, por su parte, presenta una poética lexicalmente muy elaborada (Bertso paper printzatuak, Arrotzarena, Neurtitz neurgabeak), donde vuelve cierto planteamiento de la poesía social, cuidando los moldes de una poesía medida. Otras voces como Itxaro Borda (Bizitza nola badoan, Just love, etc.), K. Santisteban, Paulo Iztueta (temas existenciales, básicamente, como la muerte, la fe, el hecho vasco), Omar Navarro, Miren Amaia Iturbide, J. Casenave, I. Aranbarri, y, sobre todo, Felipe Juaristi, con un tratamiento cuidado de una poesía simbolista nueva, presentan una estética desmitificada, de aportaciones innegables.