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OZANA

En el caserío del pueblo de Ozana destaca una pequeña construcción doméstica de mampostería y sillar en los esquinales y cercos de las ventanas por su antigüedad, que queda puesta de manifiesto en sus vanos. Uno de ellos muestra dos bellos arcos geminados apuntados y con bello mainel que permite datar la construcción a fines del siglo XV.

De todo el conjunto sobresale su iglesia, una bella construcción del siglo XVI, en estilo Gótico-Renacimiento, que muestra bien su porte cuado se ve desde la carretera que nos conduce a Treviño. Se trata de un cajón rectangular con cabecera ochavada y con sus muros reforzados por contrafuertes. El conjunto está construido con sillarejo y mampuesto rematado en la parte superior con bella cornisa pétrea, mientras el sillar ha sido empleado en los contrafuertes. El muro sur de la nave está decorado dos bonitos ventanales apuntados y decorados con tracería del último gótica. En este mismo muro se ha adosado posteriormente el pórtico, con dos arcos de medio punto y una bella espadaña, sobre la cornisa del muro de la nave, rematada con pirámides y bolas en el siglo XVIII (M. J. Portilla Vitoria y J. Eguía López de Sabando, 1968: 149/152). A los pies de la iglesia se sitúa la torre, de planta cuadrangular y con cuatro arcos en el cuerpo de campanas.

El ingreso al templo se hace a través de una portada del Barroco en su fase clasicista, con arco de medio punto sobre pilastras. La fábrica cuenta con una nave de dos tramos y cabecera ochavada, todo ello cubierto con bóvedas de lunetos, de cronología barroca. A los pies un coro bajo con balaustrada y escalera de piedra, rematada en flameros, obra del siglo XVI avanzado. De esta misma cronología es la pila bautismal, decorada con motivos alusivos al sacramento del bautismo, como la concha, o de carácter eucarístico, como los cálices o cruces.

De singular importancia son las pinturas murales que decoran los muros de la cabecera y que se dejan ver escuetamente por encima del retablo mayor. Se trata de pinceladura del siglo XVI ejecutada con los colores canónicos de esta modalidad pictórica, en la que eran predilectos los grises y blancos, para crear grisallas que imitaran la escultura y el relieve y el rojo, generalmente empleado en los fondos. Se pueden distinguir motivos vegetales, de animales fantásticos, grutescos, e incluso figuras humanas en la orla superior de remate de los muros de la cabecera, sobre fondo rojo. Es probable que la cabecera de esta iglesia tuviera incluso un retablo fingido hecho con esta misma técnica pictórica, algo muy habitual en la época, hasta que fuera posible realizar uno de talla.

El retablo mayor de esta parroquia dedicada a la Nuestra Señora de la Asunción es un gran conjunto del Barroco Rococó que ocupa el paño central de la cabecera y se extiende en las zonas más bajas por los muros laterales y que reaprovecha relieves romanistas de un retablo anterior ejecutado a partir de 1579 por el escultor mirandés Diego de Marquina. Se asienta sobre un zócalo pétreo y una mesa de altar rococó y alcanza gran desarrollo en altura. Cuenta con banco, dos cuerpos y ático organizados por columnas con decoración de rocallas, a los lados de la calle central, y con pilastras en las laterales. En la calle central encontramos las tallas de la titular, san Juan Bautista, el Crucificado y la paloma alusiva al Espíritu Santo, sobre aquél. En el banco se ubican relieves de fines del siglo XVI alusivos a la Pasión de Cristo y de los apóstoles. En el primer cuerpo encontramos dos bellos relieves de idéntica cronología, con escenas de la Anunciación y Visitación, en las calles laterales y en las calles de los extremos, talla gótica de san Martín y de san Pedro y bajo ellas, relieves de los evangelistas Marcos y Lucas. En el segundo cuerpo se alojan tallas barrocas de san José y san Antonio de Padua. Completa este conjunto un destacado sagrario relicario de finales del siglo XVI, también del escultor Diego de Marquina. Éste es un elegante templete con dos cuerpos que apoyan en un pequeño banco y se remata con cúpula. Los soportes empleados son elegantes columnas de fuste estriado y tercio inferior diferenciado, que se decoran con relieves de las virtudes entre paños y colgaduras. Las cajas, rematadas por frontones partidos y mixtilíneos, alojan la Resurrección de Cristo en la puerta y san Miguel arcángel y san Martín partiendo su capa en las laterales. En el segundo cuerpo, más pequeño, se sitúan las tallas de san Pedro, san Juan Bautista y san Pablo. El sagrario ha sido policromado en los últimos tiempos del barroco, con estética rococó, que queda de manifiesto en los cincelados del dorado. El resto del retablo esta decorado con policromía neoclásica, imitando mármoles y jaspes en la arquitectura y con paños lisos en los relieves y tallas.

A los lados del retablo mayor y siempre en el espacio del presbiterio encontramos dos pinturas neoclásicas fingiendo sendas puertas y sus frontones y dos retablos laterales barrocos. El del lado de la epístola alberga una talla neoclásica de la Virgen del Rosario de principios del siglo XIX con policromía de paños lisos y una pintura de san Isidro en el ático. En el del lado de la epístola se puede ver una buena talla romanista del Crucificado y de san Sebastián, también del siglo XVI. Ambos conjuntos han sido policromados ya en el siglo XIX, siguiendo los gustos neoclásicos de imitación de mármoles y jaspes en la arquitectura con la decoración vegetal dorada. Otra talla reseñable de esta iglesia es una Virgen del Rosario realizada en la segunda mitad del siglo XVII por el escultor Pedro de Alno.

Amaia GALLEGO SÁNCHEZ (2008)