Simplificando al máximo lo que hoy se sabe sobre la evolución del género humano, se le pudiera estructurar, tras la emergencia del grupo de los Australopithecus y del proceso inicial del Homo, en tres grandes grupos sucesivos: el Homo erectus, el hombre de Neanderthal y el Homo sapiens sapiens. Tras los cuales se organizan las formas y variedades (las "razas") que han poblado la Tierra desde los comienzos del Postglaciar y cuyos descendientes son los hombres actuales. Hace los 100.000 años o poco después aparece en Eurasia y en Africa el Homo sapiens en su variedad fósil -al Homo sapiens neanderthalensis-cuyas manifestaciones culturales llenan el Paleolítico Medio: con él se presentan las primeras formas conocidas de enterramientos acondicionados. Se atribuye normalmente al "Hombre de Neanderthal", en exclusiva, el desarrollo de la cultura Musteriense. Por excepción, sin embargo, hay contados casos de tipos evolucionados (no estrictamente neanderthales, sino neanderthales progresivos o protocromañones) en el Musteriense del Próximo Oriente (Israel y Líbano). De otra parte, se está señalando una pervivencia de los neanderthales en los primeros milenios de desarrollo de las cultura del Paleolítico Superior del Sudoeste de Europa. El hombre de Neanderthal se sitúa dentro del desarrollo de las dos primeras fases de la última glaciación: no parece que sea anterior al inicio del Würm I y la ocupa hasta finales del interestadial Würm II/Würm III. No parece que se dé una asociación concreta de ese hombre con alguna de las facies identificadas en el seno de la compleja cultura Musteriense: pues se han encontrado sus restos óseos asociados a todas ellas. Así, el marco cronológico de la existencia del hombre de Neanderthal se encuadra, en unos límites amplios, entre los 100.000 y los 30.000 años antes de C. El Homo sapiens neanderthalensis clásico es muy bien conocido en Eurasia y Norte de Africa desde los hallazgos de mediados del siglo pasado: Gibraltar en la Península y Neanderthal junto a Düsseldorf- en Alemania. En el Sudoeste de nuestro Continente ofrece restos bien conservados en Bélgica (Spy, Engis,...), Francia (los enterramientos conocidos de La Chapelle-aux-Saints, la Ferrassie, La Quina, Pech del'Azé, Le Moustier, Grotte de l'Hyène de Arcy-sur-Cure,...) y Península Ibérica (La Carigüela de Píñar, en Granada; Forbes y Devil's Tower, en Gibraltar; Los Casares, en Guadalajara; Cueva Nova de Columbeira y Salemas, en el centro de Portugal). En el País Vasco se han hallado referibles a este tipo humano las piezas dentarias de Axlor y Lezetxiki y el húmero de Lezetxiki. Entre los rasgos físicos del hombre de Neanderthal debe destacarse su elevada capacidad craneana (con una media de 1.450 cm.3: que llega, en el caso extremo de un individuo enterrado en La Chapelle-aux-Saints, a los 1.625), una estatura media en torno a los 1, 55 m., con brazos ligeramente más largos que los actuales y, en ellos, con un desarrollo especial del brazo con respecto al antebrazo. Su cara presenta un notable prognatismo, con mínimo mentón en una mandíbula fuerte, y unos ojos aparentemente hundidos bajo unos salientes arcos superciliares. La forma de su cabeza, dolicocéfala, es ligeramente aplanada. En las culturales iniciales del Paleolítico Superior del Sudoeste europeo (Perigordiense Inferior, o Chatelperroniense) se está detectando la pervivencia del hombre de Neanderthal. Esa cultura de Châtelperron aparece poco extendida en el tiempo (en su ámbito máximo entre los 35.000 y los 30.000 B.C.) y no se expandió mucho geográficamente. Se habían señalado indicios de la presencia de neanderthales en el Chatelperroniense en noticias un tanto confusas dadas por O. Hauser sobre los restos descubiertos por él en 1909 en Combe-Capelle o en las sensatas advertencias de A. Leroi Gourhan sobre algunos dientes hallados en sus excavaciones de la Grotte du Renne en Arcy-sur-Cure. Y se refrendan rotundamente, con los descubrimientos, de 1979 y 1980, en el yacimiento al pie de roca de la "Roche à Pierrot", en Saint-Césaire (Departamento de Poitou-Charente): donde F. Lévêque y B. Vandermeersch han descubierto y estudiado restos muy bien conservados de dos individuos del tipo Neanderthal enterrados dentro de un nivel típico del Chatelperroniense. De las tres hipótesis posibles para explicar esta perduración del hombre de Neanderthal en las primeras etapas del Paleolítico Superior (una evolución muy rápida del Neanderthal al sapiens sapiens; la coexistencia de unos y de otros; o que el hombre de Neanderthal haya sido realmente el autor de las primeras industrias del Paleolítico Superior) parece que haya que aceptar la última. "El tipo Neanderthal que está presente en Saint-Césaire concuerda perfectamente con esta civilización chatelperroniense. Algunas poblaciones neanderthalienses han, pues, sobrevivido en el comienzo del Paleolítico Superior antes de ceder definitivamente su plaza al hombre moderno" (Lévêque-Vandermeersch 1981: 244). A ese respecto se puede señalar que H. V. Vallois (1952: 168) había apuntado ciertos caracteres arcaizantes en un maxilar inferior humano del nivel Gravetiense (s IV) de Isturitz, cuyo "índice de robustez a nivel del orificio del mentón vale 49, cifra elevada que recuerda la de los Neanderthales". Lo que se muestra en correspondencia con la detección de ciertos caracteres "ancestrales" en las poblaciones de todo el primer tercio del Paleolítico Superior (el complejo Auriñaco-Perigordiense).
Ignacio BARANDIARÁN MAESTU
Ignacio BARANDIARÁN MAESTU