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NARVAJA

Conflictos sobre pastos con Oñati. El 26 de enero de 1702 se firmó una «Escritura de Concordia» o recíproca libertad de pastos entre Oñati y Narvaja. Por el referido convenio el ganado vacuno de ambos concejos, en tiempo de verano, podía pasar o entrar en la jurisdicción de Oñati, y viceversa, y pastar libremente, así de día como de noche, manteniendo de este modo una recíproca comunión de pastos. En la Concordia se establecía también que los dueños del ganado de ambos Concejos habían de retirar desde el mes de setiembre el ganado suyo a casas y jurisdicción, y en caso de contravenir a este capítulo, serían responsables de lo daños del ganado y se podría multar con 20 reales por cabeza. El Concejo de Narvaja informaba en una carta dirigida al Ayuntamiento de Oñati, de fecha 23 de diciembre de 1807, cómo en el mes de octubre de 1807 había bajado el ganado de Oñate a la llanura alavesa, a las piezas labradas de Suastegui, y el Concejo de Narvaja, en virtud de la Concordia, había impuesto penas moderadas: 4 reales, la primera vez; por cuatro cabezas 50, en la segunda, y en la tercera 14; sumas que no llegaban a los 20 por cabeza que autorizaba la dicha Concordia. En cambio Oñati, por 5 yeguas había impuesto 500 reales, y los alaveses habían pagado; por lo que pedían la devolución de los 400 reales que habían sido cobrados contra lo establecido. Oñati alegaba que la primera prendería hecha por Narvaja era ilegal y contra lo escriturado; que si bien se decía en el primer capítulo de la Concordia que los ganados de Oñati sólo podían pastar en los montes altos de Narvaja, también era cierto que desde el otorgamiento de la primera escritura no habían hecho ninguna prendería; y que de haberla hecho no hubiera extendido las escrituras a nombre de su pueblo, sin aclarar cuáles fuesen montes altos y cuáles bajos. En cuanto a la multa de 500 reales por cinco yeguas, sostenía que era muy justo, ya que fue impuesta pasado el día de San Miguel, después que se dio aviso recíproco para que se retirase el ganado a causa de la bellota que había; que era un desvarío el negar que hubiese bellota, cuando los caseros habían traído carretadas. Narvaja introdujo la causa en la Chancillería de Valladolid, y Oñati hizo otro tanto. Con eso no se cortó la correspondencia. Los alaveses pedían que el Alcalde de Oñati reconociese la ilegitimidad de la multa de los 500 reales y devolviese los 400 reales y pagase la multa de las cuatro vacas que no habían satisfecho. [Ref. J. I. Lasa: Tejiendo Historia, Donostia, 1977).