El Museo de Las Encartaciones, con 90 años de vida, es uno de los museos más antiguos de Bizkaia y del País Vasco, aunque su recorrido ha sido convulso, mediatizado por la Guerra Civil (1936-1939) y la dura posguerra posterior.
Los orígenes de la Casa de Juntas de Abellaneda (siglo XIII-1394)
Para conocer su historia, debemos remontarnos a la existencia de las Juntas Generales de Abellaneda, cuya primera referencia documental data de 1394, en plena Edad Media. Esta fecha no debe tomarse como el punto de inicio de las Juntas, pues la cita da a entender que ya se celebraban con anterioridad. Aunque no podemos confirmarlo documentalmente, no sería extraño que se remontasen al siglo XIII, momento en el que la familia Haro estaba conformando lo que sería la Bizkaia moderna: “los buenos de las Encartaçiones […] todos estando juntos en la junta general en Avellaneda , según que lo han de uso e de costumbre de se juntar” (1394).
Las reuniones se celebraban originalmente junto a un roble en las campas de Abellaneda. Sin embargo, la modernización de las Juntas en 1495, que estructuró reuniones en las que participaba un representante de cada uno de los concejos de Las Encartaciones, llevó a la construcción de una primera Casa de Juntas, que pronto quedó pequeña. Finalmente, en 1590 se inició la construcción de la Casa de Juntas actual, la cual pareció terminada con la colocación de un gran escudo en 1635, aunque ya llevaba muchos años en uso.
Durante siglos, los junteros encartados se reunieron periódicamente en la Casa. Aunque el siglo XVIII fue muy convulso, con abandonos y regresos a las Juntas de algunos concejos, estos sobrevivieron hasta 1801. A partir de ese año, con la plena integración de los concejos de Las Encartaciones en las Juntas Generales de Bizkaia, la Casa dejó de utilizado definitivamente como lugar de reunión e iniciado un constante proceso de decadencia. Para finales del siglo XIX, la Casa estaba en ruinas y en riesgo de derrumbe, por lo que, en 1901, la Diputación Foral de Bizkaia encargó una restauración completa al arquitecto Antonio de Carvelaris, quien intentó mantener la imagen original, respetando la forma de caserón renacentista que se le había dado en el siglo XVI.
El nacimiento del Museo de Las Encartaciones (1932-1934). Primera inauguración
Pocos años después, la Diputación recomendó al arquitecto Diego de Basterra una nueva reforma del edificio. Se agregó un bloque para una escuela de barriada y se rehabilitó la Casa para convertirla en un pequeño museo. También se construyó un pequeño levante a modo de gran camarote sobre la planta principal de la Casa, ganando esta en altura y vistosidad.
La inauguración institucional de las escuelas y el pequeño museo adyacente parece haberse producido en 1932, pero el Museo de Las Encartaciones no se abrió al público hasta dos años después, el 26 de julio de 1934. El Libro de Firmas del Museo señala que “Este álbum comenzó a ponerse a las firmas de los visitantes el día de la inauguración del Museo de Las Encartaciones. 26-7-1934”. Un año después, en 1935, el artista Nicolás Martínez Ortiz de Zárate diseñó el primer folleto turístico del Museo de Las Encartaciones, titulado de manera elocuente: ¡Visitad Avellaneda!
El Museo recibió piezas de diversos lugares, atraídas por párrocos, políticos y personajes destacados, encargando además algunas réplicas, como la lauda sepulcral del Capitán Pedro de Bolívar, del siglo XVI, conservada en la iglesia de San Vicente de Sodupe (Güeñes), cuya copia llegó al Museo en 1936.
La conversión en Museo de la Casa de Juntas de Avellaneda (1968). Segunda inauguración
El Museo debió recibir numerosas visitas tras su inauguración, incluidos los primeros años de la posguerra. Sin embargo, la dura situación económica del momento terminó por afectarlo y, una vez más, entró en decadencia. Ante esta situación, la Diputación volvió a intervenir, y en 1942 encargó al arquitecto Eugenio de Aguinaga una nueva reforma que duraría más de 20 años y que cambiaría profundamente el edificio.
A pesar de todo, el Museo no parece haber cerrado sus puertas, pues se encuentran firmas de visitantes en diferentes años de las décadas de los 40, 50 y 60. Finalmente, el 11 de mayo de 1968 se reinauguró oficialmente, denominándose ahora Museo de la Casa de Juntas de Avellaneda.
La actuación de Eugenio de Aguinaga fue muy profunda, intentando dotar al edificio de la mayor magnificencia posible. Para ello, eliminó el levante añadido por Diego de Basterra y lo sustituyó por un nuevo piso de mayor altura, rematado por almenas. Siguió así criterios neomedievales, la misma influencia que se utilizó para la escalera de caracol que se añadió en el interior. El edificio adoptó el estilo y espíritu de torre que ahora podemos ver y que, originalmente, la Casa no tenía.
En el interior, Aguinaga diseñó una estructura de madera, imitando el modo de construcción de palacios y caseríos, incluidos los suelos y techos. También creó varias salas, integrando muebles de madera —comprados o hechos exprofeso—, diversas piezas patrimoniales y un conjunto de elementos nuevos que mezclaban lo medieval y lo renacentista, como escudos, lanzas o tapices, que aunque dotaban de vistosidad a la Casa, no Seguían criterios históricos.
La recuperación del Museo de Las Encartaciones (1994). Tercera inauguración
En el caso de la Casa de Juntas de Abellaneda, se optó por remodelar el Museo diseñado por Eugenio de Aguinaga, ya que había sido conceptualizado como una Casa-museo y no permitía la realización de actividades. Se decidió diseñar entonces un Museo moderno en el que se pudieran realizar todas las actividades propias de una institución de este tipo: investigación, exposiciones, adquisición y restauración de patrimonio, actividades pedagógicas, etc.
En 1989 se encargó a los arquitectos Javier Muñoz, Josu Urrolabeitia y Susana Menoyo la reforma integral del edificio, que consistió en el derrumbe interior completo de la Casa (teniendo en cuenta que todo era obra de los años 50 y 60), la erección de diversas plantas para acoger las salas del Museo, la construcción de un nuevo bloque moderno en la parte delantera, la creación de un salón-teatro debajo de la Casa del Corregidor, la reconversión de esta en oficinas y salón de Juntas, y otras actuaciones. También se diseñó un jardín en la parte delantera y se le dotó de estacionamiento.
La obra arquitectónica y museográfica se terminó en 1994, inaugurándose el museo el 26 de octubre de ese año, recuperando su antiguo nombre: Museo de Las Encartaciones. Desde entonces, el Museo ha centrado su trabajo en áreas como la investigación, el estudio de la historia, la antropología, el arte, el patrimonio y la memoria oral de la comarca.
El Museo de Las Encartaciones es, en definitiva, un museo vivo y en constante evolución que desarrolla todo tipo de actividades, desde lo académico hasta lo turístico, teniendo siempre como base la investigación y el conocimiento, con el deseo de ampliar el entendimiento de Las Encartaciones y de las Juntas Generales en todos sus campos y periodos históricos.