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MUNTSARATZ

Existe una leyenda muy difundida relacionada con el solar y familia de Muntxaraz, que señala cómo, a fines del s. XII, Pedro Ruiz de Muncharaz, señor de la torre de Abadiano, casó con la infanta de Navarra Urraca, según testamento de aquél, que se cita como del 2 de octubre de 1212. Estanislao J. de Labayru, en su Historia General del Señorío de Bizcaya, pone en duda la autenticidad de tal testamento y el casamiento a que alude. Y, entre otras cosas, dice: «Lo que sí se cuenta en el Duranguesado es la conseja de la Dama María Urraca, que el verano vive en Amboto y en invierno en Oiz, hilando con rueca de oro y habitando en palacio de cristal». Según noticias legendarias relativas a esta dama que recogió R. M. de Azkue-, doña Urraca, infanta de Navarra, estuvo casada a fines del siglo XII con el señor de Muntxaraz. Al morir éste, su viuda, una noche, huyó sin que supiera nadie a dónde fue. Muy pronto surgió en la mente popular la idea de que doña Urraca fue a vivir a la cueva de Amboto. He aquí ahora la leyenda, según la versión recogida en su pueblo por un vecino de Abadiano: Un rey de Navarra dijo: «Casaré a mi hija con quiez venza en la lucha a un negro de mi corte. Se presentó para la lucha el señor de Muntxaraz y venció al negro. Se casó luego con la infanta y el matrimonio se instaló en su palacio de Abadiano. Tuvieron hijos e hijas. El mayor era Ibon y Mariurrika la menor. Aquél iba a heredar la casa; por eso era odiado por Mariurrika. Esta organizó una gira a Amboto en la que, entre otros, estaría Ibon. Comieron en el monte y Mariurrika hizo que sirvieran mucho vino a su hermano. Este, vencido por el vino, durmió en el campo. Mariurrika, ayudada por una criada, le empujó y le precipitó peñas abajo. Allí murió Ibon. Mariurrika volvió a Muntxaraz y dijo a su padre que Ibon había muerto en Amboto a consecuencia de un caída en el peñascal. Pero su conciencia la acusaba. Aquella noche aparecieron en Muntxaraz los ximelgorri o genios diabólicos. Desapareció Mariurrika. Desde entonces habita en Amboto unas veces y en Sarrimendi otras. Se la ve atravesar los aires en forma de ráfaga de fuego cuando se traslada al monte Oiz. v. MARI. Ref. J. M. de B.: «Eusko Folklore», 3.ª serie, 2.