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MATERNIDAD

Estado o calidad de madre, amatasun (B, G, AN, L), amatarzun (BN, S), amagos (S); amatasuna nabarbenduaz (Liz.), descubriéndose la maternidad.

Diccionario Auñamendi.
Hasta épocas muy recientes la inmensa mayoría de las mujeres occidentales daba a luz en su casa y ello sigue siendo válido en distinta medida para diversos países del Tercer Mundo. Antes de 1920 únicamente las madres solteras y las mujeres miserables tenían a sus hijos en el hospital. Este estaba considerado como el último recurso no sólo por las parturientas sino también por todo tipo de enfermos, dado su carácter primordialmente benéfico. La utilización de los servicios hospitalarios a partir de las primeras décadas del siglo XX por un número cada vez mayor de mujeres de las clases medias y altas supuso la evolución en la mentalidad de las mujeres a la vez que una evolución del carácter mismo de la institución. El medio hospitalario pasa de ser un refugio para las mujeres que no encuentran otro cobijo para dar a luz, a ofrecerles la máxima garantía de cuidados. La práctica de la cesárea no es tampoco ajena a este nuevo estado de cosas. Otro paso adelante se dió cuando los diversos sistemas de Seguridad Social de los países europeos comenzaron a hacerse cargo de los partos hospitalarios. Las primeras maternidades no fueron sino salas específicas dentro del mismo hospital. En el Hospital General de Pamplona hubo una sala de maternidad durante toda la Edad Moderna, pero sólo a partir de los últimos años del siglo XVIII se fue generalizando la costumbre por parte de las madres solteras de acudir allá a dar a luz, dejando al niño abandonado al marcharse ellas. Durante estos siglos nacían también en la sala de maternidad los hijos de mujeres que estaban en la galera, cárcel, misericordia, transeúntes, mendigas y peregrinas. Al igual que en Navarra, en Álava había también durante la Edad Moderna una sección de maternidad en el Hospital de Santiago Apóstol de Vitoria, de las mismas características que la de Pamplona. La carencia de unos servicios hospitalarios de cierta envergadura encaminaba a las mujeres guipuzcoanas que los necesitaban al Hospital de Pamplona y al de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza. En 1821 el Gobierno Constitucional español promulgó el Reglamento General de Beneficencia pública organizando ésta a través de Juntas Provinciales y Municipales. Disponía que, en cada provincia, debía haber al menos una casa de maternidad cuya finalidad era la de albergar a las mujeres que habían concebido ilegítimamente. La estancia de estas mujeres en el establecimiento estaba rodeada del máximo secreto. En la mayoría de los casos estas casas estaban asociadas a las inclusas o casas-cuna que recibían a los niños que, comúnmente, estas mujeres abandonaban. A lo largo del siglo XIX se fueron creando maternidades en el País Vasco: Pamplona en 1842, Vitoria en 1854. La de Bilbao contó en la última década del siglo con unas instalaciones provisionales muy exiguas y precarias pues sólo disponía de 10 camas, pero en 1895 se promulgó ya el primer reglamento de la Casa de Maternidad de Vizcaya. La de Vitoria, aunque tenía identidad propia, siguió estando ubicada en distintos hospitales (1854, Hospital de Santa Ana; 1858 en el hospicio; de 1865 a 1917 en el Hospital Civil de Santiago). El Hospital de Tudela creó un departamento de maternidad en 1864. Hasta la inauguración en 1903 de la Casa Cuna y Maternidad de Fraisoro no hubo establecimiento de este género en Guipúzcoa y durante el siglo XIX la provincia dispuso únicamente de salas de maternidad en los hospitales de las cuatro casas de socorro o misericordias que puso en pie en 1844. La paulatina desaparición o transformación de las maternidades, ya en los años centrales del siglo XX, está íntimamente relacionada con las transformaciones económicas y sociales de nuestra sociedad.

Dolores VALVERDE LAMSFÚS.