Gobernador y capitán general de Filipinas (Zumarraga, 1500 ó 1505. Manila, 20 de agosto de 1572). Fueron sus padres Juan Martínez de Legazpi y Elvira de Gurruchategui. La casa natal existe en Zumarraga, cerca de la vía férrea; su nombre es Jauregi, literalmente "palacio", en lengua vasca. El virrey de Méjico, Luis de Velasco, en una de sus cartas al rey, lo señala como "hijodalgo notorio de la casa de Lezcano". En 1527 se hizo cargo de la escribanía de Areria (Gipuzkoa), vacante por la muerte de su padre. La confirmación de su cargo por el rey (12 de abril de 1527) fue publicada en Boletin de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, 1974, n.º 1-2, p. 257, por S. I. Areria era una de las tres alcaldías mayores de Guipúzcoa. De ella se hace mención en la escritura de la restauración y dotación de la catedral de Pamplona del año 1027, como valle habitado perteneciente a la misma diócesis. Primitivamente la componían los Concejos de Lazkao, Olaberria, Itsaso y Arriaran. Con el tiempo se agregaron Gabiria, Zumarraga y Ezkio, que se separaron en 1661. Si en 1528 Legazpi se encuentra ya en Méjico, su escribanía de Areria habría sido fugaz. En Méjico fue secretario del cabildo -ayuntamiento-, alcalde y alto empleado de la Casa de la Moneda de la capital. Desde 1528 a 1564, en 36 años, había amasado una cuantiosa fortuna. Estuvo casado con Isabel Garcés de quien tuvo nueve hijos, cuatro varones y cinco féminas. Su casa era una de las principales de la capital. Su hijo Melchor de Legazpi, en un Memorial dirigido al rey, entre otras observaciones dice: "Muchos hidalgos y caballeros pobres que iban de estos reinos iban sin conocerle a su casa por la antigua costumbre que de ello siempre en ella hubo y porque a las personas tales siempre en ella se les dio de comer y vestir y lo necesario. Lo cual ha sido cosa muy notoria y sabida en todo aquel reino". Cuando Legazpi partió con su expedición a Filipinas era ya viudo y tenía muchos nietos, llevando consigo a uno de ellos. Felipe de Salcedo, joven que cumpliría importantes cometidos. Viendo la escasez de recursos para la buena marcha de la expedición, Legazpi allegó todos sus bienes, vendiéndolos, excepto su mansión de la capital azteca. En aquella época de los grandes descubrimientos esto era normal: las jornadas o expediciones eran generalmente negocios bien montados, donde participaban la corona, los particulares, los soldados y la iglesia.