Literary Figures

Larzabal, Piarres

Kostatarra, Aldaiko, Goratik, Haritzgain. Azkain, 1915-Sokoa, 1988.

Piarres Larzabal, también conocido con los pseudónimos "Kostatarra", "Aldaiko", "Goratik" y "Haritzgain", nació en Azkaine (Lapurdi) el 7 de mayo de 1915. Realizó estudios religiosos en Hazparne y Uztaritze y en ese último lugar conoció al religioso y hombre de cultura Piarres Lafitte, que le dio ánimos para escribir en eusquera. Larzabal fue vicario en Hazparne durante doce años. Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial fue llamado a filas y recorrió como soldado Alemania, Polonia y la antigua Checoslovaquia junto al regimiento número 49 de Baiona. Valiéndose de los conocimientos sobre enfermería que adquirió durante el servicio militar, trabajó principalmente en los servicios sanitarios del ejército. Fue apresado en Alemania, pero consiguió huir del país gracias a la ayuda de algunos supervisores de la Cruz Roja suiza. Regresó a Hazparne en 1942 y allí residió hasta 1951. Hasta el final de la guerra, ayudó en numerosas ocasiones a diferentes miembros de la resistencia francesa. En 1951 abandonó Hazparne y se dirigió a la costa labortana, a Sokoa, para trabajar en la iglesia que los vecinos del lugar construyeron. El propio Larzabal ayudó en las labores de construcción, ya que la diócesis no había otorgado permiso para construir iglesia alguna en el lugar.

Ya a mediados del siglo XX, contemplando el gran número de exiliados vascos del sur de Bidasoa que escapaban de la represión franquista, Larzabal realizó labores de acogida y ayuda, labor que prosiguió ya en los años 60 con los primeros miembros de ETA fugados. Larzabal fue, junto a Telesforo Monzon, uno de los fundadores de Anai Artea. Asimismo, el movimiento abertzale de Ipar Euskal Herria Enbata fue creado en una reunión que se llevó a cabo en casa de Larzabal. Por otro lado, el labortano realizó labores de intermediario cuando, como respuesta al Juicio de Burgos, ETA secuestró al cónsul alemán Beihl. En 1963 Euskaltzaindia nombró académico correspondiente a Larzabal, tras la muerte de Jean Elizalde "Zerbitzari".

El de Azkaine comenzó a publicar artículos en revistas de Ipar Euskal Herria: su nombre puede hallarse en Herria, Eskualduna, Gure Herria, Enbata, Otoizlari o Aitzina. El nombre de Larzabal está generalmente unido, sin embargo, a su prolífica producción teatral: escribió más de un centenar de obras que se publicaron tanto completamente en forma de libro (en ocasiones se trata de autoediciones) como por capítulos en revistas culturales. También hay trabajos inéditos. Algunas de esas obras se publicaron antes de la Guerra Civil Española (1936-1939) y de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945); sin embargo, la mayoría de los trabajos de Larzabal, siendo también los más importantes, vieron la luz a partir de la década de los 50. Puede decirse que Larzabal fue en Ipar Euskal Herria lo que Antonio Maria Labayen en Gipuzkoa: un dramaturgo relevante que, a su vez, resultó ser precursor de las siguientes generaciones (Daniel Landart, Haranburu Altuna, Atxaga, Lete, etcétera). Estas son, entre otras, las obras más importantes publicadas por el de azkaine: Nork hil du Oihanalde? (1950) [=¿Quién ha matado a Oihanalde?], Xirristi-mirrixti (1950), Okillomendi alkate (1952) [=Okillomendi alcalde], Etchaun (1953), Portu txoko (1954), Berterretx (1955), Mugari tiro (1959) [=Tiro a la frontera], Aldaira (1959) [=La mudanza], Bordaxuri (1962), Herriko bozak edo nor alkate (1962) [=Elecciones populares o quién es el alcalde], Ihauteriak (1962) [=Carnavales], Iru ziren (1962) [=Tres nombres], Orreaga (1964), Sarako lorea (1964) [=La flor de Sara], Senperen gertatua (1964) [=Sucedido en Senpere], Hila esposatu (1965) [=El muerto esposado], Basabeltz (1966), Infernuko dirua (1966) [=El dinero del infierno], Ibañeta (1968), Matalas (1968), Nor da hobenduna? (1968) [=¿Quién es el culpable?], Lartaun (1969), Roxali (1970), Aralar (1971), Otsoak artaldean (1973) [=Lobos en el rebaño], etcétera.

Junto a las obras de teatro, Larzabal también escribió algunas narraciones (Urdea hil dugu, 1964 [=Hemos matado el cerdo]; Mugako apez, 1968 [=Cura en la frontera] y trabajos de investigación (Pierre Loti eta gu, 1960 [=Pierre Loti y nosotros]. En francés dejó preparadas dos obras que no llegaron a publicarse: Souvenirs de Guerre 1939-40 [=Souvenirs de guerra 1939-40] y Vie de J. Bte. Mendiboure [=Vida de J. Bautista Mendiburu]. Las obras completas del azkaindarra (incluidas sus memorias) fueron preparadas y publicadas por Piarres Charritton, en siete tomos, ya en la década de los 90.

Aquellos que se han molestado en estudiar el teatro de Larzabal han llegado a conclusiones similares. Por un lado, hay unanimidad al hablar de la trayectoria literaria del labortano: las primeras obras teatrales son comedias breves que intercalaban diálogos en eusquera y español, siguiendo la tendencia de la época. Sin embargo, en la medida en que los años avanzaban, Larzabal comenzó a escribir e intercalar tragedias, hecho que se repitió a lo largo de los años de posguerra. Son los trabajos escritos en dicha época, precisamente, los que más loas han conseguido. En cuanto a la forma, Larzabal siguió los patrones tradicionales bien afincados desde comienzos del siglo XX, a pesar de que tuvo opción de leer varios clásicos del teatro moderno europeo.

En cuanto a los temas, Lardizabal utilizó personajes típicamente vascos ambientados en el país. Se trata de obras de teatro de corte popular, y a ello deben gran parte del éxito que lograron. Al fin y al cabo, parece ser que ése era el objetivo del labortano: llegar a la gente (principalmente a los más jóvenes) para intentar educarla. Lardizabal creyó que el teatro podía resultar ser un buen instrumento para dicho objetivo y por ello es fácilmente perceptible la intención del autor en influir los lectores y espectadores: trató temas cercanos, en numerosas ocasiones personajes históricos vascos, empleando una escritura trabajada y a su vez sencilla. Los problemas sociales aparecen en obras como Okilomendi, Nork hil du Oihanalde o Herriko bozak. Por otro lado, son obras construidas en torno a personajes históricos vascos Bordaxuri, Berterretx y Matalas. La crítica, precisamente, ha destacado esa última obra por encima de todas las demás: "La obra Matalas (1968), de Larzabal, constituye una pieza de transición hacia un tipo de teatro engagé, comprometido con la realidad social de país" (Aldekoa 2004: 182).