Cuevas

LAPURZULO

Una de las cuevas se abre en aquella parte de la peña de Itziñe conocida con el nombre de Atxulaur. Es fama que en ella vivió un famoso ladrón que logró juntar en su guarida gran cantidad de oro. Mas sorprendido en su oficio por agentes policíacos, fue prendido y encarcelado. Nada declaró acerca del sitio donde guardaba sus riquezas hasta que llegó la hora de su muerte. Después vinieron a Atxulaur unos forasteros; mas no pudieron apoderarse del oro de la cueva por hallarse ésta habitada por un extraño toro que lanzaba fuego por la boca y por las narices, y cuidaba de que nadie tocase el tesoro ni se le acercase tan siquiera. Más tarde volvieron los forasteros con los huesos del difunto ladrón y los depositaron en la cueva. Entonces pudieron libremente extraer las riquezas que allí había, pues el toro, que era el alma del ladrón, no volvió a aparecer. v. Toro. La otra cueva de igual nombre se halla en el término Iguriano de la misma montaña de Gorbea. A ella va asociada la historia de un grupo de doce ladrones y una mujer que allí vivieron. Once de ellos bajaron un año a la romería de San Miguel de Murguía, donde fueron prendidos por orden de las autoridades. El duodécimo, que había quedado en la cueva, al ver que sus compañeros tardaban en volver, empezó a dar gritos. Un pastor los oyó y se le acercó. El ladrón solicitó su colaboración en las faenas de su oficio. El pastor se la prometió y luego empezó las lecciones de entrenamiento. En éstas se enseñaba, entre otras cosas, a atar a las víctimas. Por eso, en una de sus prácticas, le tocó atar al ladrón su maestro. En cuanto lo sujetó bien con cuerdas, dio parte a la autoridad. Luego fue conducido a la prisión el último ladrón de Iguriano.

José Miguel de BARANDIARÁN