Concept

La Revolución Industrial en Euskal Herria

En las transformaciones producidas durante este periodo jugaron un papel fundamental las novedades técnicas y las innovaciones en maquinaria. Se aplicaron estas innovaciones a los transportes y medios de comunicación, de forma que se redujo el tiempo necesario para recorrer las distancias físicas y se produjo una verdadera revolución en los transportes. Las distancias se acortaron para las personas y también para el transporte de mercancías, lo cual supuso un gran progreso para el comercio. Las innovaciones técnicas se aplicaron al trabajo agrícola, que vio crecer la producción de alimentos y de materias primas empleando menos medios humanos. Asimismo se beneficiaron de las mejoras técnicas las actividades de las ciudades, las cuales seguían hasta el momento procesos artesanales. Ahora contaban con una mayor cantidad de materias primas procedentes del campo, y con la mecanización de los procesos creció la productividad. A los pequeños talleres artesanos les sucedieron factorías y fábricas que elaboraban un volumen mayor de productos y con mayor rapidez.

El incremento de la productividad, del comercio y de la economía de las ciudades facilitó el desarrollo y consolidación del sistema económico capitalista. Hasta entonces, los habitantes de las pequeñas poblaciones vivían de la producción local y traían de otros lugares aquellos productos que escaseaban en el lugar, sobre todo si eran productos de consumo alimenticio. En el mercado, las autoridades locales fijaban y tasaban los precios para que los alimentos fuesen asequibles a la población y controlaban los pesos y las medidas de los comerciantes para evitar fraudes. Las ciudades y poblaciones contaban con pósitos para almacenar alimentos, principalmente cereales, con el fin de evitar que en periodos de malas cosechas se diesen situaciones de desabastecimiento. La economía estaba controlada en las poblaciones por las autoridades locales, que intentaban frenar reventas y especulaciones, y supervisaban las mercancías que entraban en su población para que no hiciesen competencia a los productos locales. El comercio a gran escala también era controlado. Las monarquías monopolizaban el comercio de los productos con sus colonias, intentado que otros países no obtuviesen beneficios de ese comercio, y de la misma forma intentaban proteger el mercado interior y los productos generados en él por medio de aranceles que imponían a los productos de países extranjeros.

En este contexto se fueron extendiendo desde finales del siglo XVIII y sobre todo durante el siglo XIX, las ideas del pensamiento liberal económico, que defendían el libre comercio como motor del progreso económico. Para que pudiese desarrollarse este libre comercio había que romper los aranceles, la protección de las autoridades y la intervención de los gobiernos en la economía. Este libre comercio se fue imponiendo a la economía anterior de subsistencia, autárquica y proteccionista. Unido al aumento de producción y a la creación de un cuerpo de consumidores cada vez mayor, el libre comercio favoreció la acumulación de riqueza y capital, principalmente para aquellos que tenían los medios de producción y el capital para invertir que era la burguesía.

Las nuevas condiciones económicas favorecieron la consolidación del poder de la burguesía. En la sociedad estamental de Antiguo Régimen los burgueses habían ganado poder económico durante siglos pero no habían ascendido en la misma medida en la escala social ni en el poder político. Socialmente la burguesía era menos estimada que el estamento nobiliario, incluyendo a la pequeña nobleza empobrecida. En muchos países las clases nobiliarias controlaban el poder político, excluyendo a aquellos que vivían del comercio, de actividades artesanales o de profesiones liberales. Se consideraba que trabajar para sobrevivir, aunque fuese en actividades comerciales o profesionales, era deshonroso, y la burguesía había creado su posición y había generado su riqueza precisamente de estas actividades. El nuevo panorama económico que se iba consolidando favorecía a la burguesía y éste venía precisamente impulsado por ella. Mientras la burguesía dirigía y poseía las fábricas y empresas, obtenía rendimientos y beneficios de ellas, la nobleza tenía que vivir de forma noble. La burguesía empleó en esas fábricas a aquellos habitantes de las ciudades que no tenían más recursos que su fuerza para trabajar y a los llegados recién llegados del campo que buscaban un nuevo modo de vida en las ciudades. Con estos obreros de las fábricas nacía una nueva clase social que era el proletariado, la clase trabajadora. Estos obreros se agruparon para mejorar sus condiciones de vida y laborales, y surgieron diferentes movimientos sociales e ideologías para hacer valer sus distintas reivindicaciones y aspiraciones.

Los cambios tecnológicos y las innovaciones que propiciaron la Primera Revolución Industrial continuaron originando nuevas fases de desarrollo. A finales del siglo XIX los países ya industrializados conocieron una segunda etapa de crecimiento que se es llamada Segunda Revolución Industrial. En esta segunda fase de la industrialización las fuentes de energía hasta entonces predominantes, el carbón y el vapor, fueron sustituidas por el petróleo y la electricidad, y la industria siderúrgica cedió su protagonismo al sector químico. Se construyeron los primeros automóviles y se dieron los primeros pasos en la aviación.

En esta segunda etapa las condiciones de los trabajadores mejoraron, produciéndose en un sector de ellos una especialización profesional. La especialización les permitió tener mayor relevancia dentro del proceso productivo, lo cual suponía un peso mayor en las negociaciones laborales con los empresarios que el peso de una mano de obra poco cualificada. La mejora de sus condiciones económicas les permitía una capacidad mayor de consumo y sus formas de vida se fueron acercando a las de la pequeña burguesía, constituyendo un grupo social que se ha denominado tradicionalmente como clase media. Sus aspiraciones se alejaban cada vez más de las del resto de trabajadores, lo que dificultaba cohesionar al grupo de trabajadores para hacer valer reivindicaciones de forma conjunta.

Mientras sucedían estos cambios en los países industrializados, que aún conocerían una Tercera Revolución Industrial en la segunda mitad del siglo XX, una gran parte de países del mundo apenas habían acogido las innovaciones de la primera revolución. Los países industrializados irán acumulando riqueza, de forma que la brecha que existía entre esos países ricos y los países no industrializados o en vías de desarrollo, cuya población vive en su mayor parte en condiciones de extrema pobreza, se ira agrandando cada vez más.