Concept

La Pesca en Euskal Herria

Con el final de la última Guerra Carlista se abre una nueva etapa. Durante estos aproximadamente cincuenta años, la pesca en el País Vasco conoció numerosos cambios que darían lugar a la aparición de una estructura productiva nueva: por un lado, el nacimiento de una flota de pesca industrial basada en el arrastre a vapor. Por otro lado, la transformación de la pesquería tradicional. Los elementos que confluyen en el mismo son variados pero, entre todos, se podrían destacar los siguientes: primero, un largo proceso de cambio institucional, culminado a principios del siglo XX, que estableció un marco más abierto para el desarrollo del sector pesquero; en el País Vasco todo ello significó el fin del monopolio secular del que habían gozado las cofradías. Segundo, la difusión de nuevas tecnologías que afectó tanto a los sistemas de pesca como a las embarcaciones, particularmente el vapor y su combinación con artes de arrastre, y que generó conflictos notables. Finalmente, un mercado cada vez más abierto y amplio.

A partir de los años ochenta del siglo XIX las capturas comenzaron poco a poco a incrementarse. El primer impulso provino de la industria transformadora de pescado. Al principio, la demanda colonial y la proveniente de países como la Gran Bretaña o Francia, así como la llegada de industriales de este último país, fomentaron la fabricación de conservas y de escabeches en lata, desplazando al escabechado tradicional en barriles. Pero fue la llegada de los italianos en busca de anchoa lo que acabaría dando el impulso definitivo al sector. De manera paulatina, fue construyéndose un nuevo modelo de mercado y de explotación que sería dominado por aquellas especies susceptibles de ser elaboradas en salazón, escabeche y conserva, fundamentalmente bonito y anchoa, y que acabaría expresándose con toda claridad a partir de la Gran Guerra europea de 1914 a 1918.

Los ritmos productivos y la distribución anual de los desembarcos cambiaron sustancialmente con respecto a lo conocido para el siglo XIX. Los datos estadísticos disponibles muestran cómo a la caída de las especies típicas de la altura que antes se ha apuntado le correspondió un incremento significativo de especies que hasta entonces apenas habían tenido peso, ni en el conjunto de los desembarcos ni el valor de los mismos, exceptuando el caso del bonito. Ahora la primacía la pasan a tener las costeras de primavera y verano (anchoa, bonito) con una diferencia notable sobre el resto. La demanda del sector transformador trajo consigo el aumento espectacular de los desembarcos de anchoa, una especie que hasta entonces había sido marginal. En algunos puertos como Ondarroa o Getaria, pasó a convertirse en la principal pesquería. En Bermeo, por el contrario, el bonito era tan importante o más, ya no tanto por el volumen de los desembarcos como por el porcentaje que suponía sobre el valor total de las ventas en ese puerto. La razón de esta diferencia tiene que ver con el hecho de que la conserva y el escabeche siempre habían tenido una presencia mayor en Bermeo que en los demás puertos vascos, para los que casi se podría hablar de un monocultivo de la anchoa en salazón.

La evolución de la pesca costera o de bajura estuvo estrechamente relacionada con el desarrollo y crecimiento del sector transformador pero también con la competencia del arrastre a vapor. A pesar de las continuas peticiones de prohibición, de las protestas e incluso manifestaciones, el arrastre a vapor pasó a ser una realidad incontestable desde los años ochenta del XIX. Su mayor intensidad de pesca en unos caladeros reducidos, desplazaron a las técnicas tradicionales de la explotación de especies muy rentables; en particular, la merluza.

En este contexto, y con la llegada del primer vaporcito en 1900 a San Sebastián, comenzó un proceso de sustitución relativamente rápido que culminaría durante los años veinte con la práctica desaparición de las lanchas besugueras o boniteras y de las traineras de las principales pesquerías. Más adelante, en especial tras la Primera Guerra Mundial, los motores de explosión comenzaron a instalarse en las embarcaciones de menor porte. Para los años treinta se podría decir que la flota costera de los principales puertos pesqueros vascos se hallaba casi totalmente mecanizada. Sus ventajas sobre las embarcaciones tradicionales eran evidentes. Primero, desaparecía la dependencia del viento, con lo se conseguía más autonomía y regularidad en la pesca; segundo, era capaz también de ofrecer velocidad regular, fundamental a la hora de la pesca del bonito a la cacea y para perseguir los bancos de sardina o anchoa, sin olvidar, finalmente, el enorme incremento en la seguridad que supuso el uso de los nuevos vapores.

Ignacio Mercader, un comerciante de San Sebastián dedicado al comercio de coloniales, ha pasado a la historia como el primer armador de vapores arrastreros en el País Vasco y en España a finales de los años setenta del siglo XIX. En pocos años se creó en Donostia una flota de entre diez y quince vapores que se mantendría más o menos estable hasta la Primera Guerra Mundial. A partir de entonces, la pesca industrial conoció una época de fuerte crecimiento, acompañada de nuevas innovaciones técnicas (tanto en los modelos de embarcación, de propulsión como en los sistemas de captura), de nuevas infraestructuras (el puerto pesquero de Pasajes) y de un proceso de expansión geográfica que significó el acceso hacia calderos alejados de la costa española, por la plataforma francesa hasta llegar al Gran Sol a finales de los veinte, además de la vuelta a las pesquerías del bacalao en Terranova.

La expansión geográfica de las áreas de pesca se dirigió hacia el norte, por la plataforma francesa, hasta alcanzar a finales de los años veinte las playas el sur de Inglaterra e Irlanda, lo que facilitó el acceso a caladeros más ricos que los tradicionales del sureste del Golfo de Bizkaia. En vísperas de la Guerra Civil, la flota arrastrera de Pasaia contaba con cerca de ciento sesenta buques (resultado de la suma de los que formaban Parejas de arrastre y los denominados Bous -arrastreros que faenaban en solitario-) siendo la segunda de España en cuanto al número de arrastreros, tras la de Vigo, y la primera en cuanto a tonelaje de registro bruto.

Uno de los elementos más destacables de este período de expansión lo constituye la creación en 1919 de la PYSBE (Pesquerías y Secaderos de Bacalao de España, S. A.). El nacimiento de esta empresa supuso un hito en la historia pesquera vasca y fue el primer pilar en la futura especialización bacaladera del puerto de Pasaia. En un principio, la empresa se dedicó al comercio del bacalao, y no es hasta 1927 cuando comienza su actividad pesquera en aguas de Terranova. En vísperas de la Guerra Civil española la flota de la PYSBE constaba de seis grandes bacaladeros de tonelaje superior a las mil toneladas cada uno, siendo de los pesqueros más modernos y más potentes del mundo en esas fechas. La importancia de esta empresa en el ámbito vasco y español es innegable: en 1935, la producción de la PYSBE suponía cerca de un 20% de las cantidades importadas y el 16% del bacalao consumido en España.

Evolución de los desembarcos totales en Bizkaia, 1903-2006. Datos en Tm.

Evolución de los desembarcos totales

Fuente: López Losa (2008).