Las danzas tradicionales, realizadas en su lugar de origen, no son un mero complemento inconexo y al margen del resto elementos que conforman el entramado festivo a lo largo del año, sino que se enmarcan en un contexto concreto y forman parte del resto de actos como si de un todo se tratara.
En Euskal Herria existen diversos tipos de danzas, las cuales componen una realidad coreográfica de primer orden. No sólo en el apartado del legado folclórico sino también en el apartado artístico al que corresponden como producto de las artes en las que se encuentran integradas.
Encontramos danzas de todo tipo: de jóvenes y de adultos; de hombres, mujeres y mixtas; de número específico de participantes o ilimitado; abiertas en su composición, o cerradas; en dos filas, en corro, etc. En este caso nos detendremos en una danza individual, aunque para su realización sea necesaria que varias personas sujeten el arca sobre el que se ejecutará la danza.
La importancia de la Kaxarranka es debida, principalmente a tres causas. Se trata de una danza conocida perfectamente no sólo dentro del país sino que, además, en numerosas ocasiones ha sido representada en el exterior. La segunda, es el elevado número de representaciones de la misma que existen en las fiestas de diferentes pueblos a lo largo del año.
Por último, además de la singularidad dancística y que la gran mayoría, de las practicadas en la actualidad no tienen un pasado documentado más allá del siglo XX, la Kaixarranka, o Kaxarranka como es conocida en la villa lekitxarra, tiene su historia escrita gracias a las descripciones realizadas y los pleitos existentes entre el clero y los pescadores, tal y como veremos, de forma muy resumida, a continuación.