Monarchy and Nobility

Juana III de Navarra

Enrique II de Navarra falleció en el año 1555 y Juana heredó los territorios de Navarra de Ultrapuertos, Zuberoa, Béarn, Albret, Armagnac y Foix entre otros. La primera vez que visitó el Béarn y sus posesiones navarras, en 1549, Juana había sido recibida con gran alegría por parte de sus habitantes, y ahora pasaba a gobernar como Juana III.

Juana tuvo que emplear todas sus fuerzas para poder conservar el reino ante los propósitos de Francia y España. La reina abjuró en 1560 de la religión católica para convertirse al calvinismo y estas potencias utilizaron la cuestión religiosa para inmiscuirse en los asuntos del reino. Por otra parte, la fractura religiosa de sus súbditos acentuó la división provocada por las disputas existentes entre facciones nobiliarias, facciones herederas de los bandos agramonteses y beamontesas.

En 1562 murió el rey consorte Antonio de Borbón, fecha en la que estalló la primera Guerra de Religión en Francia (1562-1563). La reina se mantuvo en sus creencias calvinistas y, con intención de divulgar la nueva doctrina a sus súbditos, promovió que Joannes de Leizarraga realizase la traducción del Nuevo Testamento al euskara. Esta traducción fue publicada en 1571 en La Rochelle, importante bastión calvinista.

mapa

Por estas fechas los católicos se habían aproximado a su tío, Pedro de Albret, obispo de Comminges, y procuraban un posible arrepentimiento de Juana. No obstante, Pedro de Albret conocía la firmeza de carácter de la reina. Es más, a la vez que los demás soberanos europeos iban instituyendo la religión oficial de sus territorios, Juana estableció el calvinismo como religión oficial en sus posesiones. La segunda Guerra de religión francesa no tardó en estallar (1567-1568) y su hijo Enrique combatió en la tercera guerra (1568-1569) al lado de los hugonotes.

En 1572 Juana concertó el matrimonio de su hijo con Margarita de Valois, hermana de Carlos IX de Francia y conocida como "Reina Margot". Juana murió en París el verano de ese mismo año y le sucedió su hijo como Enrique III de Navarra. Al contrario que su madre, éste renunció a su religión y se convirtió al catolicismo para acceder al trono de Francia, reino que gobernó como Enrique IV (1589-1610).