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IGAL - IGARI

Desde el punto de vista arquitectónico, Igal es más interesante que su vecina Güesa. Su caserío se ordena en dos pequeños barrios llamados Alto, uno, dominado por la ermita de San Pedro y Bajo, el otro, situándose en este último la parroquia y varias construcciones con arcadas semicirculares y apuntadas con grandes dovelas en las puertas de ingreso.

Quedan varias casas góticas de tipología variada, algunas señoriales, con entrada ojival, ventana amainelada con arco trebolado y arcos conopiales. Las casas de tipo popular están construidas en sillarejo y sillería en esquinales y vanos con el mismo tipo de ingresos, entre las que destacan la casa Mali, con dos alturas y un portalón de arco apuntado con un sencillo anagrama de Cristo en la clave y ventana geminada de arquillos conopiales. Tanto la casa parroquial como otro edificio situado frente a ella presentan inscripción y fecha de 1652.

La ermita de San Pedro Apóstol es una construcción en mampostería de planta rectangular cubierta con vigas de madera y techumbre a dos aguas. Al exterior presenta muros de sillarejo en parte enlucido. Destaca la portada con un arco apuntado en el lado de la Epístola que data del siglo XVI. El titular se guarda en la casa parroquial y es una talla barroca sedente de finales del siglo XVII de estilo popular con policromía de la época.

La parroquia de San Vicente Mártir, en la parte baja del pueblo, es una construcción rural de una sola nave rectangular de tres tramos, ábside semicircular y torre a los pies. Los muros interiores se componen de pequeños sillares de piedra sin ningún elemento arquitectónico que altere la continuidad de los mismos. Las cubiertas son bóvedas de cañón apuntado sobre grandes arcos fajones que apoyan en ménsulas bilobuladas a lo largo de la nave y en la cabecera bóveda de cuarto de esfera. Una línea de imposta recorre por el muro a la altura de las ménsulas. A esta fábrica antigua de estilo románico tardío fechada hacia 1200 se añade a la cabecera en el siglo XVI y por el lado de la Epístola, una sacristía cuadrada y pequeña cubierta por una bóveda sexpartita que apoya en ménsulas decoradas con cabezas y veneras.

Al exterior presenta muros de sillería irregular marcados por dos contrafuertes. La puerta de entrada, con arcos de medio punto con arquivoltas lisas de arista viva con otra externa que apoya sobre una imposta y dos pies derechos lisos, se localiza en el muro de los pies. Esta puerta queda cobijada por un pequeño pórtico de sillar irregular y cubierta con vigas de madera. El ábside semicircular posee unas proporciones y una sencillez propias de las pequeñas iglesias del románico rural modificado por un ligero recrecimiento. Una torre prismática destaca poco sobre el primer tramo de la nave.

Varias piezas de interés se conservan dentro la iglesia, entre las que destacan dos retablos, una bella pila bautismal, una pila de aguabenditera, algunas tallas y varias piezas de orfebrería.

La pila bautismal se encuentra en una pequeña hornacina en el segundo tramo de la nave en el lado de la Epístola. De piedra, consta de base circular y fuste cilíndrico corto con bocel. La taza es semiesférica y está decorada por cuatro molduras aboceladas verticales que separan una hilera inferior de bolas. El borde superior se remata con doble bocel horizontal. La pila de aguabenditera se encuentra a la salida del templo. Es también de piedra con base cuadrada, fuste liso y taza gallonada. Lleva la marca 1775.

El retablo mayor, dedicado al titular San Vicente, preside el templo. De estilo barroco realizado entre 1650 y 1660 tiene planta recta y no se adapta a la concavidad del ábside. En su desarrollo vertical se suceden un banco, dos cuerpos compartimentados en tres calles y ático decreciente. El sagrario es del mismo estilo y cronología que el altar y presenta forma cuadrada con varios relieves, con el Resucitado en la puerta. Las imágenes que cobijan las hornacinas son de diferentes cronologías y estilos, unas barrocas, de la misma época que el retablo, como San Pablo, San José, San Vicente y San Ramón Nonato, así como las pinturas de las calles del ático que representan a San Miguel y Santa Bárbara. De la misma centuria pero de estilo más popular son las tallas de la Virgen con el Niño y un San Francisco Javier. La buena escultura del Crucificado del ático es de la última década del siglo XVI y tiene detrás una pintura de dos santas que puede ser obra de la primera mitad del siglo XVI con resabios flamencos.

El retablo del Santo Cristo, adosado al segundo tramo de la nave, es una pieza manierista de hacia 1570, dorada años más tarde por el pintor Martín de Zabalza. Presenta estructura de banco, cuerpo único y remate resultando una arquitectura muy cuidada dentro del primer manierismo. En este retablo se venera una espléndida figura de madera policromada del Crucificado de pequeño tamaño pero con un cuerpo de canon esbelto y arqueado con la cabeza inclinada y con unas facciones muy finas y expresivas. Posee además un estudio de la musculatura y piernas muy trabajado. A los pies hay una representación del Monte Calvario con la calavera entre sendas pequeñas columnas. De la labor de pintado y dorado realizado por Zabalza destacan las estrías en rojo y azul, el abundante oro de las columnas, la representación de la Jerusalén celeste del tablero del fondo y las labores de esgrafiado de la cartela. El titular conserva la encarnación primitiva y el fino rayado del paño de pureza.

En dependencias de la sacristía, además de varias piezas de orfebrería se conserva un sagrario rococó de la segunda mitad del siglo XVIII, dos candelarios de azofar de la misma época, la imagen barroca de San Juan Bautista que ocupó una hornacina del retablo mayor y una talla de pequeño tamaño de la Virgen del Rosario realizada a comienzos del siglo XVII de estilo romanista que conserva policromía de la época con grandes motivos vegetales.

Entre las piezas de orfebrería destaca, entre otros, un cáliz de plata parcialmente dorada de primera mitad del siglo XVI de estructura todavía gótica. Lleva un punzón de Pamplona con caracteres góticos y la marca O/ICN del platero pamplonés Juan de Ochovi a quién pertenece también el relicario de Santa Ursula, en torno a 1539, de la Catedral de Pamplona. En la parroquia de Burgi se guardan otros dos cálices muy semejantes que pudieron salir de la misma mano. Otro de los cálices de plata aquí conservados, barroco del siglo XVIII, posee una estructura movida lisa. Un copón de finales del siglo XVIIII y estructura lisa lleva la marca del punzón SASA del platero Juan Antonio Sasa. Completan la colección una crismera de finales del siglo XVII con burilada y PP coronada de Pamplona que mantiene todavía esquemas bajorrenacentista, un ostensorio de plata dorada del siglo XVIII con punzón del platero pamplonés SO/BRIEL y el relicario de San Vicente de estilo neoclásico y tipo ostensorio liso de finales del siglo XVIII.

Carmina RIUS SALETA